El pintor italiano Pasquale Russo Maresca (Milán, 1968) falleció el domingo 22 en Brescia, Italia, víctima de un cáncer cerebral que padecía desde hace un año. El artista era un enamorado de México. En 2010 Russo montó la exposición Siete séptimos de rostro en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada.
En ese entonces el pintor tenía año y medio avecindado en Tepoztlán, Morelos. La muestra dejó ver su particular canon-anatómico, del mismo nombre que la exhibición, “unidad de medida con la que el rostro y el cuerpo son desmembrados y reconstruidos insertándose en los vacíos y el lleno ilusorio”. (La Jornada, 10-III-2010)
A partir de que vio un trabajo de David Hockney sobre fotografía, en el cual la imagen se repetía en el vacío con el mismo rostro, a Russo Maresca se le ocurrió modificar los rostros en los espacios vacíos dentro de la anatomía humana. Eso fue en 2000.
Hasta entonces su obra había sido muy parecida a aquella desarrollada en el '500 italiano, al estilo de las anatomías de Miguel Ángel, aunque en ocasión de la entrevista aseguró no ser un”académico”, porque “siempre he sido muy testarudo, entonces, nunca me he conformado al canon clásico o a la academia italiana”.
Con el tiempo se dio cuenta de que su trabajo anterior era “sólo un estudio sobre el '500, pero no había aportado nada nuevo”. Explicó: “La anatomía que normalmente se emplea en el módulo del '500, tres tercios, lo he dividido e insertado en el espacio vacío cuatro séptimos de rostro. Es decir, he puesto unos volúmenes plásticos dentro del rostro y lo he ensanchado”. El resultado era impactante.
Ante la pregunta, ¿ha trabajado alguna vez con cadáveres?, el pintor aseveró que las fotos de los cadáveres le gustan mucho, porque “hablan de algo que no sabemos ni hemos visto verdaderamente. Entonces, la fuerza que tiene la idea de la muerte es esencial para la obra.
“Tengo una empatía mental con la muerte. Todo el día pienso cómo voy a acabar. Inicialmente era un problema, ahora es algo que me motiva. La muerte es esencial para mi, es una base para ver lo que encuentro, la verdadera dimensión, donde puedo decidir lo esencial”.
La exposición Siete séptimos de rostro itineró a la Galeria Quetzalli, en Oaxaca, antes de viajar a Milán y Budapest.