Moscú. Antes de lo que él hubiera querido, el alcalde de Moscú, Serguei Sobianin, admitió este sábado que los infectados con el coronavirus que hay en la capital rusa no son sólo personas que regresaron después de haber estado en otros países: en cuestión de horas, en los reportes estadísticos aparecieron ya enfermos, nueve de ellos tan sólo el viernes anterior, que presentan síntomas sin haber salido nunca de esta capital.
Por este motivo, Sobianin dispuso –con por lo menos diez días de retraso– que deben ser sometidos a encierro voluntario no sólo las miles de personas que, desde que entró en vigor la ya de por sí tardía restricción el 5 de marzo anterior, llegaron a Rusia procedentes de Europa, sino también los familiares que viven con los confinados. Aislados todos, tendrán que encargar la comida por teléfono o por Internet, en espera de que la traigan repartidores protegidos si acaso con un simple cubrebocas.
Hasta el viernes anterior, según datos oficiales, 13 mil personas se encontraban, a partir de la fecha del decreto del alcalde, en situación de encierro voluntario en Moscú, tras haber arribado desde países europeos. De sus miles de familiares, que todos esos días podían salir y entrar sin limitación alguna, potenciales focos de propagación del virus, no hay datos estadísticos.
Lo que sí se sabe es que Rostat, acrónimo de la Agencia de Estadísticas del Estado, reportó que en enero anterior Moscú registró 6 mil 921 pacientes con neumonía, 37 por ciento más que en el mismo mes de 2019. Muchos de esos enfermos, lamentablemente, murieron pero no a consecuencia del Covid-19, según las autoridades, aunque por esos días decenas de miles de turistas chinos aún paseaban, sin ninguna restricción, por las calles de la capital rusa.
El doctor Denis Protsenko, director del hospital No. 40 en el distrito Kommunarka de Moscú, informó que tan sólo ahí a lo largo del viernes anterior ingresaron 44 pacientes. “Están internados 308 bajo tratamiento y observación, de los cuales 12 están diagnosticados con Covid-19 y con simple neumonía, 55”, puntualizó.
Rusia reconoció, este sábado, tan sólo 59 infectados –entre éstos una adolescente de Moscú que no ha salido nunca de Rusia y cuyo caso forzó una cuarentena de dos semanas en su escuela–, lo que obligó a Sobianin a recomendar que, a partir del lunes siguiente, quedé a criterio de los padres la decisión de mandar o no a sus hijos a la escuela.
En cambio, la asistencia libre a clases no se extiende a los estudiantes universitarios, muchos de los cuales tienen exámenes la semana entrante y van a presentarse, con temperatura y tos o sin ellas, a riesgo de ser reprobados por faltar.
No se puede evitar la sensación de que las autoridades moscovitas llegan tarde con sus medidas para frenar la propagación del Covid-19, calificada de pandemia por la Organización Mundial de la Salud.
Es evidente, por ejemplo, que tendrán que suspender las clases en las escuelas y universidades, igual que las actividades de masas con hasta cinco mil participantes, permitidas hasta ahora basándose –dice la alcaldía de Moscú– “en el modelo de Francia”, cuando el país galo hace rato que abandonó ese criterio por la vertiginosa difusión de los contagios.
En ese contexto, el presidente Vladimir Putin promulgó este mismo sábado la ley sobre la reforma constitucional que –ya adoptada por las dos Cámaras del Parlamento ruso y por la totalidad de las 85 Entidades Federales del país, en tiempo récord de 48 horas– entrará en vigor si obtiene respaldo mayoritario de quienes acudan a las urnas en una “votación popular” el 22 de abril próximo, si no se opta por adelantar debido al Covid-19 la fecha de lo que no es sino un simple trámite legitimador.