Bagdad. Una treintena de cohetes alcanzaron de nuevo el sábado una base militar en Irak donde dos soldados estadunidenses y uno británico murieron el miércoles en un ataque parecido, una acción de una magnitud inusual que reaviva los temores de una escalada de violencia en el país.
El ataque contra la base de Taji, al norte de Bagdad, dejó cinco heridos: dos militares de la aviación iraquí y tres miembros de la coalición, según el ejército y la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos.
El ataque es poco habitual por más de una razón: el número de cohetes -33, más otros 24 que no explotaron, según el ejército- casi nunca es tan elevado, y además fueron disparados en pleno día.
Desde finales de octubre, se han perpetrado 23 ataques con cohetes contra objetivos estadunidenses en Irak. Las facciones armadas pro-Irán instan a menudo a destruir a las fuerzas estadounidenses fuera de su país.
Aunque nadie ha reivindicado estos ataques, Washington acusa a las brigadas de Hezbolá, una de las facciones pro-Irán más radicales del país.
Las autoridades iraquíes, que cuentan con el apoyo de la coalición para luchar contra los yihadistas, aseguran que no logran identificar a los autores de los disparos.
Sin embargo suelen anunciar, como este sábado, que localizaron rápidamente las bases de lanzamiento de los cohetes, cerca de los objetivos.
El jueves, por primera vez, las brigadas de Hezbolá se congratularon --sin reivindicarlos-- por los 18 cohetes disparados, que la víspera mataron a dos soldados estadunidenses y uno británico. Y denunciaron una vez más a "las fuerzas de ocupación estadunidenses".
Por otra parte, el Parlamento votó recientemente la expulsión de los cinco mil 200 soldados estadunidenses del país. Ahora el gobierno tiene que aplicar esta decisión.
En represalias por este ataque, aviones estadunidenses bombardearon el viernes de madrugada varias provincias del sur de Irak, donde, según Washington, se encontraban bases de las brigadas de Hezbolá. En los ataques murieron cinco miembros de las fuerzas de seguridad y un civil, según el ejército iraquí.
- Muy inusual -
Es muy inusual que se efectúen ataques con cohetes en pleno día, como este sábado. Pero como el cielo estaba cubierto, los drones de vigilancia de Estados Unidos no pudieron volar, precisó una fuente estadunidense de la seguridad.
Este ciclo de ataques hace de nuevo planear la sombra de una escalada de violencia en Irak.
A finales de 2019, los disparos de cohetes que mataron a un contratista estadunidense desencadenaron en un dispositivo de Washington en el que murió el poderoso general iraní Qasem Soleimani y su lugarteniente en Bagdad. Poco después, misiles iraníes cayeron sobre una base utilizada por el ejército estadunidense en Irak.
La inmensa base de Taji es especialmente estratégica. Tropas, sobre todo estadunidenses y de la coalición, fueron trasladadas al lugar después del recrudecimiento de la tensión entre Teherán y Washington, grandes aliados de Bagdad.
Las autoridades iraquíes denunciaron con firmeza los bombardeos estadunidenses del viernes, convocaron al embajador de Estados Unidos y anunciaron que recurrirían a la ONU.
Para Washington, Bagdad no hace lo suficiente para impedir los ataques de las facciones armadas, que ahora forman parte de las fuerzas del Estado, después de haber combatido contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
Pero las autoridades iraquíes parece que han alzado el tono contra los responsables de los disparos.
Han condenado los ataques contra tropas extranjeras desplegadas en las bases iraquíes y anunciado varios arrestos en las fuerzas de seguridad iraquíes en Taji, en el marco de una investigación sobre el ataque del sábado.