Según la escritora, lingüista e investigadora mixe Yásnaya Aguilar, el cine tiene un gran potencial para preservar las lenguas originarias de México y fomentar su uso, recuperación, estudio y revitalización.
“El cine mexicano no debería replicar al Estado en mantener una actitud monolingüe. Su potencial didáctico es increíble; doblar y/o subtitular las películas en lenguas indígenas implicaría un mejor proceso que un programa de alfabetización. El cine podría ayudar a que las lenguas originarias no desaparecieran”, aseguró.
“Vivimos un lengüicidio como nunca antes en la historia de la humanidad. Se calcula que en los próximos 100 años desaparecerán la mitad de las lenguas en el mundo. No podemos seguir haciendo cine con una visión monolingüe. Así como ahora los edificios deben ser accesibles a las personas con discapacidad, ¿por qué no hacer el cine accesible lingüísticamente a todas los habitantes del país?”.
La también traductora y activista de los derechos lingüísticos originaria de Ayutla, Oaxaca, dictó este viernes la conferencia Comunidad ser comunal, territorios comunes, como parte del seminario El público del futuro, efectuado en el contexto del 10 Festival Internacional de Cine Universidad Nacional Autónoma de México (FICUNAM).
La especialista enfatizó que “es muy raro” la existencia en el mundo de películas en lenguas no hegemónicas o lenguas que no tengan el respaldo del Estado. Del caso de México, criticó que los filmes sean casi siempre en español, cuando es uno de los países con mayor diversidad lingüística del mundo.
“Tan sólo en Oaxaca hay 100 sistemas lingüísticos que pertenecen a seis familias lingüísticas distintas, mientras que en Europa hay tres familias lingüísticas; la diversidad es apabullante y eso no se refleja en el quehacer cinematográfico del país. El cine en México, como el Estado, es monolingüe y no responde a la realidad multilingüe”, cuestionó.
Sobre el tema de la conferencia, Yásnaya Aguilar resaltó que el concepto comunidad no se limita a un conjunto determinado de personas, sino tiene que ver más con asumirse como parte de un grupo humano para resolver necesidades, problemas o situaciones concretos en común.
“Si hablamos de comunidad sin tener la consciencia de crear la relación para resolver problemas, siento que la comunidad sólo está enunciada. Más allá de lo ideológico es que podemos juntos buscar soluciones a necesidades específicas y autogestionarlas lo más lejos posible del Estado. La comunidad se vuelve así un ente muy combativo a las estructuras jerárquicas del Estado”, explicó.