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El primer sexo, presente / Víctor Flores Olea

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Aspecto de la marcha de mujeres realizada en la Ciudad de México, ayer domingo 8 de marzo. Foto Víctor Camacho
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09 de marzo de 2020 10:06

Aludimos aquí, como es obvio, al Segundo Sexo (1949) de Simone de Beauvoir, la pareja de vida de Jean Paul Sartre, y cuya obra mencionada es una de las reflexiones más importantes de la multitud de las emitidas en el siglo XX, y de una actualidad que ahora, en México, se hace evidente por su correspondencia en el terreno práctico y militante con una movilización que no se había presentado ni de lejos en el país. 

La marcha de ayer y el paro de hoy son el mejor testimonio de lo que decimos. Por supuesto las condiciones de vida son muy diferentes a un siglo de distancia y de un continente a otro. En su libro Simone de Beauvoir examina la historia de la condición social de la mujer y analiza las distintas características de la opresión masculina. Afirmó que al ser excluida de los procesos de producción y confinada al hogar y a las funciones reproductivas, la mujer perdía los vínculos sociales y con ellos la posibilidad de ser libre. Analizó la situación de género desde la visión de la biología, el psicoanálisis y el marxismo; destruyó los mitos femeninos e incitó a buscar una auténtica liberación. Sostuvo que la lucha para la emancipación de la mujer era distinta y paralela a la lucha de clases, y que uno de los principales problemas que debía afrontar el "sexo débil" no era ideológico, sino económico.

En el fondo sostuvo que la mujer es mucho más que una esposa y una madre. Y añade una de sus comentaristas más conocidas: “Lo que las mujeres deben a Simone de Beauvoir es inconmensurable“, y no solo las mujeres; los hombres también“, pues “la liberación de las mujeres es una condición ‘sine qua non’ para la liberación de los hombres”. Desde luego “destruyó los mitos femeninos y luchó por una verdadera liberación, luchó contra todo para defender sus ideas, atacando toda la estructura sobre la que se asienta y justifica la dominación masculina desde diversos puntos de vista (sociológico, económico, antropológico, etnológico, histórico, etc.)”.

Bueno, me supongo que buen número de las (los) participantes en este esfuerzo revolucionario en México conocen a fondo las reflexiones de la Beauvoir sobre el tema pero no pensamos que sea un desperdicio volver a mencionarlas aun cuando sea de paso. Hablo bien de esfuerzo revolucionario y creo que es uno de los aspectos centrales que debería incluir la Cuarta Transformación, sin la cual quedaría trunca y limitada, como un muñón que careciera de algunos aspectos a transformar en nuestra sociedad y en nuestra condición de Tercer Mundo que aspira a una real democracia. ¡La igualdad genuina de los sexos como una de las metas revolucionarias esenciales de nuestro tiempo! 

Resulta un hecho excepcional el que tan grandes sectores de nuestra sociedad, y desde luego que un gobierno esté dispuesto no sólo a permitir sino incluso a estimular un movimiento de estas dimensiones que incide centralmente en la perspectiva de la Cuarta Transformación, y que resulta esencial para ella. Desde luego, llama la atención que el problema de la igualdad de géneros resulte en un aspecto (la ocasión actual) con mayor militancia social y política que la igualdad económica (a primera vista); pero ahondando la reflexión, vemos de inmediato que la lucha por la igualdad nunca es exclusiva y excluyente sino que se extiende a todas las formas de la igualdad. Se trata siempre de una lucha “universal”, por eso es que resulta extraordinario su poder de convocatoria, que depende de circunstancias concretas el que se enfatice un aspecto u otro. Rosa Luxemburgo, Madame Curie o Simone de Beauvoir lucharon por diferentes aspectos de la igualdad entre los humanos, pero sus batallas trascendieron poderosamente al conjunto social, otorgándole inmediatamente un aspecto general o universal a sus batallas.

Una alusión a la vida llena de dificultades siempre superándolas de Madame Curie: “Por sus grandes logros, Marie recibió un amplio espacio en la Academia Francesa de Medicina, pero el machismo y la xenofobia estaban muy presentes en Francia, como en el resto del mundo y le fue negada la merecida entrada a la Academia de Ciencias. Pero no faltaban quienes sí valoraran la entrega y dedicación de Marie y por ello en 1911 recibió, por primera vez en la historia, un segundo Premio Nobel. Esta vez fue el de Química, por el descubrimiento del peso atómico del radio. Así, en una historia que es por definición acumulativa, la mujer se impone y trasciende a su circunstancia. Logra la igualdad y la supera, hace de su experiencia un hecho, una circunstancia excepcional, propiamente universal.

Claro está que en México esta lucha de las mujeres, que es bienvenida por su significado hondamente revolucionario, está también precedida por innumerables ejemplos más próximos o remotos. Unos conocidos abiertamente y muchos otros que han ocurrido en las vidas privadas de tantas mujeres heroicas que se han sacrificado por los hijos y por los lazos que hayan considerado más valiosos. Esta avalancha de heroísmos, unos más conocidos que otros, está seguramente detrás de la decisión única de estas miles de mujeres que ayer y hoy se han manifestado en la mayoría de las ciudades importantes de la República. ¡Bienvenidas a la historia de México!

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