Kabul. El jefe de Estado Ashraf Ghani y su principal adversario, Abdulá Abdulá, se declararon presidentes de Afganistán este lunes, sumiendo en una crisis institucional al país, que se prepara para negociaciones de paz con los talibanes.
Mientras ambos políticos juraban el mismo cargo en ceremonias distintas, el estruendo de dos explosiones sacudió Kabul, en una muestra de la inseguridad en el país, un día antes de que empiece el diálogo interafgano previsto en el acuerdo firmado el 29 de febrero en Doha por Estados Unidos e insurgentes talibanes.
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó el atentado y afirmó haber lanzado diez cohetes. El ministerio del Interior contabilizó sólo cuatro, y un policía herido.
"No tengo chaleco antibalas, solo mi camisa. Seguiré [en el cargo] aunque me tenga que sacrificar", lanzó Ghani, sin abandonar el estrado en el que estaba pronunciando su discurso, tras haber jurado "obedecer y proteger la santa religión del islam" y "respetar y supervisar la aplicación de la Constitución".
"Existen vínculos fundamentales e invisibles entre los talibanes y Dáesh (acrónimo árabe del EI)", añadió, tocado con un gran turbante blanco ante un grupo de diplomáticos.
Minutos después, Abdulá Abdulá, quien perdió las elecciones de septiembre de 2019, también se declaró presidente de Afganistán en otra ala del palacio presidencial. "El pueblo afgano me confió una enorme responsabilidad y estoy determinado a servir(lo)", señaló el ex primer ministro.
La situación recuerda a los peores momentos de las elecciones de 2014, en que los dos mismos protagonistas afirmaban haber sido vencedores. La crisis institucional duró entonces tres meses y fue solucionada con mediación de Estados Unidos.
El incidente se produjo la víspera del comienzo del diálogo interafgano, que el martes reunirá a talibanes, autoridades, oposición y sociedad civil, para tratar de hallar un espacio de consenso sobre el futuro del país. La división dentro del ejecutivo debilitará a Kabul y reforzará las posiciones insurgentes.
"Nada es más importante para esos esclavos que sus intereses personales", ironizó el portavoz de los talibanes, Zabihulá Muyahid, entrevistado por la AFP.
Los diálogos para alcanzar un compromiso se prolongaron hasta la madrugada de este lunes, pero no dieron frutos.
Esta situación podría retrasar las negociaciones previstas en el acuerdo de Doha, en que Estados Unidos se comprometió a retirar sus tropas del país.
Ashraf Ghani se niega a cumplir con uno de los principales acuerdos del texto, que su gobierno no ratificó: la liberación de hasta 5 mil prisioneros talibanes a cambio de la de hasta mil miembros de las fuerzas afganas.
Por su parte, Abdulá anunció que "designar un equipo de negociadores" con los talibanes será una prioridad de su gobierno.
"Los talibanes le dirán al equipo de gobierno que solucione sus problemas internos antes de ponerse a hablar", vaticinó el analista Atta Noori en declaraciones a la AFP. "La unidad es la única opción si quieren ganar en la mesa de negociaciones".
Los talibanes, firmemente opuestos a las elecciones en Afganistán, nunca han reconocido al gobierno de Kabul.