Ciudad de México. El ser humano ha renunciado casi de manera total a una concepción mágica del mundo, con fines de dominio y comercialización, reprochó este sábado Ignacio Solares al presentar en la feria del libro de Minería su más reciente obra, El juramento (Alfaguara).
Acompañado por sus colegas y amigos Vicente Quirarte y Javier Sicilia, el escritor chihuahuense (Ciudad Juárez, 1945) confesó que nunca ha podido deslindar la literatura de su carácter infantil, lúdico, travieso y mágico.
“Sobre todo en esta novela, que es como un striptease religioso y también erótico, complemento que hace una especie de cataclismo”, sostuvo y agregó que la evolución racionalizante del hombre ha eliminado de forma progresiva la cosmovisión mágica, sustituyéndola por las articulaciones que ilustran la historia de la filosofía y la ciencia.
Reparó, sin embargo, que “quedan las formas aberrantes, las recurrencias propias de un inconsciente colectivo que encuentra salidas aisladas en la magia negra o la blanca, en los libros esotéricos, en la revista Duda y en el vistazo de reojo al horóscopo del día”.
Solares situó al poeta, al escritor, en el punto intermedio entre el mundo racional y el mágico y consideró que “la literatura nos completa y complementa, a nosotros, pobres seres mutilados, a quienes nos ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y las fantasías y los sueños para desear miles de vidas”.
Resaltó que, al igual que los lectores, los escritores desean inconsciente o conscientemente al menos algo de las vidas de sus personajes. En su caso, confesó que le sucedió con el protagonista de El juramento, un adolescente de nombre Luis, “que tanto tiene de autobiográfico, en donde las tinieblas se espesan para que la pequeña luz en ellas brille mejor y sea reconocida como un amanecer en la Sierra Tarahumara, centro y tema de la novela”.
Según Vicente Quirarte, ésta es una novela iniciática, a la manera de Las batallas en del desierto, de José Emilio Pacheco: “Solares, en unas cuantas páginas, con unas cuantas pinceladas, puede darnos un retrato de un adolescente a punto de entrar a la edad adulta, con escenas muy difíciles de escribir, como el primer beso o la primera relación amorosa”.
Destacó cómo desde la primera frase queda asentado el cuerpo de la obra, en la que se encuentra una duda ante el problema de la fe, pues el personaje se mantiene indeciso entre hacer un juramento hacia Dios o establecer una relación de amor.
Javier Sicilia encontró en El juramento una “extraña novela que es el inicio de la vida de Nacho y la revisitación del Nacho viejo, adulto, a ese momento fundamental de su existencia”.
La describió como una obra lineal, aunque con un retorno, y remarcó que la literatura de Solares siempre sorprende, porque en ella acontece lo extraordinario donde está lo cotidiano y permite una lectura distinta de lo real.