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La justicia en EU entra en una nueva fase a partir del caso Weinstein

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En 1991, la abogada Anita Hill denunció por acoso sexual al entonces candidato a juez de la Corte Suprema, Clarence Thomas, en una época en la que las acusadoras que conocían a su agresor eran percibidas como locas o putas. Foto Afp / Archivo
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Afp
28 de febrero de 2020 10:27

Nueva York. Durante mucho tiempo, los fiscales estadunidenses se negaron a llevar ante la justicia casos de violación o agresión sexual cometidos por parejas u otros conocidos de la víctima, convencidos de que los jurados no les creerían.

Pero la condena de Harvey Weinstein en un juicio emblemático para el movimiento #MeToo posiblemente acabe con sus reticencias frente a estos casos, que ocurren a menudo, dijeron juristas.

Los tiempos cambian rápido, subrayó Deborah Tuerkheimer, experta en casos de violación de la Universidad Northwestern. “#MeToo se ha acelerado en el par de años reciente y eso importa; los cambios culturales a los cuales asistimos tienen impacto en los tribunales.”

Para Susan Estrich, abogada y profesora de derecho de la Universidad del Sur de California (USC), el sólo hecho de que el fiscal de Manhattan, Cyrus Vance, procesara a Weinstein en un caso complejo, centrado en las acusaciones de dos mujeres que mantuvieron relaciones consentidas con el productor de Hollywood tras las agresiones, muestra que la justicia estadunidense entró en una nueva fase.

El mismo fiscal decidió en 2011 abandonar la demanda contra el ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, acusado de agresión sexual por una mucama de un hotel de Manhattan.

Estrich, quien fue violada en los años 70, milita desde hace años para crear conciencia sobre los abusos cometidos por conocidos.

Fin de una saga

Defendió con pasión las denuncias de acoso sexual de Anita Hill contra el entonces candidato a juez de la Corte Suprema, Clarence Thomas, en 1991 (luego fue confirmado en el cargo), en una época en que las acusadoras que conocían a su agresor eran percibidas como locas o putas.

En este país, como en el mundo entero, no se consideraba una violación que una mujer fuera obligada a tener una relación sexual con alguien que conocía, señaló.

Desde hace más de 30 años, la justicia estadunidense intenta que sea menos doloroso para las víctimas presentar quejas a la policía: hay unidades especializadas en violencia sexual en comisarías y despachos de fiscales, señaló Estrich.

Pero los fiscales, evaluados muchas veces por su capacidad en lograr que un acusado sea condenado, seguían sometiendo a las víctimas a duros interrogatorios. La jurisprudencia les prohibía además mostrar que el acusado ya había cometido otras agresiones.

Un sobrino del presidente John F. Kennedy, William Kennedy Smith, fue absuelto de violación en 1991 en Florida tras un mediático proceso. Para los observadores, sólo fue hallado no culpable porque la jueza se negó a autorizar el testimonio de otras tres acusadoras.

El segundo proceso contra el comediante Bill Cosby, en 2018, marcó el primer cambio, fruto de una larga evolución cultural, subraya Kristen Gibbons Feden, abogada del equipo de fiscales que lo procesó. La condena del comediante por agresión sexual marcó el fin de una saga judicial iniciada en 2005.

Las demandas fueron abandonadas en un principio por el fiscal local de Pensilvania, pero fueron relanzadas a finales de 2015. Un primer juicio fue anulado a falta de acuerdo del jurado. Cosby fue finalmente condenado –en abril de 2018 en un segundo juicio que autorizó por primera vez el testimonio de otras cinco acusadoras.

Pedagogía

Tipos como Cosby o Weinstein, todos esos depredadores de alto vuelo, fueron protegidos por las instituciones hasta que #MeToo hizo saltar el cerrojo, dijo Gibbons Feden.

El movimiento dio a los fiscales y a los policías las ganas de investigar estos crímenes, el coraje de llevar a tribunales casos complejos, y la pedagogía necesaria a los jurados para comprender y rechazar mitos poderosos utilizados para desacreditar a las víctimas, explicó.

El juicio Weinstein ilustra estos esfuerzos de pedagogía: la acusación llamó a testificar a una experta, la siquiatra Barbara Ziv, quien explicó que las víctimas de violación que conocen a su agresor permanecen muchas veces en contacto con él y no cuentan lo que sucedió.

Estrich cree que el número de quejas por violación –delito menos denunciado a las autoridades– aumentará, y que las mujeres se ayudarán unas a otras cada vez más frente a las agresiones sexuales.

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