Ciudad de México. Aunque México es centro de origen del maíz “desafortunadamente somos los primeros importadores de este cereal”, y de no tomar medidas para revertir esta situación “es posible que antes de terminar este sexenio estemos llegando a las 20 millones de toneladas”, advirtió Víctor Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
Por ello en la actual administración federal se tiene la “determinación” de “revertir la dependencia”, y establecer una estrategia para incrementar la producción de maíz amarillo, del cual “importamos más o menos del orden 16 millones de toneladas” al año.
En la octava conferencia mensual del ciclo Autosuficiencia alimentaria e innovación tecnológica con prácticas sustentables con el tema “Recuperemos el potencial productivo del maíz”, indicó que el maíz amarillo es un producto utilizado en la industria avícola, porcícola y para la ganadería en general, así como para la industria de almidones.
Expuso que la instrucción del presidente Andrés Manuel López Obrador es ir disminuyendo la dependencia de la importación de maíz y añadió que “somos autosuficientes en maíz blanco, producimos aproximadamente 22 millones de toneladas que es lo que consumimos” e incluso en algunos años México ha exportado maíz blanco a Venezuela, Colombia y Sudáfrica. “Este año es probable que exportemos medio millón, posiblemente lleguemos al millón de toneladas”.
Destacó que se aumentará la producción de maíz amarillo sin extender la frontera agrícola, sino aumentando la producción por hectárea. “Tenemos que ir mejorando nuestra capacidad productiva, nuestro promedio de rendimiento nacional es muy muy bajo, no llegamos a las tres toneladas (por hectárea)”. Ello se logrará con acompañamiento técnico, buenas prácticas agrícolas, tecnología, sistemas de fertilización, semillas mejoradas y paquetes tecnológicos desarrollados por los centros de investigación del país.
El subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez Carrera, afirmó que México le apuesta a la revolución tecnológica, modelo que involucra el uso de microorganismos, de compostas, lixiviados, control biológico y más, además de un diálogo constante entre productores, técnicos y científicos.
Dijo que este modelo combina mejoras en el suelo y cuidado de mantos acuíferos y mayores rendimientos por hectárea e ingresos.
Ejemplificó con el caso de productores de Hidalgo, que apoyados por el Centro Nacional de Innovación y Transferencia de Tecnología de Hidalgo (CENITTH), de la Fundación Produce, y apoyados por Édgar Quero, investigador de ese centro, han pasado de cuatro o cinco toneladas por hectárea de maíz a 15 o incluso 20-22.
