Nueva York. Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública de México, permanecerá encarcelado mientras se procede con la evaluación judicial de su solicitud de libertad bajo fianza de un millón de dólares, pero fiscales estadunidenses argumentan en contra porque alegan que representa un riesgo de fuga por sus vínculos con autoridades corruptas y líderes criminales en México.
En una audiencia en el tribunal federal del distrito de este en Brooklyn, misma sede en que se enjuició a Joaquín Guzmán Loera El Chapo con quien es acusado de colaborar a cambio de millones de dólares, García Luna presentó, a través de su abogado de oficio, una solicitud para su libertad bajo una fianza de un millón de dólares con el respaldo de tres garantes y propiedad valuada en más de 1.2 millones de dólares, mientras espera su juicio.
El juez solicitó una propuesta modificada ya que había dudas sobre los garantes y postergó su decisión final sobre si otorgar o no la libertad bajo fianza hasta poder evaluar la nueva versión en una segunda audiencia por ahora programada para este viernes.
Los fiscales federales cuestionaron hoy la viabilidad de la primera propuesta, señalando que dos de los tres garantes retiraron su ofrecimiento después de ser informados que serían personalmente responsables de pagar la fianza en caso de que García Luna no se presente para su juicio y que el tercero era un empleado del acusado con ingresos anuales de sólo unos 45 mil dólares anuales.
Pero el argumento principal del gobierno en contra de cualquier solicitud de libertad bajo fianza es que hay un “riesgo inaceptable de fuga” del acusado señalando que enfrenta una sentencia potencial de cadena perpetua, y por lo tanto tiene “todo el incentivo de asegurar que no pase el resto de su vida en prisión al huir de la justicia”.
Más aún, el caso en su contra se ha fortalecido, informaron los fiscales federales en un documento oficial entregado a la corte detallando su oposición a la solicitud, ya que el gobierno estadunidense “ha identificado a testigos adicionales quienes declararán en el juicio que el acusado estuvo de acuerdo en asistir al cártel de Sinaloa a cambio de millones de dólares en sobornos”.
Los fiscales subrayan que tanto el cártel “y, en particular, funcionarios mexicanos corruptos tienen fuertes incentivos para asegurar que la huída del acusado sea exitosa, y así evitar le divulgación pública de estos actos criminales en un juicio”.
Además, cuestionan el argumento del acusado de que carece de recursos financieros, indicando que anteriormente ha disfrazado las dimensiones de sus bienes a través de empresas ficticias y prestanombres. Señalan como ejemplo cómo en octubre de 2012, cuando García Luna aún era funcionario público, empleó una empresa en Florida para comprar una residencia en Golden Beach, Florida, por más de 3 millones de dólares, pagado en efectivo. Poco después, compró, sin usar su nombre, un yate, y que ha recibido ingresos por millones de dólares a través de empresas afiliadas con él, pero tambieé de otras donde García Luna no aparece.
Finalmente, argumentan que el acusado mantiene vínculos y viajó decenas de veces a México, y que “el acusado tiene acceso a recursos poderosos en México, incluyendo un grupo de funcionarios corruptos del gobierno mexicano y miembros del cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo, quienes pueden asegurar que nunca sea capturado”.
El abogado defensor de oficio de García Luna, César de Castro, argumentó hoy ante el juez que los dos garantes que aparentemente recularon a último momento podrían ser sustituidos por varios más, y que también existen más propiedades que se podrían colocar como respaldo a la fianza.
Poco después, en comentarios con reporteros en las afueras del tribunal, señaló que preparaba la nueva versión de la solicitud para presentarla este mismo viernes. De Castro insistió en que su cliente es “transparente”, y que “no tiene dinero en efectivo, pero tiene propiedades” por las cuales “ha trabajado toda su vida… no está ocultando nada”.
García Luna se encontraba al lado de su abogado con un traductor, trasladado desde el Centro de Detención Metropolitano en donde está encarcelado, con su uniforme de reo color caqui, no mostró alguna emoción, aunque un par de veces volteó hacia donde estaba su esposa e hija entre el público. Al salir, les dio un beso al aire. Ellas no hicieron comentario al salir.