Berlín. El cine cumple también la función social de desenmascarar una serie de actos por parte de la clase política con consecuencias a nivel mundial. El tratamiento que se imprima al tema al llevarlo a la pantalla grande juega un papel importante en la percepción del público.
Curveball nos trajo la prueba a la Berlinale con una comedia política que fue ampliamente elogiada tanto por el público como por los críticos que asisten al encuentro cinematográfico alemán.
El nombre de la cinta Curveball alude al pseudónimo que se dio a la persona que se suponía ser informante más valioso durante la guerra en Irak en que fue derrocado Saddam Hussein.
Los cineastas alemanes, Johannes Naber y Oliver Keidel escribieron también el guión. Curveball está inspirada en hechos reales sobre el papel determinante que jugó Alemania en la transmisión de información a Estados Unidos en el conflicto con Irak en los años noventas.
El personaje central, Wulf, interpretado por el actor alemán Sebastian Bloomberg empleado de la Bundes Nachrichten Dienst (BND) el servicio de inteligencia alemán y experto en armas biológicas es enviado a Irak para comprobar los malévolos planes de Saddam Hussein en la producción de una bacteria Bacillus anthracis como letal y peligrosa arma biológica, un enemigo silencioso, mortífero. El Antrax es una enfermedad infecciosa que ya era conocida por ser padecida por animales. Una variante de esa enfermedad que ataca los pulmones puede ser mortal para el ser humano.
Un ciudadano iraquí de nombre Rafid Alwan solicita asilo en Alemania pues afirma haber trabajado como ingeniero en un programa ultrasecreto de armas biológicas desarrollado bajo el gobierno de Hussein. El funcionario alemán está comisionado para establecer los contactos con el iraquí y trasladarlo a Alemania. El iraquí accede a “ revelar” los secretos bajo la condición de recibir un pasaporte alemán que le permita residir en el país Europeo junto con su familia.
La historia reveló años después que toda la información proporcionada por el iraquí- que actualmente reside en Alemania con su familia- no tenía fundamento alguno, la información era falsa.
La mentira había llegado ya muy lejos. La colaboración de Alemania con Estados Unidos fue vital en el tema de las supuestas armas biológicas del gobierno de Sadam Hussein y no había vuelta atrás.
Angelika Kettelhack, periodista alemana y con amplia experiencia en la política de su país, comenta para La Jornada:
“De hecho nuestro Ministerio de Defensa no debería de ostentar ese nombre, de nada tenemos que defendernos en ningún lugar: la prueba es lo ridículo que puede sonar escuchar que “nuestra libertad debemos defenderla también en Hindukush”(en la frontera entre Afganistán y Pakistán); en mi opinión debería de nombrarse “ministerio de guerra” los alemanes exportamos una cantidad inimaginable de armas y los tanques de guerra considerados los más grandes, fuertes y mejores del mundo”. En Alemania el servicio militar fue suspendido hace cerca de 10 años.