La esperanza es que los editores sean nuestros cómplices para que nuestras historias vean la luz, a eso es a lo que siempre apuesto
, añade la narradora en entrevista con La Jornada, quien se dice convencida de que hay que hablar de esos asuntos que atañen la cotidianidad y ponerlos sobre la mesa, principalmente porque son los chicos quienes lo piden.
Hay padres que son renuentes y conservadores, desean mantener a sus hijos en una burbuja, pero en esta época, con las redes de comunicación que existen, eso es prácticamente imposible, por eso, la literatura es una excelente respuesta, continúa la escritora, cuya obra ha padecido la incomprensión de algunos adultos. Por ejemplo, su libro Supernaturalia, ilustrado por los caricaturistas Helguera y Hernández, y que presenta historias sobre sitios encantados, duendes, animales, brujas y otros seres que pueblan el imaginario mexicano, fue tachado de satánico
en una escuela.
También causó molestia que en Peligro de suerte mencionara el caso Ayotzinapa o que en Polvo de estrellas hubiera un pasaje en el que los niños se organizan para defender un terreno de su colegio no enseñe a los niños a protestar
, le dijeron.
“Pero mis lectores se sienten identificados con los protagonistas, me agradecen que aborde esos temas, me escriben mucho. Un chavo de prepa me contó que su familia no quería que estudiara letras, metí mi cuchara y le dije: “estudia lo que tu quieras’; ahora está muy feliz en la universidad, estudiando la carrera de letras y con la certeza de que es necesario que cada día más escritores contemos las historias que los chicos desean leer.
“Los jóvenes de hoy hasta saben más cosas que sus padres, qué mejor que poder hablarlo y que sea por medio de la literatura; eso es muy dichoso. Por eso Los cazadores del Big Bang es una historia conmovedora. Me metí mucho en el personaje para hacerle un marcaje personal en todo lo que va sintiendo y viviendo, pues atraviesa por uno de esos momentos en la vida en los que te sucede algo desafortunado y todo comienza a caer como las fichas de dominó.”
Muñoz Ledo insiste en que en la época actual ya no ayuda mucho hablar sólo de hadas y superhéroes, “pues la realidad pesa y aquí está, a la mano. Los autores estamos trabajando los temas, los editores tienen que alcanzarnos, acompañarnos y a los papás les diría que escuchen y vean a sus hijos sin velos rosas.
“No sólo se darán cuenta de cómo están los muchachos, sino que conocerán que existen espacios literarios donde los jóvenes pueden encontrarse con personajes que están viviendo lo mismo que ellos. La idea de la literatura juvenil en México es no dejar en el abandono ni a la deriva a los chavos.
“Siempre se subestima a los niños y jóvenes, son de las poblaciones que no tienen voz en este país, al igual que los viejos y los indígenas; en ese caso estaban también las mujeres, pero ahora estamos alzando la voz. Incluso era un dicho de las abuelas: ‘los niños se ven, pero no se oyen’.
Eso está cambiando, porque los chicos están viviendo un acelere muy grande, saben muchas cosas, pero también su experiencia de vida es la que los marca, por eso es difícil que procesen todo lo que les ocurre. La literatura, en este contexto, aparece como la compañera perfecta
, concluye la escritora.
Los cazadores del Big Bang, de Norma Muñoz Ledo, se presenta hoy a las 16 horas en el salón Manuel Tolsá de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. Participan Verónica Murguía y la autora.