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El tango y el bolero se unen en 'Lo prohibido...'

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Jorge Ignacio y Raúl Garnica en concierto. Foto cortesía Ediciones Pentagrama
22 de febrero de 2020 21:25

Ciudad de México. El tango y el bolero se vuelven a unir. En esta ocasión lo harán el domingo 23 de febrero, cuando los intérpretes Jorge Ignacio y Raúl Garnica presenten su más reciente material discográfico, Lo prohibido. Del Bolero al Tango, del acordeón al bandoneón (Ediciones Pentagrama), en el Museo Nacional de las Culturas Populares a las 17:00 horas.

El disco surgió hace varios años y aunque este dueto no tenía definido su nombre, sí sabían algunas de las canciones que querían incluir. A partir de eso decidieron trabajar en un repertorio de 15 boleros que cuentan historias de amores no realizados, prohibidos, discriminados y escondidos, dijo Jorge Ignacio.

Entre las canciones que contiene el disco se encuentra: “Un poco más”, “Quémame más”, “Pecado”, “Cenizas”, “Encadenados” y “Pecado Mortal”.

“Aquí tenemos cualquier cantidad de cantantes mexicanos que hicieron bolero y tango en los años cuarenta y cincuenta. De alguna manera se hermanaron en ese momento. Nosotros no estamos inventando nada, simplemente le estamos dando el matiz tanguero”, mencionó en entrevista.

Para este cantante, las conexiones entre estos dos géneros musicales se encuentran definitivamente en las letras. Se debe tener en cuenta que a mediados del siglo pasado, ambos ritmos convivieron en medio de la difusión que se les dio en América Latina.

Así como hay una estrecha relación entre el bolero y el tango, pasa algo muy similar con el acordeón y el bandoneón: “El acordeón es el hermano mayor del bandoneón. Mientras éste apareció alrededor de 1820, el segundo lo hizo entre 1880 o 1890. Pertenecen a la misma familia de instrumentos de viento. Su mecanismo es similar aunque hay diferencias en la forma de ejecutarlo”, dijo.

Conexión con el público

Para Jorge Ignacio, la vigencia de estos géneros –en un momento en que hay muchos ritmos musicales que lo que intentan es banalizar las relaciones humanas--, se debe a la conexión emocional con el público.

“Lo que se hace bien permanecerá. Lo que estamos viviendo es una especie de bache existencial dentro de la humanidad, donde ésta intenta reencontrarse en el camino que tenemos respecto a la definición del arte. Hubo un momento en que el arte y el espectáculo quisieron fundirse, pero se generó una distorsión, ya que los espectáculos no contienen nada artístico, y éste exige un gran compromiso de quien lo practica”, comentó.

De hecho, los ritmos musicales que plantean la banalización de la sociedad están rodeados de intereses económicos que apuestan por ellos. Desde la aparición de la televisión a gran escala se comenzó a deteriorar la calidad de los espectáculos que se presentaban. El arte se convirtió como en una fábrica: “estamos haciendo muchas cosas que se venden muy rápido y cada vez nos piden más”, dijo el músico.

 

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