Ciudad de México. La cena que el jefe del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, ofreció a empresarios para la compra de boletos para la rifa
del avión presidencial dista de ser una extorsión, fue un paliativo al hecho de que no exista una política fiscal progresiva, pues la actual administración federal necesita de la inversión privada, opinaron especialistas.
En entrevista con La Jornada, Magdalena Galindo, catedrática de la Facultad de Economía de la UNAM, consideró que las cantidades que aportaron los asistentes del sector privado fueron voluntarias y no representan tanto en comparación con las fortunas de algunos de ellos (https://bit.ly/2SJbcCw).
Desde el inicio del gobierno de López Obrador el acercamiento con la iniciativa privada ha sido poco a poco, pues durante las elecciones de 2018 la actitud de algunos industriales fue hostil, lo cual ha cambiado en el primer año de administración, comentó.
Hay un grupo que considera que es mejor adaptarse a las nuevas circunstancias que continuar en la batalla contra el Presidente
, subrayó. Sin embargo, agregó, lo anterior no significa que los empresarios que no están de acuerdo con él no existan.
La catedrática enfatizó que López Obrador no se comprometió con los empresarios a devolver la aportación con concesiones de obras gubernamentales o condonar impuestos, pues esa práctica es imposible legalmente.
El que no haya condonación de contribuciones equivale a una reforma fiscal silenciosa, porque aumentar la tasa de impuestos no es tan importante como que las empresas paguen lo que están obligadas.
Cerrar filas
Mauro Jarquín, catedrático de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y colaborador de esta casa editorial, manifestó que dicha cena fue para cerrar filas, tanto por el gobierno federal como por un sector del capital nacional más cercano al Consejo Coordinador Empresarial entorno al proyecto de desarrollo para los años próximos.
Recordó que López Obrador goza de 70 por ciento de legitimidad, de acuerdo con varios sondeos, pero ésta debe ser acompañada por el incremento de la inversión privada para compensar los efectos de su política de austeridad republicana.
Jarquín indicó que el dato más importante fue el anuncio del Acuerdo de Inversión en Infraestructura del Sector Privado (https://bit.ly/2Hmip6n), pues comprende prácticamente la columna vertebral del proyecto de desarrollo económico del gobierno federal
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El catedrático consideró que la idea de que la cena fue una extorsión es distante. “Es parte de un acuerdo sistemático de mantener constantes acercamientos, porque también, hay que decirlo, el gobierno de Andrés Manuel genera muchísimas tensiones. Cuando el Presidente hace alguna aseveración en sus mensajes matutinos genera reacciones, pero la mejor forma –para un mandatario con tanta presencia pública y carisma– de poder sortear las aguas en un océano como el de la política mexicana es el trato directo, y lo que López Obrador hace es tratar directamente a quien le interesa mantener cerca”, apuntó.
La cena, dijo, fue un paliativo al hecho de que no exista una política fiscal progresiva, pues el gobierno necesita inversión privada. Lo que vimos fue un acto de buena fe, porque en lugar de que el gobierno impulse una política que grave el gran capital, progresiva, lo que está haciendo es tocar el corazón de los empresarios para que puedan donar
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La cifra que dio a conocer el mandatario –3 millones de boletos para la rifa
del avión presidencial, equivalentes a mil 500 millones de pesos– en ningún sentido fue un atraco del gobierno. Es, más bien, un gesto de buena voluntad y un guiño de los empresarios que va a seguir igual
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El politólogo destacó que la negativa de algunos empresarios a participar responde a las formas culturales que jamás se habían visto en la Presidencia, porque se han dejado de lado las formas elitistas y han sido sustituidas por prácticas populares, lo que molesta.
Añadió que hay industriales que no quieren pagar impuestos, que no desean ponerse las pilas
con la responsabilidad social, pero son enclaves de resistencia al gobierno actual que no se han generalizado en toda la iniciativa privada, sino únicamente en algunas organizaciones, como la Confederación Patronal de la República Mexicana.