Ciudad de México. En América Latina (AL) y el Caribe, 80 millones de niños y adolescentes de cero a 17 años enfrentan algún tipo de precariedad habitacional, ya sea por las condiciones de hacinamiento, falta de acceso a agua potable y drenaje o por la fragilidad de los materiales de construcción, lo que afecta sus derechos a una vida sana y con acceso a la educación.
Los principales hallazgos del informe Diagnóstico de la infancia urbana en América Latina y el Caribe, elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), revelan que 51.2 por ciento de los niños y adolescentes que viven en zonas urbanas de la región habitan en hogares con algún tipo de precariedad habitacional.
Se estima que 22 por ciento viven en precariedad moderada y 29 por ciento en condiciones graves de daño habitacional, lo que afecta a por lo menos 18 millones de niños y adolescentes.
En un avance del documento, de próxima publicación, Mónica Rubio, asesora de políticas sociales en la oficina regional de la Unicef para América Latina y el Caribe, advierte que los menores de 0 a 17 años tienen 44 por ciento más probabilidades que un adulto de vivir en condiciones habitacionales deficitarias.
Subraya que las privaciones en el contexto habitacional limitan otros derechos. La falta de agua potable, saneamiento y energía tienen consecuencias dañinas para la salud; la falta de materiales de calidad en la construcción de las viviendas expone a las personas a riesgos climáticos y a la inseguridad, en tanto que el hacinamiento y la falta de electricidad impiden contar con un espacio adecuado para estudiar y descansar.
Probabilidad de morir antes de los cinco años
En el caso de México, el informe revela que 24.7 por ciento de su población urbana de cero a 17 años vive en precariedad habitacional grave; 24.8 en déficit leve, y 50.5 por ciento sin carencias.
Agrega que entre los factores de precariedad habitacional más frecuentes para niños y adolescentes en zonas urbanas, el hacinamiento afecta a 34.2 por ciento; 21 sufre carencias en el saneamiento, como acceso al drenaje; mientras 16 por ciento vive en hogares construidos con materiales precarios. A ello se suma que 8 por ciento no tiene servicio de agua potable y 10 carece de energía eléctrica en sus viviendas.
Por lo que respecta al efecto de la precariedad habitacional en el goce de derechos esenciales para la infancia y la adolescencia, el documento destaca que aquellos menores que viven con un déficit habitacional tienen mayor probabilidad de morir antes de los cinco años; padecer desnutrición, no acceder a servicios de salud; tener una atención prenatal deficiente; enfrentar embarazos tempranos y no asistir a la escuela en la adolescencia
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