Ciudad de México. Uno de los desafíos de un gobierno progresista ocurre cuando luchadores sociales utilizan la movilización para ascender en la escala burocrática de manera desvinculada de su comunidad, advirtió Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia.
Un gobierno progresista exitoso depende de una relación sana entre la organización social, su dirigencia y la relación de ambos con el Estado, un flujo que se ve interrumpido cuando la dirigencia usa al movimiento para promover su ascenso político, señaló el también académico en la conferencia El proceso boliviano en el contexto latinoamericano hoy, impartida en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es positivo que sectores marginados asciendan a la burocracia y constituyan Estado desde la lucha social, si las motivaciones son genuinas y no interrumpen la relación entre dimensiones del gobierno progresista, consideró el académico.
Que indígenas, campesinos, líderes sindicales, luchadores sociales constituyan gobierno es “una belleza”, calificó García Linera, la realización misma de la igualdad.
El peligro que esta dinámica encierra es cuando se utiliza como una estrategia de movilidad social individualizado, que paraliza al gobierno progresista, lo debilita y lleva a que otros grupos ocupen el poder, indicó el exvicepresidente de Evo Morales.
“Hay que estar en el Estado y hay que estar fuera del Estado, un buen ministro es tan importante como un buen dirigente, y un buen dirigente es tan importante como un comentarista de la televisión”, señaló.
Poder político y económico sin respaldo social y cultural es débil, transitorio y vulnerable ante las fuerzas conservadoras, indicó el exvicepresidente.
“Las victorias siempre dejan sembradas las semillas de las nuevas derrotas”, advirtió García Linera desde el auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades de la universidad.