Ciudad de México. El sector privado busca que el periodo de transición para modificar el etiquetado para alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasadas sea en dos años y no en seis meses como las nuevas disposiciones de la Norma Mexicana 051, que aún está pendiente de publicar, exige.

Jaime Zabludovsky, presidente ejecutivo del Consejo Mexicano de la Industria del Consumo (ConMéxico), indicó que aún se desconoce cuándo será publicado el marco que recientemente fue modificado por el gobierno federal, pero las empresas dedicadas a elaborar alimentos procesados pretenden que el periodo de cambio concluya en dos años una vez publicada la NOM 051.

Zabludovsky insistió que la nueva reglamentación fue resultado de una imposición, pues los comités, tanto de Salud como de Economía, tienen una mayoría de representantes del gobierno, por lo que subrayó que el nuevo etiquetado que consta de octágonos negros de advertencia será “inútil”, porque no informa al consumidor y borra de juego las porciones, por lo que un producto, en diversos tamaños, no detallará las cantidades de nutrientes que se deben ingerir al día.

El directivo de ConMéxico señaló que al sector privado le preocupa la confusión que causará el etiquetado a la población. Sin embargo, consideró que la industria seguirá comprando los productos porque el caso ejemplo de Chile, donde existe un etiquetado similar, ha demostrado que las personas no hacen caso a las advertencias.

“Creemos que este etiquetado es un retroceso a lo que tenemos el día de hoy, por que elimina la información relevante que tienen los consumidores el día de hoy”, apuntó.

Lorena Cerdán, directora general de ConMéxico, insistió que la política pública que debió predominar es educar a la población a leer el etiquetado, pues la Encuesta Nacional de Salud de 2018 demostró que 75 por ciento de la población entiende el etiquetado y solo 36 por ciento lo usa para determinar la compra de los productos.

“Una de las cosas que nos ha llamado la atención es que para reformular este proyecto, la autoridad no tomó en cuenta sus propias cifras oficiales”, destacó.

“El problema no es el etiquetado, independientemente del sistema que se use, lo que nosotros hemos visto es que los etiquetados números como el que tenemos hoy son más difíciles de comprender, pero son más útiles cuando los comprendes”, agregó.

La industria procesadora compra 75 por ciento de sus productos y aporta medio millón de trabajos directos, aunque está cantidad incrementa 1.5 millones más con la cadena de valor.