Londres. Reino Unido finalmente se retiró ayer de la Unión Europea y se encaminaba a un futuro incierto, dando la espalda después de 47 años al proyecto de posguerra para articular países europeos arruinados en una potencia global, lo que representa un histórico golpe al bloque comunitario.
Como si fuera una metáfora de lo que algunos consideran 47 años de preponderancia europea, el Brexit entró en vigor en el último segundo del día... en la Europa continental, las 23 horas para los británicos.
El Brexit, el mayor cambio geopolítico desde que Gran Bretaña perdió su imperio global, se concretó a las 23:00 GMT, un hito que el primer ministro, el conservador Boris Johnson ensalzó como el amanecer de una nueva era.
Con gritos de júbilo, una marea humana de partidarios del Brexit celebró bajo la lluvia una gran fiesta frente al Parlamento de Westminster, que durante tres años fue escenario de acalorados debates sobre la cuestión más importante y divisiva en la historia reciente del país.
Miles ondeaban banderas, cantaban y se deleitaban en una mezcla de nostalgia, patriotismo y desafío. Este es un día fantástico, dijo Tony Williams, de 53 años, del sureste de Londres. Somos libres, desde las 11 en punto, lo hemos logrado (...) Lo hemos logrado.
Esto no es un final, sino un comienzo, dijo el primer ministro Boris Johnson en un mensaje pregrabado la nación.
Sé que podemos convertir esta oportunidad en un éxito impresionante, agregó el hombre que, al poner fin a años de crisis política que acabó con la carrera de sus dos predecesores, David Cameron y Theresa May, se apuntó una enorme victoria personal.
Un reloj proyectado en la fachada de Downing Street marcó la cuenta atrás hasta el momento en que, por primera vez en su historia, la UE perdió un miembro y ganó un poderoso competidor.
“Queremos que este sea el comienzo de una nueva era de cooperación cordial.
“Para muchas personas, este es un asombroso momento de esperanza, un momento que pensaron que nunca llegaría.
Nuestro trabajo como gobierno, mi trabajo, es unir a este país ahora y llevarnos hacia adelante, dijo Johnson.
Horas antes, cerca del Parlamento, algunas personas quemaron una bandera europea.
Pero muchos británicos lamentan la pérdida de su identidad paneuropea, y algunos conmemoraron la salida con vigilias. A pocos metros, los detractores del Brexit, entre ellos jóvenes que no votaron en el referendo de 2016 y ahora ven su futuro truncado, vertieron sus lágrimas.
Siento pena, tristeza. Es muy, muy terrible que esto esté sucediendo, dijo Katrina Graham, de 31 años.
Mucho ha llovido desde que 52 por ciento de los británicos votó por abandonar la UE pero, según una encuesta publicada esta semana, sólo 30 por ciento de los proeuropeos completó el duelo sicológico de esta ruptura.
La canción más descargada esta semana en Reino Unido fue el himno europeo.
El momento se vivió especialmente mal en Escocia, nación semiautónoma que votó muy mayoritariamente contra el Brexit.
Esta tristeza está llena de ira, afirmó su primera ministra, Nicola Sturgeon, al prometer hacer todo lo posible para lograr un nuevo referendo de independencia.
En Irlanda del Norte, donde se teme que el Brexit desestabilice la frágil paz que puso fin a tres décadas de sangriento conflicto, los eurófilos levantaron en Belfast una gran pancarta que decía: “Esta isla rechaza el Brexit”.
En Bruselas, se arrió la bandera británica que ondeaba frente al Consejo Europeo. El Brexit, una vez considerado el sueño improbable de un equipo heterogéneo de euroescépticos, también debilita a la UE, concebida como una forma de unir en paz a las principales potencias de Europa después de siglos de conflicto.
La UE había advertido a los británicos que irse sería peor que quedarse.
En Bruselas, se bajó la bandera británica de la sede de la UE. Sin embargo, poco cambiará de inmediato, ya que un periodo de transición mantiene al Reino Unido como miembro en todo, menos en el papel, hasta finales de 2020.
Los críticos dicen que la salida es una locura que debilitará a Occidente, torpedeará lo que queda de la influencia de Gran Bretaña, socavará su economía y, en última instancia, lo dejará como un conjunto de islas menos cosmopolitas.
Boris Johnson, celebró la escisión europea con espumante vino inglés y una serie de bocadillos locales como el queso azul de Shropshire y pasteles de carne de Yorkshire.
Reino Unido entró en la Comunidad Económica Europea –antecesora de la UE– en 1973, tras sufrir dos vetos de Francia, en 1963 y 1967, preocupada por la agricultura francesa y temiendo que fuera un “caballo de Troya“ de Estados Unidos.
Reino Unido consigue entrar en la Comunidad Económica Europea en 1973, con Georges Pompidou en la presidencia de Francia.
Pero la relación fue siempre complicada: los británicos no adoptaron la moneda única ni la libre circulación de personas, pidieron pagar menos al presupuesto europeo y siempre se opusieron a la integración política. Pese a todo, el resultado del referendo sorprendió y muchos lo explicaron como una reacción desesperada de los olvidados por la globalización, que querían así hacer oír su voz.
El Brexit estaba previsto para el 29 de marzo de 2019. Pero la pugna en el Parlamento entre sus partidarios y sus detractores llevó a más de tres años de bloqueo político, roto por fin por Johnson cuando obtuvo una aplastante mayoría en las legislativas de diciembre.
-Espléndido aislamiento-
Al retomar un término que definía la política exterior británica en el siglo XIX, cuando se mantenía al margen del continente europeo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió de los riesgos de este espléndido aislamiento.
A partir de ahora, Johnson tendrá por delante la difícil misión de negociar tratados comerciales con la UE, pero también con Estados Unidos, su gran baza para remplazar a su principal socio comercial.
Ahora podrán hacer las cosas de forma diferente, afirmó el secretario de Estado estadunidense, Mike Pompeo, al resaltar los enormes beneficios de esta nueva libertad.
Pero las negociaciones no serán fáciles: Washington presionará para que Londres sea más laxo en materia de salud o medioambiental, mientras Bruselas –temerosa de una competencia desleal– pedirá que se respeten estándares laborales y ecológicos.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseguró que Europa será muy firme en estas negociaciones. Sin embargo, no lograr un acuerdo comercial a tiempo representaría una amenaza existencial para la economía de la vecina Irlanda, advirtió su primer ministro Leo Varadkar.
El Brexit es una señal de advertencia histórica que debe resonar en cada uno de nuestros países, consideró el presidente francés, Emmanuel Macron, mientras para la canciller alemana Angela Merkel marca una profunda ruptura para Europa.