Bagdad. El nuevo primer ministro de Irak, Tawfiq Allawi, pidió el sábado el apoyo de los oprimidos, horas después de que fue nombrado por el presidente Barham Salih, pero los manifestantes rechazaron de inmediato al nuevo jefe de gobierno por considerarlo una marioneta de la elite política.
En Bagdad y en las ciudades del sur, los manifestantes que acamparon durante meses exigiendo la destitución de la clase gobernante de Irak y lograron derrocar al anterior primer ministro, corearon "rechazamos a Allawi" y sostuvieron carteles de su rostro con una cruz roja.
Salih nombró a Allawi después de más de dos meses en que legisladores de partidos rivales no lograron escoger al sucesor de Adel Abdul Mahdi, quien renunció en noviembre durante disturbios masivos.
Allawi tiene un mes para formar un gobierno y lo liderará hasta que se celebren elecciones anticipadas, para las que no se ha fijado una fecha. El ex ministro de Comunicaciones probablemente quedará atrapado entre los partidos que lucharán por puestos en el gabinete, prolongando el estancamiento político.
Tendrá que lidiar con los dos bloques rivales más grandes del Parlamento, el liderado por el clérigo populista Moqtada al-Sadr y otro formado por partidos respaldados por Irán con vínculos con poderosos grupos paramilitares.
En un discurso formal al país transmitido por la televisión estatal la noche del sábado, Allawi se comprometió a construir un "estado de libertad y justicia", a trabajar para satisfacer las demandas de los manifestantes de empleos y servicios y poner fin a la corrupción generalizada, especialmente por parte de grupos políticos y de militantes apoyados desde el extranjero.
"Prometo proteger a los manifestantes pacíficos y liberar a prisioneros inocentes (...) que se celebren elecciones anticipadas (...) y proteger a Irak de toda interferencia extranjera", afirmó.
Dijo que la elección sería supervisada por observadores internacionales, pero no dio más detalles.
Sostuvo que renunciaría si los bloques políticos intentan imponer candidatos para puestos en el gabinete y pidió a los manifestantes que sigan protestando hasta que se cumplan sus demandas.
Allawi tendrá que lidiar con grupos de milicias y partidos respaldados por Irán, que han llegado a dominar Irak luego de la invasión liderada por Estados Unidos que derrocó al dictador Saddam Hussein en 2003.
Desde la derrota de Estado Islámico en Irak en 2017, esas milicias han ganado un poder aún mayor en el Parlamento y en la economía.
Algunas de esas milicias han estado involucradas, junto con las fuerzas de seguridad, en la represión contra los manifestantes que comenzaron sus protestas en octubre. Cerca de 500 personas han muerto en los disturbios.
Poco después de que Allawi fue nombrado, los manifestantes se reunieron en Bagdad y en las ciudades del sur para protestar, incluso en la Plaza Tahrir, el centro del levantamiento en la capital iraquí.
Allawi, ministro de Comunicación del ex primer ministro Nuri al-Maliki -quien lideró al país durante el período en que Estado Islámico tomó el control de varias ciudades iraquíes en 2014 y está acusado de seguir políticas para favorecer a los chiíes-, es visto por los manifestantes como parte de la elite gobernante y, por lo tanto, su nombramiento es inaceptable.