En el primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador el desempeño del PIB estuvo lejos de la promesa de un crecimiento de al menos 2 por ciento, que todavía en agosto pasado pronosticaba el mandatario. Sumado a ello, es el primer dato negativo desde 2009, cuando la crisis financiera internacional arrasó con varias economías.

Analistas de Banco Base, Barclay’s y Citibanamex resumieron que la caída por 10 meses consecutivos en la inversión en maquinaria y equipo, así como la desaceleración del consumo, la construcción con 17 meses en crisis y el retraso en el gasto público inhibieron el crecimiento; el único desempeño positivo fue el de las exportaciones.

Entre los elementos externos, bajó la incertidumbre por la ratificación del Tratado México-Estados Unidos y Canadá y por el conflicto comercial entre China y el gobierno de Donald Trump.

Félix Boni, director general de análisis en HR Ratings, consideró que todo sumó, tanto el entorno internacional como el local y en este último no ayudaron las altas tasas que se llegaron a tener por efecto de la inflación, sumadas al alto grado de endeudamiento que se arrastra en la finanzas públicas desde años atrás. 

Curva de aprendizaje

Los cambios de gobierno se resienten en el PIB por la contención del gasto y la curva de aprendizaje de la nueva administración, pero 2019 es el segundo inicio más bajo de los pasados tres sexenios. Con Vicente Fox se dio el peor dato de este siglo, el PIB se contrajo 0.4 por ciento; con Felipe Calderón creció 2.3 por ciento y con Enrique Peña Nieto, 1.4 por ciento.

Hay una delgada línea entre el estancamiento severo y una recesión económica, creemos que el PIB se quedó en el límite, explicó Gabriela Siller, directora de análisis de Banco Base. No podemos dorar la píldora, hubo una fuerte desaceleración, resumió Sergio Luna, director de estudios económicos de Citibanamex.

Lo publicado por Inegi varió ligeramente de las previsiones de organismos internacionales que en general estimaron cero de crecimiento. Por su parte, el Banco de México estimó un rango de -0.2 a 0.2 por ciento. Y el pronóstico más alto y errado lo proporcionó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que en septiembre pasado estimó un promedio de 0.9 por ciento.

Tras volverse constante en los reportes trimestrales del PIB, el Presidente optó por remarcar que su administración prefiere el desarrollo frente al crecimiento. No obstante, su gabinete salió en tres ocasiones a hablar de medidas para empujar la economía un par de días antes de que el Inegi publicara reportes del PIB.

La última se dio esta semana, cuando se mencionaron cifras aún no firmes del Acuerdo Nacional de Inversión en Infraestructura del Sector Privado para el sector energético y un gabinete para el crecimiento económico, que estará bajo la coordinación de Alfonso Romo, quien pasó de empresario a jefe de la Oficina de Presidencia. Al hablar de su encomienda, el funcionario resumió: en pocas palabras (el Presidente) nos dijo: sin crecimiento no hay nada qué ofrecerles a los 50 millones de pobres.

Marco Oviedo, economista en jefe de Barclay’s para América Latina, estimó que dichos anuncios tendrán muy poco efecto sobre la confianza en 2020, hasta que no se amplíen inversiones en el ramo energético a aguas profunda. Felix Boni agregó que el año pasado había muchos factores de incertidumbre, pero los esfuerzos del gobierno federal de mejorar la confianza pueden tener más éxito en este.

Por su parte, Siller consideró que ninguna de las medidas tomadas por el gobierno han tenido efecto para sumar confianza. Se debe decir no sólo desde el frente de Presidencia, sino también de Hacienda, que no va a haber cambios fiscales para que haya un mejor ambiente para los negocios, consideró.

Los datos de este 30 de enero son preliminares y podrían cambiar en la revisión del próximo 25 de febrero, detalló el Inegi.