La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) fracasó y fue concebida como “escaparate para el consumo al extranjero y dar una imagen favorable, pero no más que una pantalla, uno más de esos organismos públicos solo en apariencia autónomos, estructurado con fines cosméticos, para administrar los problemas de los gobiernos y esconder los abusos de poder y poner en la congeladora conflictos que no eran del interés de los gobernantes o les resultaban incómodos”.
Con esa definición, se presentó ante la Comisión Permanente del Congreso la titular de la CNDH, Rosario Piedra, a entregar el informe anual de esa institución, reporte que –precisó- se refiere a las labores de la anterior presidencia.
Piedra presentó un panorama de excesos en la comisión, desde los viajes a los extranjeros, bonos e incluso una chef y sus ayudantes, con altos salarios y planteó al Congreso una reforma que transforme a la CNDH, porque el modelo con la cual se concibió en 1999 “está agotado y hay que crear algo mejor”.
Sostuvo que el presupuesto de la comisión se incrementó a grado tal que “es más costosa que la Corte Interamericana de Derechos Humanos” y denunció que incluso hasta el año pasado se aplicó la “conclusión irregular de casos”.
En una presentación inicial, que se alargó, expuso que “puede concluirse el fracaso de la CNDH, uno de los más costosos y afrentosos para los mexicanos, porque su dispendiosa burocracia no respondió a las expectativas ni se condujo con transparencia”.
Convocó a senadores y diputados a “caminar juntos en una iniciativa que abone a la transformación de la CNDH. Es tiempo de cambiar y la comisión será parte del cambio”.