En el tema migratorio, México ha abandonado ya la “política de puertas y brazos abiertos” con la que inició la actual administración, y ha optado por la de “un ingreso ordenado, pero con contención a Estados Unidos”, señaló David García Contreras, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en temas internacionales.
Explicó que son varios los factores, entre ellos las presiones ejercidas por Estados Unidos, que han obligado al gobierno mexicano a modificar su política migratoria inicial. “La propia realidad se ha encargado de decirnos que ésta, la política de brazos abiertos, no es la más plausible, ni para la política interna, ni para la estabilidad y también, por supuesto, para poder atender a los migrantes”.
En entrevista, el académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón señaló que hoy el gobierno mexicano está dispuesto a aceptar el ingreso ordenado de migrantes, pero con la condición de que no traten de llegar a Estados Unidos y permanezcan en territorio nacional, en los programas de trabajo anunciados.
García Contreras, profesor de Relaciones Internacionales, enumeró una serie de factores que han provocado que el gobierno mexicano haya cambiado su política migratoria. Entre ellos, citó inicialmente la oleada de migrantes organizados que llegaron al país precisamente en caravanas, lo cual fue un elemento que hasta ese momento no se presentaba en la región.
Esta circunstancia, añadió, rebasó totalmente la infraestructura, en el número de personal del Instituto Nacional de Migración (INM) y toda la capacidad de los albergues, el sistema de salud y la posibilidad de darles opción de trabajo a los migrantes. Y con ello, la realidad también rebasó el discurso gubernamental de puertas y brazos abiertos en el tema migratorio, dijo.
A estos factores, se sumaron también el modesto desempeño de la economía nacional en el primer año de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, y que hizo que se convirtiera en un elemento de presión muy fuerte, además de un aumento en el rechazo a la migración por parte de la población mexicana.
Dijo que aunque las cifras varían, en términos generales, uno de cada dos mexicanos rechaza las migraciones masivas de ilegales, ya sea de centroamericanos, o de cualquier otra región del mundo como África. Un ejemplo de ello se da en las ciudades de Tapachula y Tijuana, donde “la migración ha puesto en jaque” a la convivencia, al sistema de salud, a la inseguridad. “No es lo mismo analizar este fenómeno a la distancia, desde un lugar distante, que verlo todos los días en las calles de tu comunidad, y sentir que las cosas empiezan a cambiar”.
Además, citó que las presiones de Estados Unidos han terminado por modificar la política migratoria de México. Por ejemplo, la amenaza de imposición de aranceles a productos mexicanos tuvo un efecto decisivo en 2019, y provocó que se “sellara la frontera y obligó a lo que hoy estamos viendo. El uso de la Guardia Nacional para contener el flujo migratorio”.
En este sentido, el académico de la UNAM señaló que la contención de la migración es la primera acción que se le asignó a la Guardia Nacional, aunque luego han venido los hechos violentos vinculados al narcotráfico. “Pero la primer tarea fue el migratorio”, insistió.
Así, actualmente, dijo que de acuerdo a datos oficiales, en el sur del país están asignados 11 mil 965 de la Guardia Nacional y en el norte otros 14 mil 955 miembros.