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Putin acomoda sus piezas para continuar en el poder más allá de 2024

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El presidente ruso Vladimir Putin cesó el gobierno en pleno y anunció que el ya dimitido primer ministro Dimitri Medvediev ocupará un cargo de nueva creación como presidente adjunto del Consejo de Seguridad. Foto Afp
15 de enero de 2020 11:32

Moscú. El presidente Vladimir Putin aprovechó su Mensaje Anual –presentado este miércoles ante los miembros del Parlamento e invitados que integran la élite gobernante en Rusia–, para reafirmar su intención de seguir manteniendo las riendas del poder más allá de 2024, cuando concluye su actual y cuarto periodo en calidad de titular del Kremlin.

Y como primer punto del plan que dejó entrever, Putin –apenas horas después– cesó el gobierno en pleno y anunció que el ya dimitido primer ministro Dimitri Medvediev, su hombre de más confianza, ocupará un cargo de nueva creación como presidente adjunto del Consejo de Seguridad, encabezado por el propio Putin.

Medvediev, que despachará como una suerte de vicepresidente de Rusia, cargo que no existe, tendrá amplias responsabilidades en materia de defensa y política exterior, lo cual es un magnífico trampolín para su eventual postulación como candidato a la presidencia dentro de cuatro años sin el desgaste de imagen que, a querer o no, tendrá cualquier primer ministro por las decisiones draconianas en materia de política económica que se antojan inevitables.

Entretanto, una figura desconocida para el gran público –a pesar de que desde abril de 2010 se desempeñaba como director del Servicio Federal Fiscal, una institución que sí conocen todos los rusos–, el economista Mijail Mishustin, será el siguiente primer ministro de Rusia y, en el tablero de Putin, tendrá como pieza secundaria una función eminentemente técnica.

Quedó claro en el Mensaje que Putin necesita tener una Constitución a medida y, por ello, propuso hacer enmiendas esenciales a la Carta Magna para contar con un renovado sistema político, aún por definir en el detalle (según evolucionen las cosas) y cuya paternidad, una vez adoptadas las reformas en el Parlamento donde el oficialismo tiene mayoría calificada de dos tercios, será endosada a la población, requisito para legitimarse, mediante alguna forma de aprobación “popular” (Putin por ahora eludió mencionar la palabra referéndum).

El jefe del Kremlin quiere que la Carta Magna establezca la preeminencia de las leyes de Rusia sobre el derecho internacional, cuando así convenga a los intereses rusos; que el Consejo de Estado con funciones ampliadas adquiera mayor peso jerárquico entre las instituciones públicas; que la Duma obtenga más responsabilidad y mayores facultades, entre ellas desempeñar un papel decisivo en la designación del primer ministro y miembros del Gabinete.

Putin también desea que un político leal pueda ser elegido presidente –al día de hoy léase Medvediev–, cerrando la puerta a muchos opositores que no puedan cumplir estos requisitos: haber vivido en Rusia los últimos 25 años de manera consecutiva y nunca haber tenido ciudadanía ni permiso de residencia de otro país.

Desde su perspectiva, deben limitarse las prerrogativas del siguiente presidente de Rusia, que ya no podría reelegirse más de un vez, al tiempo que –en la búsqueda de nuevos equilibrios– la designación de los ministros de Defensa, del Interior, Guardia Nacional y las agencias de seguridad y de espionaje tendrá que ser aprobada por el Senado, cuyos miembros son designados por el Kremlin.

En síntesis, dentro de cuatro años, Putin no será Presidente, pero puede seguir al frente de Rusia en el cargo de mayor jerarquía, según quede el reparto de las facultades tras la reforma constitucional, es decir, como presidente del Consejo de Estado, primer ministro o titular de la Duma o del Consejo de la Federación. El título es lo de menos, Putin seguirá como máximo gobernante, una especie de “padre de la nación” vitalicio.

Previo a lanzar la bomba de las enmiendas a la Carta Magna, Putin dedicó la primera parte de su Mensaje a prometer a los sectores menos favorecidos que este año vivirán mejor con los subsidios que piensa repartir entre los pobres, los escolares, los maestros de escuela, los estudiantes, los médicos, los enfermeros…

Entre otras medidas, y como guiño a los más pobres y a los jubilados, Putin dijo que la Constitución debe incluir los compromisos del Estado en el sentido de que el salario mínimo no puede ser inferior al nivel de subsistencia y de que las pensiones serán indexadas de modo regular para suavizar los embates de la inflación.

Para estimular la natalidad, los padres recibirán un subsidio desde el nacimiento del primer hijo, los matrimonios de jóvenes tendrán acceso a hipotecas preferenciales y se abrirán más guarderías.

Asimismo, los escolares tendrán almuerzos gratis hasta el cuarto año de primaria, habrá más plazas gratuitas en las instituciones de educación superior, mejorarán el equipamiento de las policlínicas y los hospitales, se comprarán más medicamentos que no se fabrican en Rusia, se instalará fibra óptica en todas las escuelas y un largo etcétera de promesas similares.

Aunque son ofrecimientos con clara dedicatoria electorera –está previsto renovar la composición de la Duma en 2021–, no se descarta que las elecciones legislativas tengan que adelantarse, si el partido oficialista no consigue revertir su caída en términos de popularidad.

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