Ciudad de México. En su nueva novela, El juramento, publicada por Alfaguara, el escritor Ignacio Solares (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1945), plantea inquietudes existenciales, hace una crítica enérgica a la Iglesia católica, planta el misterio, como en toda su obra lo ha hecho, y habla acerca de la necesidad imperiosa de la espiritualidad para resolver los conflictos sociales de hoy.
El lector interesado puede remitirse en este momento a la contraportada de La Jornada de Enmedio, de la edición de hoy, donde publicamos un fragmento de la novela que da pie a esta entrevista:
–Las páginas de su novela acusan, además de su intensidad, un significado personal del autor. ¿En qué consiste?
–El significado fundamental es que se trata de una revelación que yo quisiera tener y naturalmente reflejé en el libro y que me ha transformado. Coqueteé con el Oriente, me leí buena parte de la literatura cercana a Oriente, practiqué la meditación trascendental y, de repente, algo me pasó, no tuve la revelación de mi personaje, por desgracia, pero me he vuelto profundamente cristiano. Antes, cuando tenía momentos de angustia, me tomaba un valium, ahora rezo un Padre Nuestro.
‘‘Este libro es en ese sentido el más importante de los que he escrito. Es determinante en mi vida. Tiene que ver con mi postura ante Cristo y ante la Iglesia, porque siento una profunda decepción. No me olvido de que Ratzinger y Juan Pablo II estuvieron en África cuando la crisis del sida y dijeron que no se podía usar el condón porque era pecado.
‘‘Yo creo que, como en el pasaje de los Karamazov, si regresara Cristo a la Tierra, el Papa lo mandaba a crucificar.
‘‘Hago este rodeo porque quiero aclarar que el libro es autobiográfico en toda la parte de los jesuitas. Estudié con ellos en Chihuahua y me marcaron, porque la Tarahumara es algo único para quien la conoce a fondo. Llevé medicinas y alimentos junto con sacerdotes como el padre Blanco, que aparece en la novela; cosí a una indígena que se estaba desangrando porque se lastimó con una piedra, como lo cuento ahí.
‘‘Todo es cierto, pero todo es novela. No he tenido la experiencia con la enfermera, ni la revelación, pero es un libro que me marcó para todo lo que me reste de vida. A veces pienso que last is best, como dicen los ingleses.
‘‘Dentro de esta crítica de la Iglesia planteo que el celibato entre los religiosos católicos hombres, sacerdotes y monjas, es criminal. ‘Padecemos una Iglesia medieval, que sufren mis personajes de El juramento.”
–La formación jesuita ha llevado a muchos hacia la búsqueda de la transformación de la sociedad. ¿Fue ese su objetivo también?
–Por más firme que sea el suelo que pisamos estamos rodeados de demonios, también de ángeles, y en cualquier momento pueden causar una hecatombe en nuestras vidas, quizá sin darnos cuenta. Si algo puede ayudar a nuestro mundo es la espiritualidad.
Somos parte del misterio
–Su novela comienza con la disyuntiva eterna de la existencia o no de Dios, pero, ¿qué le dice al lector ateo?
–Considero que el concepto Dios
va más allá de Dios, por eso me preocupé durante mucho tiempo por las sesiones espiritistas, por la magia, por lo oscuro, por lo otro, porque creo que no necesitas creer en Dios para tener una preocupación por algo más y ver una noche estrellada en la Tarahumara y sentir, como me dice el padre Blanco en la novela cuando le pregunto: ¿qué ve ahí?
, y me responde: vida
. Eso no podemos evitar sentirlo, somos parte del misterio.
‘‘Mis grandes amigos son ateos, los autores que más me han gustado son ateos; no tengo un particular acercamiento a los católicos, esmás, no soporto a los católicosortodoxos.
‘‘Hay una clave en mi literatura y en mi vida que es la duda; yo diría que toda mi literatura ha girado alrededor de la duda y esto me hace ser cambiante. En una época participé en la no creencia en Dios pero no dejé de deslumbrarme por el misterio. Lo que está detrás de todo lo que nos rodea y de la vida, es el misterio.”
–Formularé la pregunta que usted nos hace a su vez a los lectores al mero inicio de su novela: ¿existe Dios?
–(Ríe). Bueno, te lo voy a decir así: mi personaje tiene una revelación, ese es mi personaje. Yo sólo sé que a partir de que escribí la novela me volví muchísimo más cercano a la figura de Cristo; creo que sí, de alguna manera participa de la divinidad. No me preocupa tanto hasta dónde, me preocupa más como ser humano y me preocupa más como un personaje que vino al mundo a darnos un mensaje fundamental, y es que la base del cristianismo es que nos entreguemos a nuestro prójimo.
–Disculpe, no ha contestado usted la pregunta.
–Sí, sí creo en la divinidad de Cristo.
–Es decir, ¿sí existe Dios?
–Sí, Dios sí existe.
–Eso es todo. Muchas gracias.