Madrid. Un importante estudio internacional sobre la genética del cáncer de mama identificó más de 350 errores del ADN que aumentan el riesgo de que una persona desarrolle la enfermedad. En su trabajo, publicado en la revista Nature Genetics, los científicos aseguran que pueden involucrar hasta a 190 genes.
Esta investigación proporciona el mapa más completo hasta la fecha de las variantes genéticas relacionadas con el riesgo de estos tumores. Los investigadores involucrados, de más de 450 departamentos e instituciones de todo el mundo, adelantaron que los hallazgos ayudarán a proporcionar más detalles de cómo las diferencias en el ADN hacen que algunas mujeres tengan mayor riesgo que otras de desarrollar la enfermedad.
La mayoría del ADN es idéntico entre todas las personas, pero hay algunas diferencias, conocidas como variantes genéticas, y estos cambios pueden tener un efecto profundo, aumentando la susceptibilidad a la enfermedad. El material genético contiene entre 20 mil y 25 mil genes. Muchos codifican las proteínas, los ladrillos que conforman el cuerpo humano.
Alteración de una proteína
Las variantes pueden localizarse dentro de los genes, alterando la proteína. Sin embargo, la mayoría se encuentra fuera de los genes, a veces regulando la función de éstos, subiendo o bajando su volumen o incluso apagándolos.
Encontrar qué gen es el objetivo de estas variantes no es sencillo. La mayoría de las enfermedades son complejas y poligenéticas, es decir, que ninguna mutación genética o gen único causa la enfermedad, sino la combinación de varios de ellos actúa en conjunto para aumentar la probabilidad de sufrir una patología determinada. El cáncer de mama es una de estos padecimientos.
En anteriores estudios de la asociación del genoma completo (GWAS, por sus siglas en inglés), que consisten en comparar el ADN de las pacientes con el de personas sanas, se han encontrado alrededor de 150 regiones del genoma que afectan claramente al riesgo de cáncer de mama. Dentro de estas zonas, los investigadores saben que hay uno o más cambios genéticos que afectan el riesgo de desarrollar tumores, pero rara vez son capaces de identificar las variantes o genes específicos involucrados. Los estudios de mapeo, como este, permiten a los científicos reducir las variantes que contribuyen a la enfermedad, cómo podrían funcionar y predecir cuáles son los genes involucrados.
Mejor pista
Sabemos por estudios anteriores que las variantes de nuestro ADN contribuyen al riesgo de cáncer de mama, pero sólo en raras ocasiones los científicos han sido capaces de identificar exactamente qué genes están involucrados. Necesitamos esta información, ya que nos da una mejor pista de lo que impulsa la enfermedad y, por tanto, de cómo podríamos tratarla o incluso prevenirla
, explicó una de las autoras del trabajo, Laura Fachal, del Instituto Wellcome Sanger, de Reino Unido.
Análisis comparativo
En este nuevo estudio, investigadores de cientos de instituciones de todo el mundo colaboraron para comparar el ADN de 110 mil pacientes de cáncer de mama con el de unas 90 mil personas sanas. Al observar con mucho más detalle de lo que era posible anteriormente, identificaron 352 variantes de riesgo. Aún no está claro exactamente cuántos genes son el objetivo, pero los investigadores han identificado 191 con una confianza razonable; menos de uno de cada cinco de ellos había sido reconocido antes.
Este increíble conjunto de genes relacionados con el cáncer de mama recién descubiertos nos proporciona muchos más genes en los que trabajar, la mayoría de los cuales no han sido estudiados antes. Nos ayudará a construir un mapa mucho más detallado de cómo surge y se desarrolla el cáncer de mama. Sin embargo, el mero número de genes que se sabe que tienen un papel enfatiza lo compleja que es la enfermedad
, comentó Alison Dunning, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
De las variantes genéticas recién descubiertas, un tercio predispone a las mujeres a desarrollar cáncer de mama sensible a las hormonas, enfermedad que se encuentra en cuatro de cada cinco pacientes, y que responde a tratamientos hormonales como el tamoxifeno; 15 por ciento de las variantes genéticas predisponen al tipo más raro: de receptor de estrógeno negativo. Las variantes genéticas restantes tienen un papel en ambos tipos.
Variantes distintas
En la mayoría de los casos, el cambio genético afectó a la expresión de los genes (en otras palabras, a la actividad de un gen concreto y a la cantidad de una proteína específica que creó), en lugar de alterar la proteína en sí. Por ejemplo, nueve variantes diferentes regulan el mismo gen, el del receptor de estrógeno (ESR1). Muchas otras mutaciones afectan a lugares del ADN donde la proteína de ese gen se une y, a su vez, regula a otros.
No obstante, cada variante genética sólo aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de mama en una cantidad muy pequeña.
Los investigadores buscan afinar las pruebas y dar a las mujeres una imagen mucho más clara de su riesgo genético, lo que haría posible que médicos y clínicos proporcionen consejos sobre la mejor estrategia para reducir el peligro y prevenir la aparición de la enfermedad.