Madrid. El socialista Pedro Sánchez fue investido ayer presidente de un gobierno de coalición con Unidas Podemos, con lo que puso fin a un estancamiento político de casi un año en España tras una ajustada elección (sólo dos votos de diferencia), pero suficiente para imponerse en el segunda intento ante el Congreso de los Diputados.
No hubo ausencias ni sorpresas de última hora y el líder del Partido Socialista Obrero español (PSOE) recabó el apoyo de 167 diputados: 120 del PSOE, 35 de Unidas Podemos y sus confluencias, seis del Partido Nacionalista Vasco, tres de Más País-Equo-Compromís y los otros tres que suman los representantes de Teruel Existe, Nueva Canarias y Bloque Nacionalista Galego.
El bloque opositor quedó en 165 escaños: 88 del Partido Popular (PP), 52 de Vox, 10 de Ciudadanos, ocho de Junts per Catalunya, dos de la Candidatura de Unidad Popular, dos de Unión del Pueblo Navarro, y uno de Foro Asturias, del Partido Regionalista Cántabro y de la Coalición Canaria, cuya diputada Ana Oramas se mantuvo en el rechazo pese a que su formación había acordado abstenerse.
En la votación se contaron 18 abstenciones: los 13 de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y los cinco de Euskal Herria Bildu.
El resultado abrió paso al primer gobierno de coalición en España desde el fin de la dictadura, en 1975, el cual fue recibido con aplausos por la bancada socialista.
Los diputados de Podemos, formación heredera del movimiento antiausteridad de los indignados que entrará por primera vez al gobierno, estallaron al grito de sí se puede
. Su líder, Pablo Iglesias, lloró.
España abre un tiempo para reivindicar el diálogo y la política útil. Un gobierno para todas y todos que amplíe derechos, restaure la convivencia y defienda la justicia social
, se congratuló Sánchez en Twitter.
Llegado al poder a mediados de 2018 luego de una moción de censura que desbancó al conservador Mariano Rajoy, el socialista perdió un primer voto de confianza el domingo en la cámara baja.
Criticado en duros términos por la oposición de derecha y ultraderecha, se impuso ayer finalmente.
En un Parlamento muy fragmentado, fue clave la abstención de la formación independentista ERC, que significó un voto de confianza al PSOE aunque con escepticismo
, según expresó en la tribuna la diputada Montse Bassa.
En el acuerdo para que ERC permitiera la investidura de Sánchez, el gobierno central y el Ejecutivo regional catalán, controlado por los independentistas, deben instalar en dos semanas una mesa de diálogo para encauzar el conflicto político
en la rica región nororiental de 7.5 millones de habitantes.
El gobierno de coalición con Podemos, cuyo líder Pablo Iglesias ocupará una de las vicepresidencias, promete un giro a la izquierda con medidas como un alza impositiva a los más ricos, regulación de alquileres y la derogación parcial de una reforma liberal del mercado laboral.
Su concreción pone fin a una parálisis iniciada con las elecciones legislativas de abril, que tuvieron que repetirse en noviembre al fracasar la formación de un gobierno, pero analistas dudan de que ponga punto final a la inestabilidad crónica que vive España desde 2015, cuando voló en pedazos el bipartidismo de PSOE y PP.
El gobierno minoritario de 155 diputados se verá obligado a negociar a múltiples bandos para sacar cada iniciativa de ley en un contexto de polarización.
El nuevo Ejecutivo, cuya composición Sánchez debe hacer oficial en breve, sostendrá este viernes su primer Consejo de Ministros.
Sánchez rendirá juramento al cargo ante el rey Felipe VI este miércoles en el Palacio de la Zarzuela, informó la casa real, y la próxima semana anunciará su gabinete.
El conservador Partido Popular y la formación ultraderechista Vox volvieron a escenificar en el Congreso de los Diputados su firme oposición a un gobierno socialista.
Pablo Casado, líder del PP, acusó a Sánchez de desertar de sus obligaciones constitucionales
y convertirse en un hombre de paja
al servicio de formaciones nacionalistas que, a su modo de ver, buscan romper España.
Santiago Abascal, líder de Vox, utilizó la tribuna para denunciar una supuesta plaga de violaciones cometida fundamentalmente por extranjeros
, y acusó a Sánchez de formar un gobierno arrodillado
contra lo que él considera los enemigos de España
.