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La sombra detrás de Donald Trump/ Stella Calloni

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Uno de los reactores nucleares de Irán. Foto Afp/ archivo
05 de enero de 2020 23:11

Buenos Aires. El asesinato del general Qassem Soleimani, reconocido como un héroe nacional en su país y en su región, mediante un brutal atentado terrorista ordenado por el presidente de Estados Unidos Donald Trump por sugerencia de sus “asesores” personales, conmocionó al mundo en este comienzo de año tan complejo, marcado por grandes rebeliones populares en distintos lugares y en especial en América Latina, donde terminó el año 2019 con un golpe de Estado en Bolivia, preparado, asesorado y financiado por el gobierno estadunidense.

Junto con Soleimani, jefe de la fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, fue asesinado Abu Mahdi al Muhandis, el Comandante militar iraquí líder de las Fuerzas de Movilización Popular y otras 10 figuras importantes de ambos países. Fue un acción terrorista, que se constituyó en un acto de burda provocación, alentada por Israel cuyo nombre aparece en escasos análisis, aunque es clave en este caso, violando la soberanía iraquí y sabiendo que, Soleimani como un alto funcionario del Estado iraní tenía inmunidad diplomática, ajustándose incluso a los propios tratados antiterroristas firmados por Estados Unidos.

Fue asimismo un acto de declaración de guerra, lo que autoriza a Irán a recurrir ante Naciones Unidas ya que este tipo de crímenes viola el derecho internacional como lo reconoce la relatora especial del organismo internacional sobre Asesinatos Selectivos y Ejecuciones Extrajudiciales, Agnes Callamand, quien sostuvo que además están fuera del contexto de hostilidades activas.

El uso de drones y cualquier medio para asesinar a personas y más aún a altos dirigentes y funcionarios gubernamentales en lo que se caracteriza como “asesinatos colectivos” es ilegal, por lo cual los autores intelectuales y los que comandaron la acción deben ser juzgados y llevados ante organismos internacionales.

Amado por su pueblo, que se expresó este sábado y domingo en todo el territorio de Irán, Soleimani tiene un enorme prestigio y más aún en los último tiempos por su lucha contra los terroristas supuestamente “islámicos” que en realidad son mercenarios de diversos países del mundo contratados por la Organización del Atlántico Norte (OTAN) que tiene un gran experiencia en este tipo de personajes. En los años 70 la OTAN armó los ejércitos secretos de criminales que intervinieron en la llamada “Operación Gladio” en Italia, y bajo diversos nombres en otros países europeos dejando miles de víctimas en atentados, en su objetivo de “exterminar” a las izquierdas, en el esquema de la “Guerra Fría”.

Lo actuado por Trump ahora dinamiza el avance de la supuesta “guerra contra el terrorismo, infinita y sin fronteras” declarada unilateralmente por el ex presidente George W. Bush en septiembre del 2001, que ha tenido enormes altibajos y fracasos, lo que enfurece aún más a la potencia hegemónica en visible decadencia y totalmente desenmascarada ante la humanidad.

El general iraní había infligido una gran derrota al verdadero terrorismo de los mercenarios que sembraron el terror bajo las órdenes de las fuerzas especiales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel y otros, bajo mando de la OTAN en sus guerras coloniales del siglo XXI, invadiendo y ocupando naciones.

Trump, quien tomó la decisión de asesinar a Soleimani ha escrito en las últimas horas que esto debe servir “como una advertencia, que si Irán ataca a cualquier estadunidense u objetivo estadunidense, tenemos en la mira a 52 sitios iraníes (que representan a los 52 rehenes estadunidenses capturados por Irán muchos años atrás), algunos de muy alto nivel e importancia para Irán y la cultura iraní, y será muy rápido y muy fuerte (…) Los Estados Unidos no quieren más amenazas”.

Hay que recordar también que el atentado se produjo después de semanas de protestas del pueblo iraquí, exigiendo la salida de las tropas y mercenarios a quienes Estados Unidos llama curiosamente “contratistas”, que permanecen allí desde la invasión a Irak en 2003.

Una invasión realizada bajo falsos argumentos de que Irak tenía armas de destrucción masiva, lo que se confirmó que era falso cuando ya se había producido un genocidio y la destrucción del país, así como un largo período de violaciones de los derechos humanos, con la creación de cárceles secretas, asesinatos masivos, aberrantes torturas, miles de víctimas, condenando a un pueblo digno a la miseria y la mendicidad. En suma un país ocupado colonialmente en este siglo,

Además, bajo el mando de la OTAN, se robaron las grandes riquezas culturales y destruyeron sitios que eran patrimonio de la humanidad. El pueblo iraquí que sigue bajo la agresión de las tropas extranjeras, no olvida los crímenes cometidos durante esta invasión, como no lo harán en Afganistán, en Libia, en Siria, en Yemen.

El pueblo iraquí tiene todo el derecho a luchar por la salida de estas tropas de su territorio, como lo entendió este domingo 5 de enero el parlamento iraquí que decidió expulsar a las tropas extranjeras de su país ultrajado por el invasor y violentado en su soberanía.

El argumento de que Soleimani “se preparaba para asesinar estadunidenses” es tan falso como el de las armas de destrucción masiva que no existían en Irak. No existe prueba alguna, sino “presunciones”. El militar iraní, había sido convocado por el presidente legítimo de Siria, Bashar Al Assad, como lo hizo también con la Federación Rusa, al comprobar que Estados Unidos, Israel y otros asociados armaban y dirigían a los feroces mercenarios disfrazados de “Ejército Libre de Siria” y que produjeron crímenes aberrantes de lesa humanidad contra la población. También ahora lo había hecho Irak invadido, que tiene no sólo el derecho sino la obligación de defenderse.

En el caso de Siria Donald Trump pasó todos los límites cuando le adjudicó a Israel el derecho a quedarse en las alturas del Golán, territorio sirio, como si fuera el dueño del mundo. Y también al trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, contra toda la reacción contraria que esto produjo a nivel mundial.

De la misma manera Al Qaeda, surgida de los talibanes creados por Estados Unidos en Afganistán, eran enemigos jurados de Hussein, y fueron las tropas de la OTAN las que introdujeron a los mercenarios en Irak y también en Libia, país arrasado, que también está en rebelión por estos días.

El laberinto de Trump

En este escenario además nadie puede ignorar que Trump está en campaña electoral y esta decisión reanima a la industria bélica, y a los sectores más duros del imperio. Eso por una parte, y por la otra ha cumplido con otro objetivo de Israel, el país más interesado en borrar del mapa a Irán. Esto no será bueno para el presidente que actúa cada vez más en favor de los intereses del poderoso lobby mundial israelí, lo cual está engendrando malestares en sectores políticos de la propia derecha estadunidense, como se ha expresado en algunos medios y documentos.

Es en este aspecto que vale considerar especialmente a los “asesores” elegidos por el presidente Y que tienen más peso que sus funcionarios de Seguridad y Defensa, como lo ha hecho en el tema de Medio Oriente, al nombrar a su yerno Jared Kushner, esposo de su hija Ivanka, hijo de uno de los más poderosos integrantes del lobby judío de Estados Unidos, que nunca como ahora influye directamente sobre el gobierno.

Esa es la sombra detrás del trono, ya que hace tiempo la ultarderecha israelí insiste no sólo en llevar la guerra a Irán, sino en la posibilidad de usar armas nucleares contra ese país.

El pasado 30 de diciembre Trump fue visitado en su confortable lugar de descanso en Florida por el equipo de Seguridad Nacional de Estados Unidos para una reunión donde estuvieron el secretario de Estado, Mike Pompeo, el secretario de Defensa, Mark Esper, y el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de la Fuerzas Armadas estadunidenses, con la misión de informarle sobre las más recientes operaciones de las fuerzas estadunidense en el Medio Oriente como los bombardeos contra “milicias chiítas” supuestamente patrocinadas por Irán en Irak y presentaron algunas opciones. Se expresaron luego sorprendidos porque el presidente ordenó el ataque contra el general iraní, decisión que habría sido “sugerida” por los asesores del presidente, según informó Los Angeles Times. Todos los analistas pensaron en Kushner.

Señalan varios medios estadunidenses que al enterarse de la decisión hubo una fuerte movida en el Pentágono y en la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) “que trabajaron sin descanso para localizar al militar persa y así poder realizar una operación exitosa”.

Si se considera que Isarel es el país que mayor trabajo de inteligencia ha realizado y realiza no sólo en los países árabes, sino en la nación persa y otros lugares y que además ha hecho un largo seguimiento de los movimientos del general iraní asesinado, resulta imposible pensar que no hayan participado activamente de este atentado. Uno más pero al fin efectivo, de los que intentaron contra el alto funcionario de Irán.

Sólo tres días después se producía el ataque terrorista que podría llevar a una escalada de violencias. En este caso el mundo debe prepararse ante las acciones que puedan tomar las potencias terroristas responsable de estos hechos por su capacidad demostrada de realizar atentados de falsa bandera-que se acusan a grupos o países para usarlos como argumento ejecutados por sus propias fuerzas especiales y de esa manera escalar la guerra.

Según dijeron los funcionarios de Trump como Pompeo para justificar su injustificable acción, que se tenía la información “irrefutable” de que Soleimani preparaba acciones violentas, “ataques que habrían matado a cientos o miles de estadunidenses. Juntamos a nuestros mejores y más brillantes expertos, encontramos una oportunidad y abatimos a este tipo”.

¿De quién podría ser la “información irrefutable? El que sabía anticipadamente sobre la orden de Trump y festejó abiertamente el criminal éxito del atentado, fue el hombre que más odio ha sembrado sobre Irán, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien mencionó que Estados Unidos tiene tanto derecho como Israel a “defenderse”, como si este crimen fuera un acto de defensa. O como si el exterminio del pueblo palestino tuviera alguna justificación.

Las consecuencias de este acto brutal son ilimitadas y más aún si se considera que Irán es un país con una estratégica posición geográfica por lo cual Israel ha sido sin duda el más interesado desde hace años en acabar con una nación de profundas raíces culturales y con fuerte influencia en la región y en el mundo.

La exagerada reacción de Trump para mostrarse como “el salvador”de su país ante los “deficientes demócratas” como Barack Obama de quien se burló socarronamente y de otras importantes figuras opositoras, si bien puede atraerle más votos de los duros, en medio de la crisis por el juicio de destitución al que está siendo sometido, también encuentra una reacción contraria en buena parte del mundo y en gobiernos que han comenzado a expresar su cansancio, ante la obediencia debida que les exige la potencia imperial en marcada decadencia.

Las importantes marchas en Estados Unidos de rechazo a este crimen, el alerta dado por intelectuales e importantes figuras de la cultura, el arte, y jóvenes, comienza a tener similitudes con la rebelión de miles de estadunidenses contra la guerra de Vietnam en los años 70.

Los análisis de distintos expertos internacionales apuntan a que ninguno de los dos bandos quiere la guerra, ninguno tiene nada que ganar como sostuvo Heiko Wimmen, responsable de la organización Crisis Group para Siria, Líbano e Irán, aunque advierte que el peligro surge de que se llegue a una colisión frontal, esperando que el otro retroceda. Si ninguno de los dos lo hace, puede terminar en un desastre”.

Para muchos, Irak se convertirá otra vez en el primer campo de batalla de esa zona. Trump ha hablado de mandar unos tres mil 500 soldados a Irak, lo que aumentaría el contingente que está en ese país, cuando el pueblo iraquí demanda que se vayan.

En este escenario se camina al borde del abismo aunque la mayoría de los analistas más serios, recuerdan la gran responsabilidad con que el gobierno iraní ha enfrentado en los últimos años, con inteligencia y diplomacia, los intentos de Estados Unidos e Israel por provocar una reacción desmedida. Lo cierto es que se ha tirado un fósforo sobre una pradera seca y no hay quien pueda predecir por estas horas la magnitud del incendio.

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