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"De vergüenza ajena", insultos de Quiroga a López Obrador

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Luis Alberto Arce ha sido ministro de Economía y Finanzas dos veces durante los 14 años de gobierno de Evo Morales en Bolivia. Actualmente está exiliado en México desde el golpe de Estado en la nación andina. Foto Miguel Ángel Boizo
04 de enero de 2020 09:59
 
Sábado 4 de enero de 2020. Luis Alberto Arce Catacora es un personaje clave en la política boliviana. Ministro de Economía y Finanzas con el presidente Evo Morales en dos ocasiones, es señalado como el artífice del milagro económico boliviano, aunque él rechaza que sea un milagro. No es un decir. En los años recientes, el producto interno bruto (PIB) de ese país se triplicó, al igual que el ingreso anual per cápita, mientras la pobreza disminuyó drásticamente.

Economista con un máster en ciencias económicas de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, y dos doctorados honoris causa se encuentra asilado en México. En entrevista exclusiva con La Jornada, dice lamentar mucho el conflicto con nuestro país y sentir vergüenza ajena de las cosas que su paisano Tuto Quiroga expresó del Presidente de México. “Él no le llega ni al talón a López Obrador. Tuto es un pichón de la dictadura”.

Quiroga, explica, viene de haberle hecho el favor al dictador Hugo Banzer, en Bolivia. Es un dictador que quiere compararse con un mandatario democráticamente elegido como el presidente López Obrador. Él nunca fue un gobernante electo democráticamente. Fue vicepresidente con Banzer y apoyó a un dictador.

Tuto es, añade, el hombre de los intereses de Estados Unidos en Bolivia. “Su esposa es estadunidense, con eso digo todo. Tiene más intereses económicos allá que en Bolivia.

Según Arce, “el gobierno que está hoy en La Paz –y por eso la vergüenza ajena–, no ha tenido un solo voto a favor en las urnas, y quieren medirse y ponerse a la par de los gobiernos democráticos de España, México y Argentina”.

De acuerdo con el ex ministro de Economía, el gobierno de facto de Jeanine Áñez, “tiene rasgos muy claros de fascismo. No es el viejo fascismo de los tanques, los uniformes de militares en las calles. Está cambiando su forma de presentarse en América Latina. Ahora es una forma más amigable, aunque en el fondo sigue siendo fascismo. Y entraña el racismo. Un racismo que rebrotó de una manera contundente con el golpe de Estado al presidente Evo Morales.

A continuación, partes de la conversación que el economista tuvo con este diario.

–Se acusa a la izquierda de no generar riqueza y de ser mala administradora. ¿La experiencia de ustedes demuestra lo contrario?

–Así es. Lo que hemos hecho es generar riqueza para redistribuirla entre la gente. Lo primero que hicimos fue generar nuevos excedentes económicos (para usar categorías marxistas). Eso significaba generación de nueva riqueza. No se redistribuye la pobreza, se redistribuye nueva riqueza. Eso es lo que hemos hecho en Bolivia: generar nueva riqueza y distribuirla entre la gente más pobre. Eso, a su vez, generó nueva demanda.

“Bolivia tiene 11 millones de habitantes. Cuando entramos al gobierno, 38 por ciento de la población estaba en extrema pobreza, vivía con menos de un dólar diario en el bolsillo. Hoy, esa pobreza es de apenas 15 por ciento. Cerca de 65 por ciento de la población tenía ingresos bajos. Hoy, 32 por ciento de la población tiene ingresos bajos. La mayor parte ahora está en ingresos medios. Hemos sacado de la pobreza extrema a más de 2 millones de personas. Tenemos planeado hacer que para 2025 la pobreza extrema llegue a cero. Ese era el plan hasta que se interrumpió por el golpe de Estado y el gobierno de facto.”

–¿Cómo explicarnos el milagro económico boliviano?

–Siempre he dicho que no es ningún milagro. Los milagros, desde el punto de vista económico, no se dan si no hay un trabajo de todo un equipo, con una visión y un modelo económico que se implemente.

“Aplicamos un modelo económico muy diferente a la concepción neoliberal, en el que generamos nuevos excedentes económicos con base en los recursos naturales y redistribuimos el ingreso. Logramos producción que aumentó el PIB, acompañado de demanda interna.

“Cuando se aplican los modelos neoliberales se concentra el ingreso en pocas manos y, sobre todo, hay una represión al consumo de la gente, especialmente la de bajos recursos. Entonces, cuando se hacen este tipo de redistribuciones, se beneficia a la gente de menores ingresos que empieza a tener más dinero y a demandar, a comprar, a mejorar su calidad de vida, a consumir más y mejor. Poco a poco, va aumentando su estatus de vida. Paulatinamente, las empresas responden al incremento de demanda con más producción. De esta manera hay mayor generación de bienes y servicios, mayor demanda y más ingresos.

Logramos así una espiral positiva. Eso es lo que hemos hecho en Bolivia: distribuir la riqueza que antes se apropiaban las trasnacionales, que antaño se llevaban ciertos sectores de la población privilegiados. Ahora, esa plata se queda en Bolivia y se redistribuye.

–Se les ha criticado desde la izquierda por seguir un modelo extractivista. Se ha dicho que no buscaron modificar la base productiva. ¿Es justa esta crítica?

–Inicialmente teníamos que hacerlo. ¿Por qué? Porque es como cuando se empieza a hacer un negocio: uno necesita capital. De alguna parte sale la plata. A uno no le regalan la plata. No es como los neoliberales decían, que iba a llegar inversión extranjera directa. No, nosotros no creemos en ese cuento. La inversión viene con algún motivo. No viene así nomás. Viene a explotar nuestros recursos.

“Nosotros dijimos: Bolivia es un país riquísimo en recursos naturales. La fuente principal de los recursos es el gas, son los minerales. Así que tuvimos que apelar en primera instancia a este recurso. Pero eso no era la meta, era el inicio.

“Posteriormente empezamos a hacer proyectos de industrialización. Hicimos plantas de división de líquidos que no teníamos. Vendíamos el gas a Brasil y a Argentina. Ellos lo industrializaban y nos vendían, del otro lado de la ventanilla, gas líquido que venía de nuestro propio gas. Eran malos negocios. Empezamos a invertir en eso. Comenzamos a hacer urea. Hemos entrado al proceso de industrialización del hierro del Mutún y del litio. Adicionalmente está la producción agropecuaria. Incrementamos la productividad y mejoramos los ingresos. Además favorecimos a otros sectores de la manufactura y promovimos el turismo.

“En Bolivia hicimos una ley que obliga a los bancos a prestar 60 por ciento de su cartera en proyectos productivos y de vivienda de interés social. Los hemos obligado. Con el porcentaje restante pueden hacer lo que quieran, pero 60 por ciento es para el tema productivo. Hemos tenido resultados muy positivos para la micro y la pequeña empresas.

No es justo que nos digan que hemos sido extractivistas. El sector económico más importante y que aporta más al producto interno bruto en Bolivia no son los hidrocarburos, no es la minería. El sector que hoy participa con 18 por ciento del PIB es la industria.

–Si tuviera una bola de cristal como la de los gitanos para ver el futuro, ¿qué vería que va a suceder en Bolivia?

–De continuar la derecha manejando el Estado boliviano van a retornar las viejas prácticas neoliberales. Y tendremos los resultados económicos y sociales del neoliberalismo.

“El gobierno de facto, que supuestamente era transitorio y que solamente tenían que convocar a las elecciones, ahora se dedica a poner los fundamentos del modelo neoliberal. Ellos públicamente han dicho que van a establecer las bases para que el próximo gobierno cambie de política económica. Están poniendo las bases para que todo vuelque nuevamente al neoliberalismo.

De continuar este retorno del modelo neoliberal en mi país, al pueblo boliviano le espera repetir la triste historia que vivimos durante los 20 años de neoliberalismo en Bolivia. Eso tienen que saberlo los sindicatos, las organizaciones sociales que lo han aguantado y cuyas bases fueron beneficiadas durante 14 años de gobierno del presidente Evo Morales. El neoliberalismo no trae nada bueno para nuestros pueblos.

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