Atlanta. Los anuncios en espectaculares cuentan una parte del sur: mota, biblia y armas, otros anuncios en carreteras y frente a casas con mensajes trumpistas y nostalgia por la Confederación pro esclavista, pero detrás y más abajo también hay expresiones y acciones de rebeldes progresistas y resistencia con larga historia de lo cual depende el futuro de la democracia en este país y promesas de una salida al Edén.
En Oklahoma, un tercio del estado son tierras bajo control de naciones indígenas; la más grande de los cherokee que fueron expulsados de sus tierras originales en el sureste estadunidense en el siglo XIX, en un exilio que se llamó El Sendero de las Lágrimas. La reservación de los cherokee está repleta de historia que se cuenta en museos en su capital, Tahlequah, para recuperar la memoria y ofrecer desde el cuento de origen de un pueblo que migra desde un lugar volcánico en el sur, del desarrollo de una nación donde las mujeres y los hombres tenían derechos iguales, y donde toda la tierra era comunal, y hasta mucho después, en 1838 el éxodo ordenado por las autoridades en Washington e implementado por 7 mil soldados del ejército encabezado por el general Winfield Scott, quien unos años después encabezaría la invasión estadunidense a México. De ese éxodo del “Sendero de Lágrimas”, un contigente se dirigió a Coahuila, en México, donde siguen viviendo descendientes de este pueblo.
“Este sendero fue más que lágrimas. Fue muerte, tristeza, hambre… y humillación para un pueblo civilizado como era el cherokee”, contó uno de los sobrevivientes. “Millones de ciudadanos virtuosos deben cerrar sus ojos hasta que el último aullido y lamento de estos pueblos y tribus atormentados afligen el oído del mundo”, escribió sobre este episodio Ralph Waldo Emerson.
Hoy día, la reservación es bilingüe –incluyendo los letreros de calles y nombres de edificios, y hasta el periódico Cherokee Phoenix establecido en 1828 y que se sigue publicando hasta hoy– que usan tanto el inglés como el idioma escrito creado por el gran maestro y diplomático cherokee Sequoyah a principios del siglo XIX. Después del éxodo forzado, él fue a buscar el contingente que viajó hacia México como parte de sus esfuerzos para reunificar a los cherokee, pero murió y no se sabe dónde pereció y fue enterrado (tal vez en México).
En la ruta desde Oklahoma a Georgia hay señas del sufrimiento actual, incluyendo la crisis de opioides del país, con anuncios como “el Naloxone rescata vidas”, en referencia al antídoto para sobredosis. Pero también hay tiendas, una tras otra, de venta legal de canabis, junto con las incesantes invitaciones a tiendas de armas y municiones. Y para los que desean más aventuras bélicas, un lugar ofrece “maneja un tanque militar”.
Hay prisiones por toda esta región, e incluso en un tramo hay una advertencia a los choferes: “los que piden aventón podrían ser reos que han escapado”.
Saliendo de Oklahoma se ingresa al estado de Arkansas, sede mundial de la empresa que domina el mercado del consumidor tanto en Estados Unidos como México: Walmart. Ahí aún tienen residencias los cuatro hijos herederos de Sam Walton, el fundador, todos los cuales se encuentran en la lista de las personas más ricas del planeta, aunque el estado es uno los más pobres del país y ocupa los últimos lugares de los 50 estados en economía, educación y salud. El ex presidente Bill Clinton fue gobernador aquí antes de llegar a la presidencia.
Armas, mota y cristianos
Armas, más armas, mota y mensajes cristianos empapan tanto el panorama visual como el auditivo vía radio continuando por Alabama y Misisipi, entre los estados con peores índices de pobreza, educación, salud y manchados de racismo y xenofobia. Pero también fueron sede de heroicas luchas por los derechos civiles y al asomarse más a fondo, aquí hay oasis progresistas, como el gobierno municipal de Jackson, Misisipi, encabezado por el alcalde Chokwe Lumumba y también luchas sindicales de mineros, almacenes y hasta en cafés de Starbucks.
En Memphis, el “rey del rock” se topa con un King: el boulevard BB King cruza con el boulevard Elvis Presley, en lo que es una de las capitales de la música estadunidense, donde el blues de los afroestadunidenses dio luz al rock & roll, y donde Elvis y otros fueron educados por los negros para liberar a los adolescentes blancos.
El monumento a Elvis es su mansión llamada Graceland, alrededor de la cual se ha construido una especie de Meca-comercial donde llegan miles de peregrinos, en su gran mayoría blancos y de la tercera edad, para ver dónde vivió su ídolo y luego comprar en siete tiendas oficiales todo tipo de mercancía con la imagen del rey. Conmueven al ir cantando canciones de Elvis con la música sagrada de su juventud que toca por todo el complejo comercial.
En la calle Beale, en el centro, están decenas de cantinas y antros, y tiendas de curiosidades, donde el blues y rock sureño continúan manteniendo la tradición musical de esta ciudad. Pero a lo largo de unas cuatro a cinco cuadras de este barrio céntrico se mantiene un perímetro de seguridad donde quienes ingresan deben ser revisados por armas. En Tenesi, comprar y portar armas en público es legal –a pesar de tiroteos masivos recientes en éste y otros estados– pero en estas cuadras parece que impera algo más racional.
En un hotel, regresan de ver la casa de Elvis y pasear por Beale Street y comer el barbacue famoso de estas partes. Pero aún ahí aparecen señales que para algunos –incluyendo estos reporteros– es alarmante. Uno de los turistas que sube al elevador tiene una camiseta que orgullosamente dice “armas automáticas Browning”.
En Georgia, otro estado repleto de las luchas por los derechos civiles, cuna del movimiento encabezado por Martin Luther King, ahora también se suman los inmigrantes latinos, sobre todo los mexicanos, que junto con los afroestadunidenses están transformando la región y el equilibrio político de la nación.
En New Market, Tenesi, en un lugar en las montañas del sureste, está la legendaria escuela de rebeldes Highlander Center, que ha jugado un papel clave como centro de educación y cultura popular y de desarrollo de estrategias para movimientos laborales, agrarios y de derechos civiles en el sur del país durante 90 años. Ahí está depositada no sólo la memoria de luchas y movimientos sociales de toda la región, también las expresiones de la continuación de esas luchas hoy día y donde se sigue sembrando la idea de que otro Estados Unidos es posible.
De pronto, en la ruta a través del sur, apareció un anuncio informando que la próxima salida era al Edén. Al parecer, en el sur aún se puede llegar a ese jardín.