Los Ángeles. Unos 90 años después de que la cúpula de esta ciudad ordenara blanquear el mural de David Alfaro Siqueiros América tropical: Oprimida y destrozada por los imperialismos en el barrio de la calle Olvera en el centro de Los Ángeles, la obra es de nuevo exhibida al público como pieza central en un parque de 9 hectáreas que incluye un museo de 10 millones de dólares y personal municipal encargado de mantener tanto el mural como sus antecedentes.
En 1932, durante los Juegos Olímpicos en Los Ángeles, el empresario y comerciante de arte F. K. Ferenz comisionó a Siqueiros –ya un famoso artista– a pintar un mural de 20 por 6 metros al lado de un edificio pequeño llamado Italian Hall, con el propósito de atraer visitantes a su galería. Pero a Siqueiros no le interesaba pintar un retrato colorido de mexicanos felices.
Cuando la obra fue inaugurada, en octubre de 1932, la imagen central era de un indígena crucificado sobre una doble cruz bajo un águila estadunidense. Campesinos con rifles apuntan al águila. “Es una imagen de un mexicano de su propia tierra inquieta… interpreten cómo quieran, es una obra que arresta y después captura la mente a través de la fuerza y sencillez de sus formas y el arte de su organización en un diseño”, escribió el crítico de Los Angeles Times Arthur Miller poco después de la inauguración.
Edgar Garcia, administrador general asistente del Departamento de Monumentos Históricos del pueblo de Los Ángeles, explicó en entrevista con La Jornada que en menos de un año el patrocinador de la obra y oficiales de la ciudad ordenaron blanquearla. El mundo estaba en plena Gran Depresión, familias seguían perdiendo empleo y sus hogares, mientras se realizaban redadas masivas de migrantes mexicanos, quienes eran deportados en trenes que solían transportar ganado.
“La mayoría de la gente se preocupaba por resolver sus necesidades inmediatas de alimento, vivienda y empleo”, se explica en la exhibición. “El capitalismo en duda”, se lee en el museo en la exposición que ofrece el contexto en el que apareció la obra. “Algunos proponían una acción más radical, pero ante el surgimiento del fascismo y el comunismo alrededor del planeta, otras voces de ‘ley y orden’ y ‘revolución’ se escuchaban”.
El mural fue redescubierto en los años 60, artistas y activistas del movimiento chicano exigían que fuera restaurado. En entrevista frente al mural, Garcia contó que el propio Siqueiros, quien vivía en México, declaró que no era posible restaurarlo y ofreció en su lugar pintar una nueva obra, algo que inició pero no acabó.
“Desde el punto de vista de la conservación, uno estaría destruyendo efectivamente el mural si se pintara otro sobre el existente o si lo que queda fuera restaurado”, indicó Garcia, señalando además que ni se conocen bien los colores originales (existen fotos de la obra, pero en blanco y negro). “Lo otro que ocurriría si fuera restaurado es que “seria interrumpir la narrativa del hecho: el intento de destruirlo y blanquearlo”.
Hoy día, visitantes al barrio de la calle Olvera pueden pasear por la romería de esa vía histórica y encontrarse con el museo que ofrece la historia y contexto de la pieza. Subiendo un piso, se puede salir a una plataforma tipo terraza para observar la obra al otro lado. El recinto incluye fotos históricas, documentos y descripciones de la obra del artista y el contexto de su trabajo en esta ciudad.
El gobierno local instaló un techo para proteger el mural que está a la intemperie. El día que La Jornada visitó el lugar, especialistas del Museo Getty estaban limpiando y examinando la pieza.
La tarea de rescatar la presencia de la obra no se ha concluido. Al caminar por la calle Olvera y La Placita alrededor del museo, donde grupos escolares llegaban en camiones, turistas comían en los restaurantes mexicanos y comerciantes vendían desde dulces artesanales hasta máscaras de lucha libre, pocos sabían de la existencia del mural y dónde se podía ver, incluyendo a un par de maestras, trabajadores municipales de mantenimiento, e incluso un guardia que labora frente al Instituto Cultural de México, a la vuelta del museo.