Yolanda Guerrero Caballero es paciente del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez (INNNMVS) desde 2004. Es una de las alrededor de 500 personas a las que, sin su consentimiento, se le colocó una válvula experimental en el cerebro para controlar la hidrocefalia que padecía.
En abril pasado, el Órgano Interno de Control (OIC) –después de 17 años de que se presentaron las denuncias– determinó que Julio Sotelo Morales, investigador principal y ex director del organismo, incurrió en una falta grave por utilizar en los pacientes un dispositivo no autorizado. Era un invento del que obtuvo la patente, pero provocó daños severos en la salud de los pacientes (La Jornada, 24/04/2023).
Desde que se le colocó ese dispositivo que le provocó hidrocefalia crónica, Yolanda, de 58 años, duerme semisentada, con dolor de cabeza frecuente y discapacidad física. Camina, pero se marea, tiene pérdida de memoria y se le traba la lengua, explicó su esposo Juan Manuel Armenta.
En estos años a Yolanda le han realizado tres cambios de válvula. El más reciente fue hace tres años y ahora requiere una nueva. Con esa indicación médica, la paciente ingresó el 8 de junio reciente al hospital del INNNMVS. La cirugía estaba programada para el día siguiente, pero no se llevó a cabo.
Los médicos informaron a Juan Manuel que no había la válvula, pero que “tal vez ya se realizaría la intervención porque el dispositivo ya no funcionaría”. Dijeron que realizarían una resonancia magnética y estudios de medicina nuclear, pero hasta ayer nadie le había comentado nada. La Jornada solicitó información sobre el tema al instituto nacional de neurología, pero no hubo respuesta.
Yolanda se enfermó de cisticercosis a consecuencia de lo cual desarrolló hidrocefalia, que es la acumulación de líquido cefalorraquídeo en el cerebro. Le controlaron la primera enfermedad y para la segunda, “caímos en manos de Julio Sotelo y ordenó la colocación del aparato experimental”.
Quejas y denuncias penales
Por el daño provocado a su esposa, Juan Manuel interpuso quejas y denuncias penales que fueron de-sestimadas, a pesar de que la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) emitió un dictamen en 2009, en el cual concluyó que en el INNNMVS “hubo mala praxis en la atención médica y quirúrgica” otorgada a Yolanda.
El documento, del que La Jornada tiene copia, señala que sin ningún estudio previo se estableció el diagnóstico de cefalea tensional, se instaló un sistema derivativo en fase experimental, sin un protocolo de investigación vigente y sin informar a la paciente.
Por la falla del sistema, Yolanda presentó varios “eventos de hipertensión endocraneal” que no se atendieron con oportunidad y por el contrario pasaron 18 meses antes de que los médicos decidieran cambiar el sistema experimental por una válvula convencional.
Para entonces, ya habían transcurrido casi tres años desde que se instaló el sistema en el cerebro de la paciente.
Juan Manuel señaló que luego del daño causado, “lo menos que esperamos es que con prontitud y sin regateos, le proporcionen a Yolanda la atención médica que requiere”.