Las posibilidades de fraude en la compra de cualquier producto financiero no regulado son múltiples y casi podríamos decir inevitables. Esto es lo que sucede con las criptomonedas.
Nayib Bukele, presidente de El Salvador, trató de implantar al Bitcoin como moneda de curso legal en su país, pero con esa decisión irracional perdió la mitad de la inversión en menos de 12 meses. Es posible que el mercado se recupere, como sucede en el futbol, pero es una especulación sin sustento. Sin duda, Bukele es un gran apostador, pero no un estadista.
Para que un sistema monetario funcione necesita un sustento institucional y material. Antes se trataba de los metales preciosos y ahora de las reservas del banco central y de la productividad de un país.
Pero el mercado criptográfico no cuenta con respaldo alguno. No hay nada detrás de la creación de dinero artificial. Para colmo de males, los operadores funcionan como juez y parte. Este sistema no tiene controles independientes, licencias de operación, cámaras de compensación ni garantía de los depósitos. Los especuladores profesionales fijan las reglas, emiten títulos, custodian los recursos, venden y compran, desvían dinero a otras actividades, evaden el pago de impuestos, facilitan el lavado de dinero, desaparecen registros de las operaciones realizadas y fijan precios del mercado al manipular los intercambios. Además y sin permiso alguno, se convierten en bancos virtuales, ofrecen intereses y cuando baja el mercado el ahorro se vuelve polvo.
Después del gran fraude cometido por Sim Bankman-Fried en FTX, que dejó pérdidas multimillonarias a los participantes en esta empresa, ahora le toca el turno a Changpeg Zhao, de Binance, la plataforma más grande del mundo en el intercambio de criptomonedas.
Las autoridades de Estados Unidos intervinieron hace unos días y buscan mecanismos para recuperar el ahorro de los clientes de Binance. Por su parte, Francia acusa a esta institución por lavado de dinero y por captación ilegal de recursos. El escándalo apenas comienza y dejará muchas pérdidas.
La tecnología Blokchain, utilizada en estas operaciones, facilitará en unos años las transferencias a través de bancos establecidos, incluso por los bancos centrales. Sin embargo, por el momento hay que tener cuidado porque las criptomonedas no tienen respaldo institucional alguno y fácilmente se pueden perder los ahorros.