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Ciencia y Tecnología

2023-06-20 06:00

Aplican estudio de neuroingeniería a El jardín de las delicias, de El Bosco

Una de las teorías de la historia del arte concibe la obra como una pieza de conversación.
Una de las teorías de la historia del arte concibe la obra como una pieza de conversación. Foto Museo del Prado
Periódico La Jornada
martes 20 de junio de 2023 , p. 12a

Madrid. El jardín de las delicias, del pintor holandés Hieronymus Bosch, El Bosco, se creó hace más de 500 años y, sin embargo, siguen abiertas numerosas interrogantes sobre su significado, las alegorías y metáforas que inundan la obra, los personajes que la habitan y, por supuesto, los significados ocultos que tiene. Se trata de un tríptico en el que se relatan tres estados bíblicos: El paraíso, El jardín de las delicias y El infierno.

Un reciente estudio de neuroingeniería biomédica realizado por científicos de la Universidad Miguel Hernández, de Elche, concluyó que el espectador que observa el cuadro emplea una media de cuatro minutos en verlo y que el espacio que más le interesa es El infierno, en concreto los pájaros, las fuentes y el misterioso autorretrato del autor.

El estudio, titulado ¿Dónde miramos cuando miramos el Bosco?, se realizó con visitantes al Museo del Prado, donde se encuentra expuesta la obra más conocida y una de las más admiradas de El Bosco. El objetivo era precisamente descubrir por qué se acerca el espectador a ese trabajo misterioso, qué es lo que más le atrae, cuánto tiempo emplea en cada espacio y observar el comportamiento que tienen frente al cuadro.

El jardín de las delicias se pintó entre 1490 y 1510; se trata de un tríptico que cuando está cerrado, es decir, cuando forma una especie de cubo de madera, se ve una bóveda celestial grisácea, y una vez abierto aparecen todos los personajes mitológicos, la fauna y la flora más singular e inquietante, como las criaturas diabólicas que acuchillan a un hombre por la espalda, la espada con un corazón atravesado, animales marinos, terrestres y voladores, incluidos algunos exóticos, como las jirafas y los elefantes; también vemos seres fantásticos, como el unicornio y el hipocampo.

Castigo a la lujuria y el desenfreno

En El infierno destaca la figura central del hombre-árbol, al que se identifica con el demonio y el cual parece ser el único personaje que mira hacia el espectador. Las personas que aparecen ahí reciben su castigo por la lujuria y el desenfreno del estadio anterior, por lo que son torturadas, muchas veces con instrumentos musicales, además de las escenas de incendios que se precipitan sobre las almas en desgracia, o de frío extremo, con un lago congelado en cuya superficie danzan unos patinadores, incluso uno de ellos cae al agua invernal y lucha por salir.

El estudio científico, realizado con espectadores de varios países, entre ellos México, Estados Unidos, Australia, España, Argentina e Italia, utilizó tecnologías avanzadas de investigación para profundizar en el comportamiento del público frente a la pintura. Concluyó que el tiempo medio de contemplación de la obra superó los 4 minutos y que la tabla que representa El infierno atrae más y con mayor intensidad la mirada de quien la contempla.

Una de las más recientes teorías desarrolladas desde la historia del arte sobre este tríptico concibe la obra como una pieza de conversación. De hecho, el estudio se inspiró de alguna manera en lo que se hacía en el Palacio de Nassau en Bruselas, primer destino del tríptico, cuando sus dueños lo mostraban a la élite de la época y conversaban sobre ella. De ahí la importancia de que el análisis midiera por primera vez cuál es el tiempo medio de duración de la observación del público, que es de 4:08 minutos.

La tecnología empleada permitió registrar la posición de los sujetos frente al cuadro, medir el tiempo que cada persona dedicaba a mirar la tabla y a qué parte de la obra prestaba atención. Además, también era capaz de registrar, de manera simultánea con la observación, el tamaño de las pupilas, lo que proporciona información relevante respecto de las respuestas emocionales. Así, recabados los datos y puestos en una magnitud homologable (segundos por metro cuadrado, seg/m2), los resultados indican que el tiempo promedio de observación del panel de El infierno fue de 33.2 segundos, frente a los 26 de la tabla central y 16 de El paraíso.

Esta diferencia también se observa claramente en el tiempo de fijaciones por panel. El visitante dedica 30.9 seg/m2 al panel de El infierno frente a 21.6 de la tabla central y 12.6 de la pieza izquierda que corresponde a El paraíso.

Recorrido tipo

Otro de los resultados del estudio fue la obtención del recorrido tipo que cada una de las 52 personas analizadas realizó con su mirada al observar el tríptico. Para ello, se utilizaron gafas de seguimiento ocular que, conectadas a una computadora, registraban de manera independiente las direcciones de la cabeza y de los ojos, así como los movimientos “sacádicos” –aquellos rápidos y simultáneos que realizan ambos ojos cuando observan algo–, además del tamaño de cada una de las pupilas. En 46 por ciento de los casos, el espectador inicia desde el panel izquierdo de la obra, continúa al central y finaliza en el derecho.

Asimismo, el estudio determinó una medición iconográfica, según el tiempo de observación de elementos más concretos dentro de la obra, como las fuentes, algunos pájaros o el misterioso autorretrato del pintor, el único que se diferencia en escala al resto de personajes. Con estos datos se generó una especie de “mapa de calor” que refleja las partes del cuadro que más llaman la atención de cada uno de los observadores.

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