Por segundo año, el Zócalo de la Ciudad de México se convirtió en un cuadrilátero de proporciones inconmensurables al albergar a más de 30 mil personas que se dieron cita en la clase de boxeo más grande del orbe. Con el doble de participantes que se registró en 2022, la capital mexicana volvió a tener un nuevo récord que confirma la popularidad y la pasión con la que se vive este deporte en nuestro país. La primera edición congregó a un total de 14 mil 299 asistentes.
La Plaza de la Constitución incluso se vio rebasada en espacio, esto como consecuencia de la gran afluencia. La avenida 20 de Noviembre, por tal, se habilitó como la extensión a la explanada principal.
La bulla no se hizo esperar cuando Julio César Chávez, el gran ídolo mexicano, fue presentado como uno de los cinco maestros que dirigieron la actividad ante la gran respuesta de los presentes.
“Les voy a poner una chinga”, dijo el gran campeón ante la risa de los asistentes.
Con el entusiasmo a flote, un grupo de amigos se replegaron uno a uno para tomarse la foto del recuerdo antes de que sonara la campa-na del primer round.
Pese al ruido que imperaba, uno de los cuatro amigos preguntó al resto: “¿Se acuerdan cuándo Chávez le dio la vuelta en el último round a Meldrick Taylor?”, recordó Jesús, rememorando una de las grandes batallas que ofreció el oriundo de Ciudad Obregón.
Entre anécdotas y bromas
Acto seguido, dejaron atrás las anécdotas y las bromas para atender las palabras de Julio César, quien estaba apunto de comenzar la clase. Inmediatamente sus rostros denotaban la admiración hacia la leyenda que tenían enfrente, y es que tener al César del boxeo a unos pasos no sucede todos los días.
Entre jabs, ganchos, volados, sombras, golpes al cielo y saltos, la histórica plaza vio florecer una coreografía de grandes dimensiones al ritmo de las indicaciones que iban señalando cada uno de los profesores, entre ellos Irma La Torbellino García, Erika Dinamita Cruz, Ana María La Guerrera Torres y David Rey Picasso.
Al otro extremo de la plancha, una pequeñita de siete años no perdía de vista cada movimiento de los expertos. Por un lado ponía atención a lo hecho por los ponentes y, por otro, se fijaba en el recto que emergía del brazo derecho de su padre.
Muy en el fondo, el papá de Anita entendía lo que estaba sucedien-do en ese instante. Tal vez había encontrado la actividad con la que podría crear un lazo más fuerte con su hija. Un motivo más para compartir momentos juntos.
La satisfacción con la que Anita realizaba cada ejercicio decía mucho; posiblemente fue el descubrimiento de un talento que está en el ADN del mexicano.
Lo que es un hecho, es que este macroacto, además de incentivar la actividad física, en palabras de Carlos, creó un lazo familiar.
“Es indescriptible traer al amor de mi vida aquí, a este bonito escenario, y que vea un poco de lo que es este deporte, el cual nos une tanto a los mexicanos”, compartió Carlos. “Fue curioso ver cómo igualaba las combinaciones sin nunca antes haberlo hecho, fue descubrir que tal vez el día de mañana tengamos un tema más para conversar, y qué mejor que sea de boxeo y con tu hija”.
Otro grupo, formado por mujeres y hombres de varias corporacio-nes policiacas, estaban listos desde muy temprano para formar par-te del masivo encuentro que organizó el gobierno capitalino.
Antes de la ejercitación, más de 500 integrantes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que fueron parte del contingente tomaron la clase teórica.
Entre los agrupamientos que se unieron a la ciudadanía estuvieron: 300 cadetes, elementos y profesores de la Universidad de la Policía, 74 oficiales de la Bancaria e Industrial, 31 efectivos de la Auxiliar, 95 de la Subsecretaría de Operación Policial y seis integrantes del Grupo Atlas.