Roma. Magnate que entró tarde en la política, enemigo de la élite dirigente, orfebre de la comunicación y rey de la televisión, el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, fallecido el lunes abrió el paso a los populistas de derecha: “fue el primero, lo inventó todo”, resume John Foot, profesor de historia de la Italia contemporánea en la Universidad de Bristol, en Inglaterra.
“No tiene partido, todo gira en torno a él, a su vida, su éxito como empresario, los eslóganes simples, el uso de la televisión, todos los artificios que le copiaron luego otros populistas”, de Donald Trump, al británico Nigel Farage; del húngaro Viktor Orban, al brasileño Jair Bolsonaro, añade el investigador.
En una declaración en video, enumera lo que constituye hoy en día las bases de la retórica de cualquier populista debutante.
“El país que, legítimamente, desconfía de los profetas y salvadores necesita personas que tengan la cabeza bien puesta (...) hombres nuevos” frente a los “huérfanos del comunismo”, corruptos, superados, dice.
Berlusconi se presenta incluso como el “primer ministro obrero”, que pondrá fin a “una política de parloteos, incomprensible, de disputas estúpidas, y de políticos sin una verdadera profesión”.
Le ayudó llegar en pleno caso Mani Pulite, una colosal operación anticorrupción lanzada en 1992 que decapitó a la clase política italiana.
Y poco importa si luego, una vez en el poder, se protegió de numerosos procesos contra él al modificar la legislación sobre la corrupción, los plazos de prescripción de delitos financieros...
Orfebre de la comunicación y rey de la televisión
“Berlusconi es el primer dueño de los medios en incursionar directamente en la política como candidato y los instrumentaliza para ganar elecciones y justificar sus acciones”, según analistas consultados por La Jornada.
La capacidad para entretener de Berlusconi emergió cuando trabajó en cruceros donde tocaba el bajo con una banda interpretando canciones de George Gershwin trabajo del que fue despedido por pasar más tiempo hablando con la audiencia que tocando música, informó The Independent.
Tras graduarse en leyes, Berlusconi despreció un trabajo de cajero en el banco en el que laboraba su papá para convertirse en constructor. Más adelante, cuando la trayectoria de vuelo sobre su desarrollo inmobiliario Milano 2 demostró ser un elemento disuasorio para los compradores, mandó a abrir rutas de vuelo alternativas.
Un modesto plan para hacer a sus hogares más atractivos al ofrecer un servicio de televisión por cable, llamados Telemilano, que ofrecía entretenimiento ligero y retransmisiones de teleseries estadunidenses tipo Dallas, creció hasta convertirse en una cadena de canales locales, la cual para final de los 80, su tele-imperio basura de shows de juegos y conductoras semivestidas dominaban la programación italiana.
Contactos indispensables
Así como el acarreo en ingresos publi-citarios, los canales de Berlusconi le facilitaron dar una cobertura favorable a los políticos que le permitieron proteger sus intereses comerciales, que incluían publicitar sus casas y al equipo de futbol AC Milan. Cuando entró en la política, estos contactos le fueron indispensables.
De 1986 a 2017, Berlusconi se hizo de un nombre y amasó el grueso de su fortuna, en la construcción y luego en las empresas de comunicación, se convirtió en el accionista mayoritario del gigante mediático italiano Mediaset y fue propietario del club AC Milan.
De 1994 a 2009 dominó la política italiana por casi 20 años, liderando al partido de centroderecha Forza Italia antes de tomar el timón del partido que lo sucedió El Pueblo de la Libertad hasta 2013.
El populista de ultraderecha dirigió cuatro gobiernos a lo largo de tres periodos como primer ministro de Italia –de 1994 a 1995; de 2001 a 2006, y de 2008 a 2011–.
En 2012, el magnate fue sentenciado por defraudación fiscal a cuatro años de prisión y luego su condena fue acortada a un año de trabajo comunitario.
En 2019 regresó a la política al ganar un escaño en el Parlamento Europeo. Para sus admiradores, el varias veces primer ministro fue un carismático y muy capaz hombre de Estado que procuró elevar a Italia en la escena mundial. Para sus críticos fue un populista que amenazó con socavar la democracia al ejercer el poder político como una herramienta para enriquecerse y para sus negocios.
“Soy de los suyos”
“Berlusconi se presentaba como un self-made man, capaz de pasar del Estado gracias a una ‘revolución liberal’ que permitirá a todos los italianos que lo quieran convertirse en emprendedores”, analiza la filósofa Anna Bonalume, autora del ensayo Un mois avec un populiste (Un mes con un populista) sobre Matteo Salvini. “Esta promesa: soy de los suyos, puede convertirse en lo que yo soy, es la esencia del populismo”, según esta autora.
Un hombre solo frente a las élites para defender al pueblo, una fortuna amasada pese a las trabas del Estado, un lenguaje siempre accesible y a menudo trivial, una relación especial con las mujeres y los medios de comunicación a sus órdenes: “el trumpismo lleva la huella” del berlusconismo, señaló ayer el diario La Repubblica, con el título: “el primer populista”.
Berlusconi es “Trump, 30 años antes”, insiste Daniele Albertazzi, profesor de ciencias políticas en la universidad inglesa de Surrey.
“La élite política los engañó, pero yo estoy aquí, gané miles de millones gracias a mi inteligencia, mi fervor por el trabajo, y quiero hacer para el país lo que hice para mí”, dice Albertazzi resumiendo el discurso de Berlusconi.
Y como el ex presidente estadunidense, Berlusconi se presenta como víctima para justificar sus problemas políticos o judiciales.
“Víctima de los jueces, del sistema político, del establishment, de los árbitros”, apunta John Foot. Pero hay una diferencia importante entre los dos gobernantes: el italiano “no quiere cambiar la política por razones ideológicas, sólo se trata de él y de sus asuntos”.
Pero esto nunca ha impedido que Berlusconi se sirviera de la religión, una característica fuerte de las ideologías populistas de derecha a ambos lados del Atlántico. Una posición sorprendente, según Daniele Albertazzi, viendo “las relaciones extramatrimoniales de Silvio Berlusconi, incluyendo a personas muy jóvenes siendo él octogenario”.
Trump y Berlusconi comparten también el uso de un lenguaje ofensivo, que para ellos viene del “pueblo”. Cuando Trump dice que siendo famoso puedes “agarrarlas (a las mujeres) por el coño”, Berlusconi promete a sus futbolistas un “autobús de putas” si ganan, y recomienda a las mujeres que se busquen “maridos ricos” en lugar de trabajar.