El argentino Ángel Cappa, un hombre que atravesó el futbol sin traicionar sus ideas, tiene muy claro lo que expresa una sociedad cuyos espectáculos deportivos han normalizado las manifestaciones de odio y discriminación. Todo esto tras el episodio que sufrió Vinicius Jr en la cancha del Mestalla, en Valencia.
“España es racista, no hay otra explicación”, ataja Cappa; “por supuesto que lo es, como ha sido desde 1492 cuando invadió el continente de lo que hoy es América”.
No duda para dar una respuesta contundente porque piensa que las raíces del racismo español pueden encontrarse en el pasado remoto y cita el episodio que lo simboliza: la Controversia de Valladolid en 1550, cuando Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda debatían si era legítimo el dominio sobre los indígenas del continente recién conquistado.
“Resolvieron que los habitantes originales de las Indias no eran plenamente humanos, en razón de que no eran cristianos, y concluyeron que, por lo tanto, era legítimo robarlos, masacrarlos y explotarlos”, expresa con pasión y elocuencia.
Este hombre de futbol suele traspasar los límites de cal en las canchas para abordar otros temas que suelen ser ignorados o callados en el deporte. No es común un hombre con el perfil intelectual y político de Cappa al micrófono. Como jugador tuvo una breve carrera en su natal Argentina, pero se formó principalmente como entrenador en España, donde trabajó en mancuerna con César Luis Menotti y Jorge Valdano. Como técnico llevó el timón de equipos en Argentina, España e incluso en México con el Atlante.
Pero a pesar de estar metido en un ambiente donde se asume que el deporte debe mantenerse lo más lejos posible de lo político, Cappa nunca se desentendió de su responsabilidad social, jamás eligió la opción de girar el rostro a otra parte para no mirar la injusticia y asume como exigencia moral acompañar a los oprimidos. Además de su formación deportiva, tiene estudios en filosofía y sicopedagogía y es autor de varios libros. Para este entrenador y comentarista poco usual en el medio, hablar de futbol y pensar la sociedad es el mismo juego.
“En realidad lo que está detrás del racismo es el capitalismo, no es un fenómeno ajeno al sistema económico basado en la opresión”, continúa Cappa; “es la desigualdad que impone un sistema para funcionar, para poder explotar a quienes se considera inferiores”, dice al retomar el caso de Vinicius en el estadio Mestalla.
Cappa advierte que se trata de un fenómeno persistente que ha estado siempre en los estadios españoles. Y no sólo españoles, sino europeos, estadunidenses o de la nación que esté en el polo de los opresores, continúa Cappa. Es la expresión de ideas arraigadas en sociedades que consideran que existen seres humanos de categoría inferior a las de la civilización occidental.
“Hubo una reacción enorme con Vinicius, un jugador que gana millones de euros con el Real Madrid y tiene fama internacional, pero basta recordar que hay muchísimos afrodescendientes más que no son visibles, que no tienen esa repercusión mediática y que nadie dice nada cuando les gritan de todo en las canchas de ese país. Nadie da la cara por todas esas personas anónimas que son despreciadas a diario”, expone.
En algunos países piensan que estos fenómenos les son ajenos. Pero Cappa previene sobre esa ilusión que considera no hace más que ocultar el racismo que existe en esas sociedades. En América Latina, destaca, se padece y se reproduce ese sistema de discriminación que sostiene a un sistema económico. Está presente en la explotación de quienes ocupan los estratos más bajos, en el desprecio con el que se mira de manera descendente desde la jerarquía del privilegio.
“Todos sabemos que en nuestras sociedades latinoamericanas hay mucho racismo y lo padecen indígenas y afrodescendientes, principalmente”, apunta.
Cappa recuerda que cuando llegó con Valdano para hacerse cargo del Real Madrid, los recibieron algunas pintas en las paredes del estadio Santiago Bernabéu con frases insultantes: “Fuera sudacas”.
“El hecho de que le griten a Vinicius en la cancha no significa que sólo se trata de un sector aislado de la afición que es un ‘poquito’ racista. ¡No! Le gritaron porque España es un país racista. Y vimos que el avance de la derecha en el mundo es una expresión de ese racismo creciente en gran parte del mundo.”
Si el acoso a Vinicius en el Mestalla no obligó a suspender el partido y el árbitro, por el contrario, expulsó al jugador brasileño, revela una contradicción con la que el mundo del futbol suele conducirse, acusa Cappa y recuerda el único caso en el que se detuvo un partido en La Liga española.
El 15 de diciembre de 2019, el duelo entre Albacete y Rayo Vallecano de la segunda división fue detenido durante unos minutos. El motivo fue que el jugador ucranio Román Zuzulya, partidario de la ultraderecha en su país, fue señalado por la afición de Vallecas, mayoritariamente de izquierda, con el grito de “Zuzulya, nazi”. La Liga española condenó este episodio porque lo consideró una expresión de odio y xenofobia inaceptable en el futbol de ese país, la misma organización que minimizó los ataques recientes contra Vinicius en el Mestalla y cuyo dirigente tuvo que disculparse unos días después por no actuar de manera enérgica.
“Cuando pasó lo del jugador de Albacete en Vallecas, las autoridades de La Liga dijeron que no se podía increpar a los jugadores, que no se podía mezclar la política con el futbol y que no se había respetado la libertad de pensamiento. Claro, dicen que no se debe mezclar la política con el juego, pero ellos sí lo hacen permanentemente. O, dicho de otra forma, no debe mezclarse con una visión política que critique el sistema que los beneficia. Por ejemplo, ahora recuerdo algunos partidos que se transmiten aquí en España donde ponen una banderita de Ucrania. Pero nadie dice nada por Palestina, que ha sido masacrada, y donde Israel ha bombardeado estadios de futbol y jugadores palestinos han sido baleados y nunca nadie ha puesto una bandera de solidaridad con Palestina. ¿Por qué? Si la política no se mezcla con el deporte por qué hacen eso… Porque España y la Unión Europea están sometidas a Estados Unidos y la OTAN, por eso. Entonces, no se pueden mezclar esos mundos si tienes una versión de la política que cuestione al establishment, ahí sí no tiene cabida. Y también recuerdo cuando un jugador del Sevilla se levantó la camiseta y mostró una bandera de Palestina. ¿Qué pasó ahí? ¡Lo suspendieron!”
Un artículo de la edición de marzo de este año de la revista española de futbol Panenka citó un informe de la organización que lucha contra la discriminación Kick It Out, donde informa que en la temporada 2020 los insultos racistas se habían incrementado 53 por ciento.
Después de la resonancia que tuvo el caso Vinicius y las manifestaciones de apoyo que suscitó, Cappa no es optimista. Este hombre de izquierda, como se define, el del bigote digno que no se calla, como lo definen otros, piensa que todo seguirá igual. Los recientes resultados electorales en España le quitan cualquier inocente esperanza.