Ciudad de México. Enfundado ya en su vestimenta de campaña –camiseta y gorra–, Marcelo Ebrard Casaubón soltó antes de salir de Palacio Nacional: “Yo aquí ya no regreso hasta octubre del 24”.
En esa frase manifestó su certeza de que será el triunfador, no sólo en el proceso para elegir al abanderado de Morena, sino en los comicios del próximo año.
Tal era su confianza que minutos después, ante periodistas en la librería Porrúa, en el Centro Histórico, dejó patente que no tiene un plan B. “¿Cuál puede ser?, pues que invitemos a Claudia (Sheinbaum) a Gobernación. Nosotros vamos a ganar”.
En la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador mostró su urgencia por conocer quiénes dentro del gabinete dejarán sus cargos, en búsqueda de alguno de los puestos de elección popular que se disputarán el año próximo.
Por eso, el mandatario dijo que hoy recibirá a sus colaboradores para conocer su decisión. “Es legítimo (que aspiren a un puesto de elección). Nada más voy a querer la cartita”. Y agregó que pedirá una firma de compromiso a aquellos que decidan acompañarlo hasta el final de su sexenio.
De la corbata a la playera
Ebrard llegó a Palacio Nacional al filo del mediodía, de saco y corbata, para entregar su dimisión. Hora y media después, a su salida, había dejado de lado el atuendo de funcionario, para lucir en playera, en la que trató de hacer evidentes dos elementos: “El canciller se quedó allá adentro” y la mayor filiación con el mandatario.
La camiseta tenía estampadas la caricatura creada para su promoción política (Marchelito) y la frase “Sonrían, todo va a estar bien”. Eran alusiones a los amlitos, basados en un trazo del monero Hernández y al eslogan del tabasqueño en 2006: “Sonríe, vamos a ganar”.
Una caótica multitud lo esperaba a su salida de Palacio, con lemas acordes a los nuevos tiempos: “¡Es un honor estar con Casaubón!” Pero ante lo que era un evidente remedo de los gritos que han acompañado hace años al Presidente, la frase pronto cambió por “¡Es un honor, estar con el mejor!”
A su vestimenta, dijo, ya sólo le faltan los tenis y el morral para comenzar a recorrer –como ha recomendado el mandatario federal– casa por casa a lo largo del país. “Ya voy a caminar, ya me voy a poner los tenis, mi camisetita y ya, estamos listos, falta el morralito y ya, a trabajar”.
Marcelo Ebrard, a su salida de la reunión con el presidente López Obrador, ya portaba la camiseta “oficial” de su campaña. Foto Cuartoscuro.
–Todas, vas a ver –respondió Ebrard.
Consultado sobre la renuncia de Sheinbaum a la jefatura de Gobierno de la capital, anunciada para el 16 de junio, sólo comentó: “¡Qué bueno, es dentro del periodo de registro! ¡Le llevamos ventaja!”
Primera batalla callejera
Entre el alboroto y empujones de un par de centenas de sus seguidores y decenas de camarógrafos, fotógrafos y reporteros, caminó con dificultades. Bisoños en el ruedo del mitin callejero, sus colaboradores no atinaban a abrirle camino, por lo que tomó 20 minutos cubrir los pocos metros entre Palacio Nacional y la librería.
El ahora ex canciller saludaba y posaba para la selfi. “Presidente, presidente”, “Marcelo, amigo, el pueblo está contigo”, “Si te llega, la encuesta, Marcelo es la respuesta”, eran otras de las consignas que resonaban. Las huellas de la primera batalla a pie de calle como aspirante a la candidatura eran evidentes en el sudor que manaba de su frente.
Defender la 4T
En su renuncia, Ebrard indica que se dedicará a defender “la Cuarta Transformación y ver por su permanencia y consolidación (…) Seguimos en la misma causa, de modo que no me despido, sino sólo le digo hasta pronto, señor Presidente”.
Un abrazo con López Obrador selló la despedida y el hoy aspirante ratificó su lealtad: “Cuentas conmigo en todo, aunque ande yo recorriendo el país. Siempre seré tu carnal –juego surgido entre ellos en un símil de la relación entre los actores Tin Tan y su carnal Marcelo–, donde esté”.
Declaró a los reporteros que entre sus ventajas sobre otros aspirantes está la de “conocer a todos los líderes mundiales”, tras cinco años como titular de Relaciones Exteriores. Cualquier dirigente o inversionista le contesta el teléfono.
Así comenzó Ebrard la búsqueda de su más caro anhelo: la candidatura presidencial de 2024.