Bogotá. Los cuatro hermanos indígenas huitoto –tres niñas y un niño– que sobrevivieron 40 días en la selva amazónica colombiana continúan en recuperación en un hospital militar en esta capital, mientras surgen nuevos detalles de su angustiosa historia. “Resistieron por su fuerza espiritual y la conexión particular que los pueblos indígenas tienen con la naturaleza”, declaró Luis Acosta, responsable de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Lesly Jacobombaire Mucutuy, de 13 años; Soleiny Jacobombaire Mucutuy, de nueve; Tien Noriel Ranoque Mucutuy, de cuatro, y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, de un año, fueron los únicos sobrevivientes de un accidente de avioneta ocurrido el pasado 1º de mayo. El piloto y otro miem-bro de la comunidad indígena murieron en el acto.
Manuel Ranoque, dirigente indígena padre de los niños, dijo que Lesly le contó que su madre, Magdalena Mucutuy Valencia, sobrevivió cuatro días después del accidente, y que los pequeños la cuidaron mientras la veían morir. Antes de fallecer les habría dicho: “váyanse”, en aparente alusión a que se marcharan y buscaran sobrevivir.
El voluntario indígena Nicolás Ordóñez Gómes, fue quien encontró el viernes el improvisado campamento de los pequeños: “Recibí a la niña (Lesly) en mis brazos, diciendo ella: ‘Tengo hambre’. Fuimos a ver al niño y estaba acostadito. Se levantó y dijo él, muy consciente: ‘mi mamá se murió’”.
Los menores fueron llevados en helicóptero a Bogotá e ingresados al hospital militar, donde los visitaron sus familiares, el presidente Gustavo Petro, además de varios funcionarios.
El mes pasado, cuando ya se perdía la esperanza de encontrarlos con vida, medios locales entrevistaron a Jarvy Gómez, miembro de la misma comunidad de los accidentados, quien fue voluntario en su búsqueda.
Los “hijos del monte” estaban protegidos
Le preguntaron cómo podrían sobrevivir los niños, si él, con20 años, estaba agotado tras una semana. Respondió: “Los mayores de la comunidad sienten los latidos”, en referencia a la convicción de que los pequeños seguían con vida y agregó: “A la selva sólo se entra con permiso”, en el sentido de que los menores estaban protegidos.
Los “hijos del monte”, como los llamó su abuelo, comieron harina de yuca que había en el avión, alimentos arrojados al azar por helicópteros del ejército, así como semillas, frutas, raíces y plantas que identificaron como comestibles gracias a su conocimiento de la selva, declaró Acosta.
La avioneta fue encontrada, con los tres adultos muertos, dos semanas después de caer en medio de la selva. La familia iba a reunirse con Manuel Ranoque, quien cambió de residencia por amenazas de muerte del Frente Carolina Ramírez de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Se escondían en troncos de árboles
Fidencio Valencia, tío de los niños, aseguró que uno de ellos le contó que se escondían en troncos de árboles para protegerse, porque temían que fueran víctimas de jaguares, pumas y serpientes.
Durante la búsqueda se encontraban rastros que constataban que los niños seguían vivos: ropa y fruta mordida, biberones, y huellas en sus campamentos abandonados.
El ejército de Colombia envió 150 soldados con perros a la zona y decenas de voluntarios indígenas se sumaron a la búsqueda.
Petro alabó este “encuentro de saberes indígenas y militares” en favor del “bien común”, unido al “respeto por la selva”.
Luis Acosta, responsable de la ONIC señaló: “Son niños indígenas y conocen muy bien la selva. Saben qué comer y qué no. Lograron sobrevivir gracias a eso y a su fuerza espiritual”. Acosta asignará una guardia indígena frente al hospital donde atienden a los menores para “acompañarlos espiritualmente”.
“Conexión particular con la naturaleza
“Tenemos una conexión particular con la naturaleza”, dijo Javier Betancourt, otro dirigente de la ONIC. “El mundo necesita esta relación (…) y favorecer a quienes, como los indígenas, viven en la selva y la cuidan”.
Para la Organización Nacional de Pueblos Indígenas de Colombia, que los niños sobrevivieran “es una muestra del conocimiento y relación con el medio natural de vida, que se enseña desde el vientre de la madre”.
El diario británico The Independent, dijo que Lesly estaba acostumbrada a cuidar de sus hermanos menores, incluida la bebé, mientras su madre trabajaba.
La abuela de los pequeños, Fátima Valencia, indicó que Lesly y su hermana Soleiny practicaban lo que el diario llamó “juegos de supervivencia” en los que hacían “pequeños campamentos”, y ataban listones a las ramas de los árboles para marcar los límites del cuadrante del que no debían salir para mantenerse seguros y juntos lo cual, se cree, aplicaron mientras estuvieron perdidos.