Se cumplen 85 años de la fundación de Petróleos Mexicanos (Pemex). La directiva de la gerencia de Inclusión de Pemex lo conmemora con una actividad denominada Día guinda, Pemex historia y memoria.
En este aniversario podríamos considerar no sólo la fundación de Petróleos Mexicanos, sino también el proceso de su rescate a partir de la lucha contra la privatización. La llamada al desastre económico, es decir, a la venta de la empresa extractiva nacional más importante a través de la reforma energética, se encontró con la movilización masiva popular en contra de su privatización, así como la firme propuesta de campaña electoral presidencial para rescatar a Pemex y recuperar la soberanía energética. Acción que se está llevando a cabo por el gobierno federal progresista de la 4T.
En dicho acto Día Guinda, Pemex historia y memoria, al que fui invitado a través del ingeniero Jesús Isaías Rojas, con quien estoy en deuda, es indispensable manifestar amplio reconocimiento a la base obrera por su decisión de no abandonar la lucha por mantener en manos mexicanas a nuestra empresa paraestatal.
El beneficio del petróleo nacional podemos describirlo someramente desde varios puntos de vista, desde el económico, el político, el cultural y el social, en términos generales.
En cuanto a lo económico, es a partir de la utilización directa de las ganancias de la transformación del hidrocarburo, durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando las reservas eran altamente prometedoras. El presupuesto federal se tradujo en inversión para construir refinerías y, afortunadamente, se logró la diversificación de productos derivados del petróleo.
La extracción y procesamiento controlado se reflejó en una mayor pavimentación de las zonas urbanas (aunque el rezago en áreas rurales no se resolvió). Aumentó significativamente la construcción de vías públicas, de presas y ampliación de las redes acuíferas. Se construyeron hospitales, clínicas y aumentó la población asegurada. También creció la población estudiantil en todos sus niveles. Se construyeron más escuelas de nivel medio superior. Se invirtió en el campo (aunque no lo suficiente); la red eléctrica tuvo un crecimiento significativo. No obstante, millones de familias permanecieron sin el beneficio de la electricidad en sus hogares y sus poblados.
En lo político, el sistema presidencialista se fortaleció; aparentemente, la democracia también. Como país petrolero, la presencia internacional de México logró mantener una política a favor de la paz mundial, de la no intervención, en contra de las guerras, y en general el país mantuvo una imagen progresista entre las naciones del resto del mundo.
El petróleo mexicano nunca ha financiado ninguna guerra entre países de ningún continente.
En cuanto a la política interna, las millonarias ganancias fomentaron la corrupción entre el personal, tanto de los altos cargos como de administradores en otros niveles. La intolerancia de los funcionarios hacia la libertad de expresión y la exigencia de democracia sindical prevaleció con la complicidad de los propios dirigentes sindicales. La represión aumentó en la medida en que el reclamo por el respeto a los derechos laborales era exigido por las bases del sindicato. Ninguna autoridad administrativa de Pemex rendía cuentas a ninguna instancia oficial; tampoco los líderes sindicales ofrecían cuentas a sus militantes.
Respecto de lo cultural, sin duda, la industrialización del petróleo dio una identificación especial a su personal. Fue una especie de hermano mayor entre los sindicatos. La imagen de Pemex, que nos ha acompañado por varias generaciones, nos identifica, también, como mexicanos y mexicanas. Es nuestra empresa. Por ella se ha luchado y se ha convertido en el bastión de la defensa de los derechos laborales. Ha sido una fuente de inspiración como ejemplo de la organización sindical, de su historia como gremio, de su orgullo por ser parte del sector obrero que más riesgos enfrenta en su trabajo.
El personal a nivel operativo es pieza fundamental en la producción de una parte de la riqueza del país. Aun después del asalto histórico a sus filas de militantes sindicales, siguen en pie, denunciando, demandando justicia y procurando la unidad entre las secciones.
No obstante, el daño ocasionado por la política patronal de divide y vencerás sigue haciendo daño. Pero, la lucha continúa. La etapa de los líderes, otrora invencibles e inamovibles, va en caída. Algunos y algunas ya han ingresado a la lista de delincuentes que hicieron de la paraestatal una fuente inagotable de bienes personales. Incluso, personajes de corrupción probada están cumpliendo condena.
En la memoria de la población, prácticamente en toda la República, el México productivo está directamente relacionado con la palabra Pemex. En la actualidad, una mayor cantidad de personas identifica a la empresa como un símbolo nacional.
Twitter: @AntonioGershens