Xilitla, SLP. Fue su primera gira con el proceso sucesorio en marcha y su discurso tuvo un dejo del inicio de la despedida. Entre gritos que lo vitoreaban en la Huasteca potosina para alentarlo a su continuidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó: “ya voy a terminar mi ciclo…” Era el preámbulo de la enésima proclama de su fe maderista. “Sufragio efectivo, no relección”, sentenció ante la algarabía de la multitud.
En vísperas del Consejo Nacional de Morena, donde los aspirantes a sucederlo pactarán cómo elegirán al sucesor, López Obrador fue enfático en las razones por las que, dijo, se irá satisfecho. “Hay relevo. Me puedo ir tranquilo porque cualquiera de los que pueden sustituirme tienen capacidad y van a garantizar la continuidad del cambio”.
Un discurso que osciló entre su futuro político y su herencia social. Larga descripción de sus programas sociales en las que hizo cuentas de los 600 mil millones de pesos para combatir la pobreza. Suma que impide, señaló, una crisis de consumo, porque entre las pensiones y las remesas de los paisanos hay flujo para garantizar a las familias el abasto básico.
En la tierra del surrealismo, según la calificó el Presidente, subrayó: “se acabó el tráfico de la pobreza” en tiempos electorales, porque “el pueblo ya se empoderó” y los programas, ya incorporados en la Constitución, se han convertido en un derecho social que no podrán cancelar fácilmente.
En los albores del proceso electoral para renovar todos los poderes de la Unión, López Obrador reanudó sus recorridos públicos por el país, como en el arranque de su gobierno, como en los tiempos de campaña, reivindicando su visión de política social y confirmando que 2024 será su despedida, bajo la máxima de no tomar demasiado apego al poder.
A pesar de la presencia de la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, fue el general Luis Cresencio Sandoval uno de los cuatro oradores para mostrar la participación castrense en la política social a través de la construcción de miles de sucursales del Banco del Bienestar y mediante el cultivo, en los viveros militares, de los árboles y plantas para Sembrando Vida.
Llegó por Tamaulipas
Por cuestiones logísticas, la gira comenzó en el aeropuerto de Tampico, desde donde se dirigió a San Luis Potosí.
“¡Bienvenido a la Huasteca, Presidente!”, resonó el grito cuando empezaba su incursión en esta región. Casi 40 grados de temperatura, pero la gente lo esperó a pleno sol.
A la vera de la carretera federal México-Laredo había un inusual convoy de casi 10 camionetas, aguardando a que López Obrador terminara de degustar las enchiladas con cecina que le preparó Donaciana Hernández en un comedor popular.
Unos minutos de aislamiento para comer antes de sumergirse entre la algarabía de los potosinos.
Al salir, el mandatario no regateó una fotografía a nadie. Posó para cuanto celular se le ponía enfrente y se dejaba abrazar así, sin remilgos ni reticencias, por quienes le prodigaban su afecto y expresaban la alegría de tenerlo en su comunidad.
Hábil para sumergirse entre las multitudes, López Obrador dejó satisfechos a quienes fugazmente convivieron con él y le entregaron peticiones, antes de que subiera al vehículo para continuar su gira.