Ante la ausencia de los marginales en la fiesta cívica de las elecciones del domingo pasado en el estado de México (Ciudad Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, así como San Agustín Atlapulco, Ecatepec)… registré las siguientes observaciones.
Los elementos de la cultura que he encontrado excluidos para estos grupos, la mano invisible que excluye, son los siguientes: las actividades y valores que involucran experiencias de elección libre (actitudes más marcadas en los niños). Los llevan a buscar la respuesta en el afuera y a temer lo intenso, la elección implica un nivel de desarrollo personal no alcanzado; cuando alguno lo alcanza, deja de serlo. Si la respuesta fuera interna, sería impulsiva y caótica, fuera de la realidad cultural que los rodea.
Actividades y valores de igualdad humana (colaboración laboral, solidaridad, altruismo). En éstas, los marginados se colocan siempre en condiciones de pérdida y devaluación frente al grupo que representa la experiencia cultural simbólica.
Actividades y valores que representan autodeterminación. Al no existir la capacidad reflexiva, no existe la posibilidad de organizar la experiencia para demorar respuestas y hacer planes a largo plazo.
Actividades y valores que representan la internalización de la demora. Impide a los marginados anticipar y posponer conductas y percibir consonancia con el grupo que los rodea.
Actividades y valores relacionados con aspectos de interacción social, necesarios para la ganancia individual por medio del comportamiento colectivo.
Actividades y valores determinantes para compartir símbolos y experiencias importantes del sistema.
El único objeto persistente y capaz de organizar sigue siendo el espacio; la lluvia, el sol, el aire y al mismo tiempo la basura, desperdicios, comida y los concomitantes, que en el tugurino representan organización y la posibilidad de diferenciar al espacio rural del urbano. Lo único propio sigue siendo el espacio.
El marginado no tiene aprendizaje de símbolos, anticipación de conductas, horarios, todo lo cual es necesario para socializar e integrarse a la escuela o al empleo organizado de un tipo urbano; sufre un proceso de transculturación en que, por un lado, mantiene las pautas culturales de su lugar de origen –de la República–, generando subgrupos de subgrupos casi al infinito.