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Espectáculos

2023-06-07 23:51

Deleitan Los Bunkers a 10 mil fans en el Auditorio Nacional

Los acordes iniciales de Ven aquí desataron la locura entre el público, que acompañó al grupo durante toda la pieza con los coros.
Los acordes iniciales de Ven aquí desataron la locura entre el público, que acompañó al grupo durante toda la pieza con los coros. Foto Cristina Rodríguez

Ciudad de México. “Llueve sobre la ciudad se volvió canon de golpe”, exclamaron divertidos dos jóvenes a las puertas del Auditorio Nacional.

Visiblemente empapados por la lluvia torrencial que cayó en la ciudad, hicieron referencia a una de las canciones del grupo de rock chileno Los Bunkers, que ofrecieron el primero de dos conciertos en el inmueble de Reforma ante 10 mil seguidores de todas las edades, que no quisieron perderse el retorno a los escenarios de la icónica banda.

Hace casi una década, en 2014, Los Bunkers anunciaban un receso indefinido para que sus integrantes dedicaran tiempo a sus proyectos alternos. Tras un breve reencuentro en 2019 en el marco de las protestas sociales en Chile y confirmar su vuelta en 2022 y su posterior gira en 2023, aterrizaron en el escenario del Auditorio Nacional para deleitar a sus seguidores con sus clásicos y los nuevos sencillos de un inminente álbum.

Cómo parte de su gira “Ven aquí ”, han recorrido diversas ciudades de Chile y se han integrado a festivales como el Vive Latino 2023, con el cual abrieron una serie de conciertos por distintas ciudades de México y Estados Unidos.

Cancamusa y Peter Gabriel

Como parte de su gira, el grupo anunció que para sus conciertos en el Auditorio contarían con dos artistas invitados: sus compatriotas Cancamusa y Rulo, dos propuestas que retoman aspectos del pop y la música popular chilena en sus presentaciones.

En el caso de Cancamusa, joven chilena que lleva tiempo radicada en México, dónde ha realizado la mayor parte de su trayectoria, con un pop fresco y de toques bohemios, predispuso los ánimos para la entrada de los hermanos López, Álvaro y Gonzalo, los Durán, Francisco y Mauricio, y el baterista Mauricio Basualto, integrantes de Los Bunkers.

Tras la presentación de Cancamusa, los acordes de Solsbury Hill, de Peter Gabriel, sonaron para dar inicio al show de la banda originaria de la ciudad chilena de Concepción.

“Somos Los Bunkers de Chile y estamos de vuelta”

15 minutos después de la hora señalada para el inicio del concierto, los acordes de Miéntele levantaron de sus butacas al público del Auditorio Nacional. Te vistes y te vas dotó al ambiente de un ritmo rocanrolero que mostró las influencias del rock de los años 60 en la música de la banda.

Con estas dos canciones, los chilenos iniciaron su presentación, agradeciendo al público mexicano su apoyo y entrega.

Quién fuera, de Silvio Rodríguez, fue una de las canciones más esperadas, del álbum Música Libre, un tributo en forma de rock al trovador cubano, y del cual varios temas brillaron durante el show, mostrando igualmente el aporte que la canción de autor tiene en la agrupación, y en la que los asistentes corearon la letra al ritmo de la música y después, dar paso a Una nube cuelga sobre mí, canción en cuyo videoclip participaron las marionetas del popular programa infantil 31 minutos.

Bajo los árboles, uno de sus nuevos temas con los toques más rockeros, fue bien recibido entre los espectadores, que desbordaron emociones Ángel para un final, melodía que vino a darle el toque romántico a la primera parte del recital.

El ambiente volvió a encenderse con Deudas tema para el retumbar de la batería de Mauricio Basualto, que magistralmente llevó el ritmo acompañado de las palmas del público asistente, al que le siguió Nada es igual, de su disco Vida de perros; pero fue con Ahora que no estás, también con un sonido que recuerda a unrock más garajero que nuevamente prendió los ánimos del público con los solos de guitarra e improvisaciones de los hermanos Durán y que desembocó en un ejercicio digno del rock más progresivo para retomar el ritmo original de la canción y poner al público a saltar en sus lugares.

La velocidad de la luz, de su álbum homónimo de 2013, rebajó un poco las revoluciones después de la sesión de improvisación generada en los temas anteriores, acercándose a un sonido más rock/pop, con el que el público pudo reponer una parte de las energías derrochadas hasta ese instante.

Homenaje a la canción popular chilena

La parte acústica de la noche llegó con Pequeña serenata diurna, otro cover de una canción de Silvio Rodríguez; Calles de Talcahuano, uno de sus nuevos temas, también fue presentado en versión acústica, retomando el ritmo y los instrumentos de la música folclórica chilena, con el charango y el bombo en La exiliada del sur, un tributo a la máxima exponente de la canción popular chilena, Violeta Parra, y de grupos como Inti-Illimani o Quilapayún, que completaron con Si estás pensando mal de mí.

En la presentación de Rey, los chilenos mostraron de nueva cuenta su faceta más rockera, seguida de Fantasías animadas de ayer y hoy, que dió pie a un rock más fresco, con reminiscencias a los grupos de rockabilly y evocación de verano, con viajes a la playa, arena y sol.

Y volveré fue el homenaje que los chilenos realizaron a una de las agrupaciones icónicas de la música romántica en América Latina, Los Ángeles Negros, llevando al público a encender la luz de sus teléfonos para acompañar a la banda en su interpretación, que unió a chicos y grandes al compás de la música, demostrando que hay agrupaciones que trascienden a sus épocas.

Con Nada nuevo bajo el sol y No me hables de sufrir el respetable volvió a encenderse al ritmo de los acordes más cercanos al hard rock, antes de dar paso a Bailando solo, que convirtió al escenario en una discoteca con todo y una bola de espejos bajando desde el techo y los pasos de baile ochentero de los miembros del grupo.

Los acordes iniciales de Ven aquí desataron la locura entre el público, que acompañó al grupo durante toda la pieza con los coros, en el punto culmen de su presentación, tras la cual se retiraron del escenario, lo que llevó a los presentes al “Oe, oe, oe, oe, Bunkers, Bunkers” y al “Otra, otra”, con el que reclamaban la vuelta de la banda para satisfacer a una audiencia que aún no daba muestras de cansancio.

Los chilenos volvieron con un encore que inició con Canción para mañana, en dónde los hermanos Durán, al igual que los demás integrantes, mostraron su solvencia como multiinstrumentistas tocando los teclados y llevando la voz principal.

El necio, de nueva cuenta un cover de la canción homónima de Silvio Rodríguez, volvió a levantar los ánimos de los asistentes, que corearon de principio a fin la canción. Pero fue con Llueve sobre la ciudad que el público llegó a la catarsis y comunión con la banda, al entonar a capella las primeras estrofas de la melodía, antes de retomar el ritmo original y no parar de saltar.

Finalmente, Miño fue el tema encargado de cerrar la noche, en un apoteósico final para una velada que fue una montaña rusa de emociones y que, a su vez, sirvió de reencuentro entre una banda que se mostró en una faceta más madura y un público que, a pesar del paso del tiempo, los sigue teniendo en la más alta estima.

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