Con el inicio de la pandemia, en marzo de 2020, la comunidad de naciones recibió “instrucción del mercado” (léase de la mafia neoliberal, especialmente la que domina el ámbito financiero): “endéudese a más no poder, porque esa es la salida a la crisis sanitaria y, su derivación inmediata, económica”. Prácticamente la acataron todos los países, pero lo único que lograron fue agravar su de por sí abultado inventario de problemas, sobre todo sociales.
Cerca de tres años después, en mayo pasado, oficialmente la pandemia llegó a su fin, pero, siguiendo a pie de letra la “instrucción del mercado”, se agravaron los problemas económico-financieros de esa comunidad de naciones y se disparó el nivel de sus respectivas deudas. De pilón, la guerra en Ucrania y la sacudida por la carrera alcista de las tasas de interés han sido las gotas que a punto están de derramar el vaso.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) lo resume así: en la región, los niveles de endeudamiento público venían en aumento desde la década previa a la pandemia de covid-19 y se incrementaron bruscamente a continuación de ésta. El final del super ciclo de los productos básicos y la de-saceleración cíclica del crecimiento económico, combinados con un déficit fiscal elevado y persistente, dieron lugar a un aumento constante. La deuda bruta pasó de un mínimo de 32.4 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 2011 a 49.7 por ciento en 2019.
Los niveles de endeudamiento, revela la Cepal (deuda pública y restricciones para el desarrollo en América Latina y el Caribe) aumentaron bruscamente en 2020 y llegaron a representar 60.3 por ciento del PIB, debido a que en los países se tomaron medidas sin precedente para fortalecer los sistemas de salud pública, apoyar a las familias y proteger la estructura productiva, lo que condujo a déficit fiscales nunca vistos. En el Caribe, los niveles de endeudamiento público eran elevados antes de la crisis y representaban entre 70 y 80 por ciento del PIB. Sin embargo, esa relación se deterioró en 2020 a consecuencia de la pandemia, y la deuda pública de esa subregión aumentó en promedio 20.1 puntos porcentuales, el doble del incremento que se observó en América Latina.
debido al crecimiento de la deuda, los intereses que se pagan han aumentado de forma progresiva en la región y la magnitud de esa alza varía considerablemente según el país. La subida constante del endeudamiento público en América Latina y el Caribe ha provocado un incremento concomitante de los intereses que se pagan. Entre 2012 y 2021 el endeudamiento público subió de 20 a 30 puntos porcentuales del PIB, lo que provocó un aumento generalizado pero variable de los intereses pagados. El aumento de los intereses pagados llevó a que el esfuerzo que suponía afrontar el servicio de la deuda se incrementara considerablemente.
La deuda pública denominada en moneda extranjera es elevada en algunos países, subraya la Cepal, lo que aumenta la exposición a las fluctuaciones del tipo de cambio. La proporción relativa de deuda bruta del gobierno general que está denominada en moneda extranjera, sobre todo en dólares estadunidenses, es elevada en la región y supera los niveles de referencia que el FMI ha establecido como alertas tempranas de vulnerabilidad, que oscilan entre 20 y 60 por ciento en la mayoría de los países. Aunque la deuda en moneda extranjera suele ligarse con el débito externo, en algunos países de la región también se emite deuda interna en dólares. En países con un volumen considerable de débito en moneda extranjera, el servicio puede subir significativamente en moneda nacional, lo que crea una enorme presión para que se movilicen recursos adicionales para enfrentar los pagos.
¿Y quiénes son los beneficiarios del crecimiento de la deuda y el brutal aumento de los intereses? La Cepal anota que la composición de los acreedores de América Latina se transformó profundamente en el último decenio. El predominio de los prestamistas multilaterales y bilaterales se erosionó rápidamente en la década de 2010, a medida que la deuda pública externa se concentraba cada vez más en manos de obligacionistas (tenedores privados de bonos de deuda gubernamental).
Las rebanadas del pastel
Arrivederci, Marcello. A partir del próximo lunes, México estrenará secretario de Relaciones Exteriores. Renuncia el émulo de Manuel Camacho, a quien se le quemaban las habas. Pero con todo y acelere nada garantiza que será el candidato.
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