En las alturas de Chimalhuacán hay un crucero desde el que se puede mirar un trozo del centro de la Ciudad de México, incluyendo los más altos edificios del Paseo de la Reforma, que en la tarde de este domingo se alcanzaban a mirar un tanto empañados por la “nata” de la contaminación.
El crucero está a tres pasos de una carpa donde se aburren las y los funcionarios de casilla (sección 1283). Los acompañan, listas en manos y caras largas, los representantes de los partidos.
Al filo de la una de la tarde no hay un solo elector frente a ellos.
–¿Qué porcentaje calculan que ha votado? ¿Veinte, treinta?
–Veinte, tal vez –responden, sin mucha convicción, dos jóvenes responsables de la casilla.
La escena se repetía en varias decenas de centros de votación recorridos a lo largo de la jornada electoral en los municipios de Nezahualcóyotl, Los Reyes La Paz y Chimalhuacán.
Una hora antes del cierre de las casillas, en la sección 3958, en Los Reyes, la cosa iba mejorando: “Han votado 320 de 750”, indicó la presidenta de la mesa.
Felipe Rodríguez, líder histórico de la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata, le echaba la culpa al calorón: “La raza no sale de las 11 a las tres”.
Rodríguez aseguraba que en la zonas norte y oriente de la entidad la participación rondaba, hacia el mediodía, 40 por ciento (en todo caso, los municipios del oriente mexiquense han tenido siempre registros de abstencionismo cercanos a la mitad de los electores).
Fiel morenista, Rodríguez no dudaba: “El triunfo de Delfina es irreversible”.
Unas horas después, las encuestas de salida le daban la razón, y no sólo a él, sino incluso a las encuestas difundidas por Morena –con ventaja de dos dígitos– y castigadas por la autoridad electoral.
Los primeros
De Nezahualcóyotl a Chimalhuacán, serpenteando calles, fue posible observar unas seis decenas de casillas. Salvo por los ciudadanos que se formaron temprano para ser los primeros en votar, en la mayor parte de ellas sólo hubo, el resto del día, dos o tres ciudadanos frente a funcionarios electorales y representantes de los partidos.
“Aquí cerquita vivimos”, comentó José Francisco, un adulto mayor que llegó temprano a la casilla, en las cercanías del palacio municipal de Nezahualcóyotl, pedaleando un triciclo en cuya parte delantera viajaba su esposa, Marcelina.
Otilio Girón, quien se dedica “a la costura”, sufragó también muy temprano en otra casilla cercana a la sede del ayuntamiento. “¡Para que nos sigan robando!”, dijo, y soltó la risotada.
En otro centro de votación dio su opinión Felipe, un abogado que vive en Neza “desde que esto era como el Sahara”.
–¿Nunca ha dejado de votar?
–Siempre estamos con la esperanza, aunque muy pocas veces cumplen lo que prometen.
Discusión en buena lid
No sería la toma del Palacio de Invierno, pero muchos pensarían que la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el estado de México tendría algo de épico.
Pese a lo que está en juego, el día de las votaciones resultó anticlimático, salvo por escenas como la presenciada en el centro de Chimalhuacán, donde una mujer priísta discutía con un varón morenista.
El hombre aseguraba que “en las colonias de allá arriba” el tricolor estaba comprando votos. Y la señora le replicaba con las quejas de los comerciantes del centro porque han perdido clientela debido a las obras de la presidenta municipal (Morena).
Era una discusión un tanto fraterna que concluyó cuando el hombre dijo: “Conchita, eres chimeca de las buenas, pero eres priísta, ¡ahí nos vemos!” Conchita se rio y le devolvió el saludo.
¿Será así la despedida del PRI después de 96 años en el gobierno del estado de México?
¿Qué sigue para el tricolor que en esta entidad ha tenido una de sus más refinadas expresiones? Corporativo, clientelar, corrupto y muy eficaz en las lides electorales.
El legendario Manuel Buendía escuchó de Carlos Hank González la frase que habría de ser síntesis y guía: “Un político pobre es un pobre político”.
Cuando concluyó su encargo de gobernador, Hank resumió –lo relató en sus memorias– los mandamientos del PRI mexiquense. Llamó a las recomendaciones su “pliego de mortaja”: cuidar la integridad territorial del estado de México, cuidar el agua (que no se la quede toda el Distrito Federal) “y la tercera recomendación es que cuiden de manera especial la unidad política... En el estado de México la unidad política es completa y cuando es necesario actuar en defensa del estado para su desarrollo y progreso, todos los políticos acudimos a la orden del gobernador”.
Una de las claves de la derrota, se cuenta entre priístas, es que varias figuras importantes –mencionan, por ejemplo, a Eruviel Ávila y Ernesto Nemer– no se pusieron a las órdenes del gobernador.
Lo que sigue
No había concluido el conteo de los votos cuando comenzaron las jugadas hacia 2024.
En la radio sonaba la voz del ex mandamás del Instituto Nacional Electoral (INE) Edmundo Jacobo Molina, a quien ni siquiera presentaron como analista, que los resultados de este domingo se deben atribuir al fracaso del plan B del presidente. “El INE no se toca”, repitió la consigna que pronto los voceros de la oposición comenzaron a replicar en las redes sociales.
Atrás quedará una de las últimas piezas de campaña de Alejandra del Moral.
Del Moral, quien apelaba a la “frustración” de ver “cómo Morena destruye este país” y cerraba en tono de condena: “El futuro de México pasa por el estado de México”.
La frase no resiste la referencia. En 2017, haiga sido como haiga sido, Alfredo del Mazo venció a la otra vez candidata de Morena. Al año siguiente, López Obrador arrasó en tierras mexiquenses con más de 4 millones de votos.
Resuelto el capítulo mexiquense, lo que sigue, y ocurrirá a la mitad de la semana que comienza, es una reunión del presidente Andrés Manuel López Obrador con los aspirantes a la candidatura de Morena. El 2024 llegó.