El 23 de septiembre, 1965 en Sierra de Madera, Chihuahua, el cuartel militar es atacado por un grupo de estudiantes, campesinos y maestros. Las familias de los guerrilleros son víctimas de la represión por parte de las autoridades. Las mujeres, niñas y la naturaleza son testigos y son la fuerza que mantiene con amor y resistencia los lazos de vida de quienes luchan. Basada en los libros Las armas del alba y Mujeres del alba, de Carlos Montemayor, la cinta dirigida por Jimena Montemayor, Mujeres del alba, “cuenta la invisible labor e historias de todas las mujeres, niñas y niños que terminan en medio de un conflicto bélico. De las batallas emocionales que existen en las familias que deciden luchar mediante las armas. Esta historia busca hablar de la tierra, de la madre naturaleza y de la guerrilla”, dice la cineasta que presenta el próximo miércoles en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
La realizadora menciona que al leer la novela Mujeres del alba se dio cuenta que podría convertirse en una película porque los textos “eran muy visuales, supe que si tenía que adaptar una obra de mi padre, sería esta. Lo hablamos mi papá y yo, ahora ve la luz”.
Transformar la palabra escrita en lenguaje visual
Desde la idea de transformar la palabra escrita en lenguaje visual, la obra literaria caminó en la cabeza de Jimena Montemayor de muchas formas, desde estar como tótem en el librero de su casa hasta “conocer algunas de las mujeres protagonistas de la historia cuando fuimos a depositar las cenizas de mi padre a Chihuahua y nos acompañaron en este proceso muy íntimo y familiar. Además tuve acceso a las grabaciones originales de las entrevistas que hizo mi papá a las personas antes de escribir las novelas y luego las contacté cuando comencé a escribir el guion más en forma, también comencé a hacer mi propia investigación por algunas cosas que quería saber de los temas que no estaban ligados a la guerrilla pero que quería saber de estas mujeres. Al estructurar el guion tuve que revisitar Las armas del alba, para agarrar cachitos de ese momento para integrarlas en el guion de Mujeres del alba. Porque esas dos novelas, son como el lado A y B de una misma historia, el punto de vista de los hombres y el punto de vista de las mujeres”.
Otra cosa que sucedió al estructurar Mujeres del alba fue “perderle el respeto a cómo habían sucedido las cosas, ver qué funcionaba para la película, porque había cosas que no sonaban bien en las voces de las actrices. Ver qué podíamos hacer con el presupuesto que teníamos para realizar la película, por ejemplo cuando se llevan los cuerpos de dos de los guerrilleros utilizamos un camión pero en realidad se los llevaron en un avioneta, pero no teníamos dinero para una avioneta o como en el caso de las familias que tenían seis o siete hijos y no podíamos estar con tantos chiquitos en el set. Hubo cosas así chiquitas de producción como profundas de la historia”.
En la reconfiguración entre la historia literaria y la estructura cinemática de Mujeres del alba, Jimena Montemayor, descubrió algunas cosas nuevas: “Entendí que hay ciertos procesos creativos o decisiones que había tomado mi padre en la escritura de la novela como si fueran ‘un detrás de las escenas de la novela’, porque las cosas no habían sucedido como las recordaban las mujeres o por ejemplo cuando revisé material de archivo descubrí a una niña que sale en medio de los militares y que resultó ser Luz María, ese tipo de detalles que no modificaron el curso de la historia”.
Filmar Mujeres del alba, considera la directora: “Llega en un momento adecuado, a pesar de tener casi 60 años , lo que sucedió en 1965 con maestros, campesinos y mujeres sigue sucediendo en la época actual y en distintos territorios de la República y del mundo, en países donde los intereses de los gobiernos y empresas están por encima de la sociedad y los territorios naturales. Esto sigue sucediendo por ejemplo al buscar locaciones para la película fue relativamente fácil encontrar espacios, casas con cabañas que parecían sacadas de 1965, salvo por algunos elementos de tecnología, siguen siendo comunidades con poblaciones olvidadas, como si no hubiera pasado el tiempo”.
A consideración de Jimena Montemayor, su rodaje Mujeres del alba es “un recordatorio del importante papel que han tenido las mujeres en los conflictos armados y sociales, sólo que no se le ha dado la trascendencia y valor que merecen; no por no estar en el terreno de lo militar la pelea de las mujeres también es resistencia y lucha. Ellas han sido reprimidas y siempre han estado ahí, tienen que mantener unida a la comunidad, su labor ha sido trascendental en estos conflictos, porque cuando los hombres se van ellas son las que sostienen todo lo demás, todo lo que se queda atrás”.
Menciona que en su cinta: “La violencia del Estado quiere destruir el espíritu de los deudos, no únicamente por asesinar al padre, al hermano o al esposo, al no entregar los cuerpos a los familiares no permite que tengan esa parte sanadora de despedirlos; también es para minar su lucha. Quebrar su espíritu.”
Cerrando la charla Jimena Montemayor concluye: “Regresando al inicio de la entrevista mi papá tuvo varias propuestas de llevar al cine alguna de sus novelas y no se lograron. Alguna vez me comentó que de los proyectos que se cayeron. Yo siempre le dije: no te preocupes papá, tienes una hija cineasta y alguna de tus novelas llegará a la pantalla”.
Mujeres del alba se estrenará el próximo miércoles en la competencia oficial del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.