Entre las crisis surgidas con el nuevo milenio está la de la tauromaquia o arte de lidiar reses bravas, si bien con la disminución-modernización de la bravura esa crisis empezó a agudizarse de tiempo atrás, a ciencia y paciencia de taurinos, autoridades y público, cuando engolosinadas empresas se encontraron con la competitiva y carismática terna de Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera, que arrasaron con todo, incluidos la bravura sin adjetivos, la jerarquía de las plazas, el juego a nuevos valores y, lo más grave, la disminución de edad y trapío en las reses. Se trató de repetir triunfos a costa de lo que fuera. Y fue. Luego vinieron las consecuencias.
La más reciente a cargo de la “nueva” empresa de la Plaza México que, congruente con sus limitaciones como promotora taurina, se desistió del recurso de revisión que mantenía viva la esperanza de revertir la suspensión definitiva dictada por el juzgado primero de distrito en materia administrativa en el amparo 910/2022, para levantar la suspensión. Con esta actitud dejó viva la suspensión definitiva, desistiéndose del recurso de revisión y matando la posibilidad de revertir la situación legal que mantiene sin corridas de toros ese escenario, otrora el más importante del Continente. Increíble que la misma empresa de la Plaza México se desista del recurso legal que podría revertir la suspensión definitiva, pero los planes del propietario del inmueble y sus socios, son otros.
Se veía venir. Cuando dinero y caprichos sustituyeron el talento empresarial, la frivolidad el aprecio por la tradición taurina de México, y alcohol y chelas el respeto por el público que paga un boleto para emocionarse no para divertirse, más la inexcusable indiferencia de las autoridades de la Ciudad de México y la complicidad del cartel taurino de la alcaldía Benito Juárez, la suerte de la fiesta en ese magno escenario estaba echada. El silencio de la crítica positiva falsa y de los gremios confirma el estalinismo taurino que el país padece hace tres décadas. En ese lapso fue tan mediocre la oferta de espectáculo, que ya nadie extraña la suerte del desaprovechado coso. Así se mata a las tradiciones, con desmemoria, silencio y complicidades.
A propósito, hoy eligen gobernador en los estados de México y Coahuila, con tufos prohibicionistas en el primero y una tramposa prohibición de la fiesta de toros en el segundo, gracias a la sensibilidad animalista de la dinastía Moreira, que con Humberto gastó en un museo taurino y con Rubén se consumó el pleito de ambos con Armando Guadiana, próspero minero, empresario, ganadero de bravo, senador con licencia y por tercera ocasión tenaz candidato por Morena a un puesto de elección popular. Los analistas dan por descontado que Morena ganará en la extorsionada entidad mexiquense mientras el Revolucionario Institucional y Acción Nacional, o lo que de ellos queda, conservarán un sexenio más las utilidades, digo, el gobierno estatal del saqueado Coahuila, con los impresentables partidos Verde y del Trabajo alcahueteando-estorbando. ¡Ah que la democracia!
El sábado 17 de junio se llevará a cabo en la Monumental Rodolfo Rodríguez El Pana, de Apizaco, la tradicional Corrida de la Prensa, única de su tipo en el país, organizada desde hace 21 años por la Unión de Periodistas del Estado de Tlaxcala, que hoy preside Pablo Morales Cruz. Una muy seria corrida de Tenopala, encaste parladé, del ganadero Carlos González Chapa, será lidiada por José María Macías, Diego San Román y Alejandro Adame. Regionalizar la fiesta y apostar por toreros jóvenes no es ciencia, ¡es consciencia!