El vocablo ricercar, del latín ricercare, significa buscar; refiere a un estilo de composición instrumental propia de los siglos XVI y XVII, y se ubica igualmente en el Renacimiento tardío y en los inicios del Barroco. Es un movimiento precursor de la fuga, recurso formal que prevalece venturosamente a la fecha.
Ricercare significa, entonces, investigar, averiguar, buscar. Cumple la función de un preludio que proporciona la información suficiente para averiguar la clave o modo en que se desarrollará la siguiente pieza.
Ricercare habilita la exploración de las permutaciones de un motivo musical y se mueve detrás, en persecución de la pieza a la que sirve de ilustración.
Tenemos, es evidente, un juguete maravilloso para hacer música y es así como la utilizó uno de los grandes genios de la historia del arte sonoro: el húngaro György Ligeti (Transilvania, 28 de mayo de 1923-Viena, 12 de junio de 2006), cuyo centenario natal se cumplió el domingo pasado y en las salas de concierto de México y de Europa suena su música luminosa, voluptuosa.
György Ligeti escribió una serie de 11 piezas para piano en el más puro y renovado estilo ricercare y lo tituló Musica Ricercata, que luego de escucharla intensamente durante días y días, podemos traducir de inmediato como Música encontrada, de acuerdo, además, con el consenso de conocedores.
Porque, como decía Picasso, no se busca, se encuentra.
En la anterior entrega nos dedicamos a destacar el poder sinestésico de la música de Ligeti. Hoy toca disfrutar distintas versiones de su Musica Ricercata, que abundan entre las novedades discográficas, dada la efeméride redonda por su centenario vital.
La mejor versión de todas las existentes, hay que decirlo de una vez, es la del pianista francés Pierre-Laurent Aimard, cuya especialidad precisamente es la música de su amigo Ligeti.
Aimard conoce mejor que nadie los secretos de la gran revolución musical de Ligeti: empujó los límites tanto del intérprete como del instrumento. Cambió radicalmente el sonido del piano.
Sus piezas cortas, hace notar Aimard, son encantadoras. Seducen, alegran, hacen reír de buena gana. Conmueven.
Su apariencia de piezas fáciles encierra dificultades técnicas para todo pianista, acostumbrado a seguir las líneas melódicas, cuando Ligeti en realidad rompió con todos los cánones: dejó atrás la melodía, la armonía, los lugares comunes del pianismo y se concentró en el ritmo, más bien en el pulso.
Las 11 piezas cortas que escribió Ligeti se suceden entre el asombro y la alegría. Siempre nos tiene sorpresas, así se trate de la vez enésima que las escuchamos.
La segunda de ellas es muy conocida porque la utilizó Stanley Kubrick en su obra póstuma, Eyes Wide Shut, y resulta el mejor ejemplo de escucha si nos ponemos a sonar las distintas versiones que enunciaré enseguida.
En primer lugar, dijimos, la grabación de Pierre-Laurent Aimard. Parece que toca las teclas con martillos en lugar de dedos, recorre el teclado cual Speedy González, ¡yupiyapaupiapa ajúa, yepa yepa ándale ándale arriba arriba!, perseguido por Silvestre.
La Musica Ricercata de György Ligeti, interpretada por su carnal Pierre-Laurent Aimard, es una experiencia honda, elevada, metafísica.
Conoce a cabalidad todos los secretos del compositor y nos mantiene en vilo, al borde del asiento, con la boca abierta y la piel chinita mientras transcurren estos 11 episodios de epifanía.
Las velocidades discontinuas, los momentos sublimes, las caricias, los aldabazos, las plumas de colibrí flotando, los pensamientos volando que caracterizan la Musica Ricercata de Ligeti juguetean, desde su origen e influencia húngara de su mentor Bela Bartok, con los devaneos a lo Erik Satie, las profundidades poéticas a lo Debussy y las reminiscencias de toda la historia del piano borradas como las líneas de la arena en el desierto y vueltas a formar, en un nuevo orden y concierto.
La más reciente grabación discográfica de la Musica Ricercata de Ligeti está a cargo de la pianista alemana Claudia Janet Birkholz y se caracteriza por su gracia, sentido del humor, atención a los pliegues y una concentración asombrosa que rinde frutos especialmente en la pieza segunda, de cuya magia, misterio y capacidad de asombro hizo uso Kubrick para el filme que referimos antes.
Claudia Janet Birkholz pulsa el teclado de una manera tan sensible, inteligente y cuidadosa, que nos rinde el efecto exacto de estar frente a un juguete, una música juguete que nos recuerda en muchos momentos de la obra a la música para pianos de juguete de John Cage.
Otra grabación reciente de la Musica Ricercata de Ligeti está a cargo de la pianista española Noelia Rodiles: impresionante, es como una gimnasta del teclado, sin que esto implique rutina ni contorsión, sino elasticidad, cadencia, pulso en el aire.
Noelia Rodiles tiene el gran acierto de completar su disco con un alto contraste/maridaje: piezas de Schubert al final. La sesión de escucha adquiere así un estado de levitación.
Es tan inteligente el manejo de energía de Noelia Rodiles que todo el tiempo parecemos sacudidos, mecidos, en ancas, a bordo.
Otras dos versiones recientes: la del español Alberto Rosado, muy interesante, y la muy impresionante lectura a cargo de la nueva figura del pianismo mundial: el jovencito chino Han Chen, quien ejecuta la secuencia completa de los Études pour Piano de Ligeti como una extensión, complemento, contexto perfecto para la Musica Ricercata de Ligeti.
Además de la de Pierre-Laurent Aimard, la versión de la Musica Ricercata que más me conmueve es la del dúo de pianistas Karl Hermann Mrongovius y Begoña Uriarte. Es sencillamente contundente, recia, brutal. La secuencia es atronadora, impetuosa, imparable. Es como un hermoso cataclismo.
Después de escuchar durante días las distintas versiones aquí presentadas, la grabación de estos pianistas es toda una sorpresa y una confirmación del genio de Ligeti: su música constituye todo un universo en expansión, un sistema de géiseres de mil colores, un coloso moviéndose como un chiquillo, grácil y coreográfico todo el tiempo.
Estos pianistas, él alemán, ella española, complementan también su disco de manera más que inteligente, creativa: añaden seis composiciones de Ligeti para piano a cuatro manos, que nos estremecen:
Capriccio Nr. 1; Invention; Capri-ccio Nr. 2, piezas formidables, plenas de recovecos, profusión de notas a toda potencia, imaginería, mucho sentido del humor, velocidades cambiantes, sorpresivas, giros y contornos fabulosos.
El gran final: Drei Stücke für zwei Klaviere (Tres piezas para dos pianos) se inicia con un monumento que se llama así, precisamente: Monument, un impresionante tour de force con notas en ataques furiosos, secos, macizos, en progresiones monumentales, grandes moles de sonido ascendiendo pesadamente hasta casi oscurecer el horizonte.
Esa obra de Ligeti, Monument, recuerda mucho la música escolástica desu colega John Cage, como un juego de dados, un sistema de estallidos aleatorios en contracantos lujuriosos, en racimos. La matemática es visible en su arrastre hímnico, su cualidad muralística, su condición monumental.
La segunda pieza de este tríptico es una celebración del buen humor, el compañerismo, el manierismo y el misterio de la sonrisa más allá de la Gioconda, y está preñado de guiños desde su mero título: Selbstportrait mit Reich und Riley, und Chopin is auch dabei (Autorretrato con Reich y Riley, y Chopin también está incluido), y llena el ambiente de puntitos flotando en el espacio: luciérnagas sonando, hormigas voladoras, murmullo de insectos, puñados de sonrisas.
Una buena parte del juego es el efecto deslizante de la repetición y por eso dice Ligeti que se está retratando junto a Reich y Riley, dos dioses del Olimpo que muchos quieren reducir al término “minimalismo” cuando en realidad su música es también un universo en expansión. Steve Reich y Terry Riley forman parte del puñado de genios que revolucionan la manera de escribir música y este homenaje del amigo de ambos, Ligeti, incluye travesuras de manierismo al jugar con dejos de Chopin.
Tenemos entonces frente a nosotros una serie de grabaciones que recomiendo escuchar de manera aleatoria y repetida: las mismas 11 piezas, que conforman la Musica Ricercata de Ligeti, en distintas grabaciones. El resultado: una gran sonrisa en su rostro, hermosa lectora, amable lector.
Twitter: @PabloEspinosaB