Por una vez se cumplieron las expectativas. Los nombres de prestigiados cineastas veteranos combinados con los de otros más jóvenes, dieron como resultado una de las competencias de Cannes más sólidas de los pasados años.
Quienes siguieron mis crónicas en semanas pasadas habrán comprobado cómo hasta el alemán Wim Wenders, a quien ya dábamos por perdido, ofreció con Perfect Days ( Días perfectos) su mejor realización desde Las alas del deseo (1987). Tras un arranque poco digno con el bodrio de época titulado Jeanne du Barry, de la francesa Maïwenn, la sección oficial estrenó un buen porcentaje de obras importantes, mientras que el conteo de petardos fue relativamente escaso. Yo colocaría en el último peldaño a Club Zero, de la austriaca Jessica Hausner, quizás el único título en competencia que me hizo desear estar en otra parte.
Esa atractiva selección cumplió cabalmente la estrategia del delegado artístico Thierry Frémaux: estrangular las secciones paralelas de la Quincena de los Realizadores y la Semana de la Crítica. En mi caso particular, este fue el primer año en 30 que llevo asistiendo a Cannes que no vi una sola película de ambas secciones. Simplemente no hubo tiempo.
Hablando de Frémaux, esta ocasión se vio envuelto en protestas mediáticas por haber inaugurado el festival con la susodicha Jeanne du Barry, cuyo talento –Maïwenn y Johnnie Depp– estaba envuelto en escándalos extra cinematográficos. Luego, el directivo se vio involucrado en un incidente de tráfico por andar en bicicleta sobre la banqueta, hecho grabado y reproducido millones de veces en las redes sociales. Y finalmente, Frémaux fue balconeado por el gran director español Víctor Erice, quien se abstuvo de asistir al festival en protesta de que nunca recibió una respuesta concreta sobre si su nueva película, la estupenda Cerrar los ojos, iba a estar o no en competencia.
Por otro lado, este fue el primer año desde 2019 sin rastros de pandemia, lo cual llevó a números de asistencia normales. O sea, todo estaba atascado de gente. Con los consecuentes aumentos en las tarifas de los hoteles y los restaurantes. Este año, en particular, asistir a cualquier proyección que no fuera de prensa, implicaba formarse en filas por lo menos una hora antes de la función con el consabido desmadre a la hora de la entrada. Setenta y seis años después y los organizadores todavía no saben cómo establecer una fila bien ordenada, según se hace en el festival de Toronto, por ejemplo.
A diferencia del año 2021, cuando el Mercado del Film era una especie de pueblo fantasma, esta vez la recuperación de distribuidores, exhibidores y compradores fue total. Las publicaciones especializadas dieron cuenta de cómo los títulos más llamativos fueron rápidamente adquiridos para su exhibición mundial. Sobre todo, las plataformas fueron de las primeras en anunciar la compra de títulos como Mayo diciembre, de Todd Haynes, (para Netflix) o Las hojas muertas, de Aki Kaurismäki, (para MUBI).
Total, un muy exitoso festival de Cannes, a ser recordado por el sorprendente número de películas notables estrenadas allí. A fin de cuentas, el festival hasta se salvó de las amenazas de apagones y otras manifestaciones de la población francesa en protesta. Incluso el clima se portó bien, salvo tres días de lluvia ligera.
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