La remodelación de la plaza Romita, en la colonia Roma, quedó interrumpida por la división entre vecinos luego de que la alcaldía Cuauhtémoc retiró cuatro bancas de hierro que sustituyó por la misma cantidad, pero hechas de plástico, las cuales se encuentran frente al templo de San Francisco Javier. A un costado de dicho inmueble, se ubican otros cuatro asientos, pero lo residentes desconocen si serán removidos y tampoco conocen el destino de los que quitaron.
La habitante del callejón Romita desde hace 55 años, Luz María Chávez, aseveró que en marzo pasado la alcaldía anunció acciones de mejoramiento en ese lugar y los vecinos estuvieron de acuerdo; sin embargo, cuando fueron sustituidas las bancas algunos dijeron “que eso no debió ocurrir porque las de fierro son patrimonio cultural”.
La mujer indicó que de acuerdo con lo expresado por funcionarios de la alcaldía, sólo la fuente que se encuentra frente al templo está catalogada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, por lo que ahora desconocen si otras cuatro bancas de hierro que permanecen a un costado de la Casa de Cultura, las cuales están en buen estado se quedarán en la plaza.
Precisó que a ella el nuevo mobiliario sí le gustó, tras recordar que Gilberto Rincón Gallardo, quien vivió en Romita, impulsó que se colocara el adoquín, el parque y las bancas en el lugar que por décadas fue una plazuela.
Dante, quien vive en la zona desde hace 13 años, dijo que la alcaldía Cuauhtémoc no tomó en cuenta que al cambiar las bancas de hierro por unas de plástico “la plaza se ve corriente y rompió con la armonía colonial. En lo personal no estoy de acuerdo, no me gustaron, se veían más bonitas las de metal, las de plástico se ven corrientes”.
Alva Canizal, otra residente, dijo que “las nuevas bancas sí me gustan más porque son ergonómicas, pero no sabemos si vayan a cambiar las otras cuatro porque tampoco se terminó el mural que se inició en la pared de la Casa de Cultura”.
Enrique, de 73 años, señaló que hay asuntos más apremiantes por resolver en las inmediaciones, “como el desazolve, mayor seguridad y más cámaras de vigilancia”, en tanto que la trabajadora de una tienda de abarrotes dijo que aunque las de plástico “se ven bonitas, como que antes se sentaban más las personas en las de fierro”.
Otros comerciantes aseguraron que las de antes no estaban en malas condiciones y no era necesario cambiarlas “por otras de mala calidad”.