El 28 de mayo fue establecido como el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, un recordatorio para abordar las causas de enfermedad y muerte que las afectan. Las determinantes de la salud de las mujeres, adolescentes y niñas son múltiples, las hay biológicas, estructurales, culturales y políticas, y hay intersección entre ellas.
Como determinantes biológicas importantes están la edad y el sexo. Hoy la mayor proporción de mujeres se ubica en edades adultas: 54.9 por ciento tienen entre 20-59 años; 12.7 por ciento son mujeres mayores de 60 años; 16 por ciento son niñas menores de nueve años y 16.4, adolescentes de 10 a 19 años (las cifras de 2020 son estimaciones de Conapo basadas en el Censo de Población y Vivienda/Inegi, 2020). La mayor incidencia de pobreza y de carencias sociales de niñas y adolescentes ocurre en hogares con numerosos integrantes, los hogares ampliados, los que tienen jefatura femenina (32.6 por ciento) y en los que reside una persona indígena o con discapacidad ( Pobreza infantil y adolescente en México, Coneval, 2020). Las residentes en hogares indígenas, hablantes de lengua indígena y las afrodescendientes presentan mayores condiciones de vulnerabilidad. El promedio nacional del número de privaciones económicas de las mujeres es de 2.1, pero en las indígenas de medios rurales el promedio llega a 5.3 (Echarri, C., Interseccionalidad de las desigualdades de género, México, 2018). Las niñas y jóvenes tienen más altos niveles de pobreza, y las hay en mayor proporción en Chiapas (24.6 por ciento) y en Zacatecas (21.4 por ciento); en contraste, la entidad con menor proporción de personas menores de edad es la Ciudad de México (12.8 por ciento), donde también se registra el mayor porcentaje de personas mayores de 60 años, 18.7 por ciento ( Proyecciones de población de México y entidades federativas, 2016-2050).
La esperanza de vida al nacer es mayor en las mujeres que en los hombres. Este indicador ha tenido un incremento sostenido: en 1950 las mujeres vivían en promedio 48.7 años y para 2019 el promedio alcanza 77.9; en los hombres el aumento fue de 45.9 a 72.2 años (Proyecciones de población…, ibid.); la menor esperanza de vida en los hombres se ha relacionado con la mayor frecuencia de riñas y violencia, de accidentes de tránsito, deportes y trabajos de alto riesgo, y desde 2008 con el incremento de homicidios. Como impacto de la pandemia de covid-19 se señala una pérdida de tres años en la esperanza de vida de las mexicanas y de cinco años en los varones, tratándose de un fenómeno coyuntural, se estima que la esperanza de vida se recuperará en los próximos años.
El mayor nivel de escolaridad es factor crucial para la salud, en 2020 las diferencias en el acceso escolar por sexo son mínimas. El acceso a la educación media superior acentúa la mayor desigualdad: en las áreas rurales sólo 16 por ciento de adolescentes llegan al nivel medio superior, mientras en las áreas urbanas llegan a este nivel 26.4 por ciento; el nivel de educación superior lo alcanza sólo 6.4 por ciento de quienes viven en áreas rurales y 24.4 de los jóvenes citadinos. Las causas de deserción escolar de adolescentes (12-19 años) sí varían por sexo. Antes de la pandemia las principales causas de abandono escolar fueron: 41 por ciento de los hombres y 29 de las mujeres, porque no les gusta la escuela; 15 por ciento de hombres y 20 de las mujeres, porque no pudieron con los gastos; 16 por ciento de ellos y 7.7 de ellas abandonaron la escuela por tener que trabajar; 16.3 por ciento de las mujeres desertaron por unión, casamiento o embrazo, y el contraste es inadmisible, por estas tres razones sólo 2.8 por ciento de los hombres abandonó la escuela (ENADIS, 2017). Con el covid aumentó la inasistencia y deserción escolar, pero en el ciclo 2021-22 se registra una recuperación de la matrícula escolar a escala nacional: 73 por ciento de jóvenes de 15 a 17 años están cursando educación media superior y 34 por ciento cursan educación superior ( Segundo informe nacional de implementación del Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo, Conapo, documento de trabajo, marzo, 2023).
Dos de cada 10 mexicanas carecen de servicios de salud, pero entre mujeres rurales la carencia alcanza a cuatro de cada 10. La carencia de acceso a servicios de salud es menor en las mujeres que en los hombres, sobre todo en edades mayores: en el grupo de 60 años y más 18.2 por ciento de ellas carece de acceso a servicios de salud, frente a 21.9 de ellos. Las mayores de 60 años presentaron niveles de hipertensión (45 por ciento) y de diabetes mellitus (28 por ciento) más altos que los hombres (34 y 23 por ciento). A partir de los 60 años los accidentes y las caídas disminuyen en los hombres y se incrementan en las mujeres. Las diferencias de género siguen siendo determinantes de las desigualdades, en la salud son muy obvias.
* Secretaria general del Conapo
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